Julio Cortázar-Rayuela (1963)

Julio Cortázar-Rayuela (1963)

Sólo los grandes rompen las reglas, sólo los grandes inventan su propio universo, con sus propias leyes y su propia lógica, un día un psicólogo organizacional de la empresa en dónde solía trabajar, me indicó que me gustaba romper las reglas, “por supuesto que si”, le afirmé, y me indicó que era bueno hasta cierto punto, ya que en algunos países de oriente, a quienes rompen las reglas les cortan las manos, ¡Ah caray! 

La primera vez que leí Rayuela, la revolucionaria “novela” de Julio Cortázar, fue en la preparatoria, el libro en aquel entonces, se presentó ante mi más como un encargo escolar, que como una iniciativa propia por leerlo, pero poco a poco dicho libro fue creciendo en mi, una sucesión algo desordenada y muy abierta de ideas, un “todo se vale”, un, como decían los Th Faith Healers: “everything, all at once…”, o un “todo a la vez”, Rayuela es un disco magno, un disco maximalista, pero no denso, Cortázar se las arregla para descargar un sin fin de ideas, planteamientos y referencias del mundo del arte, en algo que pareciera fluir de manera tan natural como la vida misma, ¿Qué si hay trama? claro que lo hay, pero este es de forma libre, no se ajusta a la estructuras, simplemente nos presenta la vida, las ideas, sentimientos y vivencias de una manera espontánea, quizás que radique ahí su dinamismo y su flujo tan natural, un libro extenso, pero que se lee rápido, que no aturde con sus ideas, si no que nos las presenta de manera relajada, sin forzarlo.

Que si Horacio Oliveira es el mismo Cortázar usando un alter ego, que si sus andanzas en París, que si su intercambio de ideas con el llamado Club de la Serpiente, que no es otra cosa que Platón, Sastre, Cocteau, Aristóteles, Ander Breton intercambiando sus ideas en la mente de Julio, que si La Maga le obsesiona, no por su intelectualidad, sino por su falta de ella, y a todo eso agreguémosle el mundo de jazz, con referencia a gente como el GRAN John Coltrane, e incluso a la música clásica, con un Cortázar prácticamente no dejando títere con cabeza durante la primer parte del libro.        

Para la segunda parte, Rayuela nos guarda algunas sorpresas, el regreso de Oliveira a Bueno Aires, su encuentro con su amigo Traveller, un hombre con nombre de viajero que no trabaja y que pareciera convertirse en un alter ego de Oliveira, y ahí es dónde las cosas se vuelven un tanto densas, intensas, pero en ningún momento dejan de ser interesantes, algo admirable en algunos escritores es su capacidad de manipular al lector, hacerle meter el acelerador en las partes que así lo indican y logrando casi al final del libro acelerarnos en la lectura y en los latidos de nuestro corazón, con unos Traveller y Talita, matrimonio de amigos de Oliveira, que inician trabajando en un circo, el cual después se convierte en un hospital de salud mental, con Oliveira convirtiéndose más en un paciente que en un trabajador de el, con un Oliveira yéndose a los extremos de la salud mental poniendo en duda la independencia de su ser y de la de Traveller, tal vez los dos son una sola persona, tal vez Oliveira es una creación de Traveller o tal vez Traveller es una creación de Oliveira, y por si fuera poco, la obsesión de Oliveira por La Maga, a la cual suele ver en Talita, esposa de Traveller, y que pone las cosas aún más complejas, Cortázar crea una novela vasta y llena de una poco común poética que dudo yo que actué en realidad como antídoto de la novela, sino como un tónico que la transforma, la libera y la fortalece en su capacidad experimental de ser algo más.

Años más tarde me volvía topar con Rayuela, en un momento en que mi vida se encontraba en un punto en el cual muchas opciones se presentaban ante mi, terminaba la escuela y un mundo de posibilidades se presentaba ante mi, y me encontré con muchos detalles y planteamientos de la novela, que mi juventud, tal vez impidió poder apreciar la primera vez, y fue así como Rayuela se convirtió en mi segunda novela favorita, después de la legendaria Cien Años de Soledad de mi estimado Gabo, dos obras en español, que jamás veremos corrompidas o mutiladas por el cine,  dos obras cumbres del idioma español que tenemos la oportunidad de apreciar, como el escritor las imagino, las concibió y las creó, no la traducción y la interpretación de alguien más.

En estas semanas, por tercera vez termino el libro y sus giros locos me siguen atrapando, y la novela fluye de manera más rápida, esta vez no me ha interesado entender nada, dejo que las palabras fluyan con su poesía, con su inteligencia y con su sabiduría frente a mi, disfruto esa ruptura de las reglas, ese deseo de hacer algo diferente, para obtener resultados diferentes, no se si algún día la vuelva a leer, probablemente si, y vayan ustedes a saber, que podremos encontrar si algún dìa nos volvemos a topar con la obra maestra de Cortázar.


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