Cognify y Lumberjack The Monster: ¿Redención o Fabricación de Psicópatas?



Imagina una tecnología capaz de reprogramar la mente de un criminal, haciéndole sentir que ha cumplido una larga condena en cuestión de minutos. Ese es Cognify, un concepto disruptivo que redefine la idea de rehabilitación. Cognify surge como respuesta a las limitaciones del sistema carcelario actual, inspirado en el crecimiento de la neurociencia aplicada y la inteligencia artificial. Su creador, el biólogo molecular Hashem Al Ghaili, concibió esta tecnología con el fin de ofrecer una alternativa rápida y efectiva para la reinserción social, convencido de que la rehabilitación tradicional rara vez logra transformar de fondo a los reclusos. Cognify utiliza un implante cerebral avanzado, junto con realidad virtual de alta inmersión, para “jugar” con la mente de los reclusos, haciéndoles experimentar una condena prolongada en un corto tiempo. Los condenados reviven una vida tras las rejas, una y otra vez, a través de simulaciones diseñadas para ser tan realistas y psicológicamente impactantes que sienten haber cumplido años de dura sentencia.

La propuesta es simple, pero poderosa: el criminal puede elegir entre una condena real y una virtual. La prisión, como sabemos, falla en la mayoría de los casos en su misión de rehabilitar. Cognify, por el contrario, promete reprogramar el comportamiento del criminal, reducir la reincidencia y, en última instancia, ayudarlo a reintegrarse en la sociedad. Es una versión moderna y menos extrema del “tratamiento de Ludovico” imaginado por Anthony Burgess en A Clockwork Orange, novela distópica de 1962 que aborda los límites de la corrección del comportamiento. En esta obra, el protagonista, Alex, un violento joven líder de una pandilla, es sometido a un tratamiento de aversión extrema para curarlo de sus impulsos violentos. Burgess critica esta manipulación psicológica como una invasión a la libertad y un reflejo del totalitarismo. La novela no solo ha sido aclamada por su complejidad y estilo lingüístico (usando un argot propio, el "nadsat"), sino que también ha sido objeto de análisis en campos como la ética, la psicología y la filosofía, convirtiéndose en una referencia fundamental para reflexionar sobre los límites del libre albedrío y el control de la conducta.

¿Podría Cognify reducir los índices de criminalidad de una manera efectiva y rápida? Con tecnologías como Neuralink, parece más posible que nunca. Pero las dudas éticas son ineludibles: ¿se está realmente ayudando a estos individuos o simplemente manipulando sus mentes, convirtiéndolos en seres programados, en sujetos de un experimento que los convierte en ratas de laboratorio? ¿Es justo un "lavado de cerebro" en nombre de la justicia? La línea entre redención y control se vuelve difusa, y eso es precisamente lo que hace que Cognify sea un tema tan fascinante como inquietante.

Esta idea me trae a la mente la reciente película Lumberjack The Monster, dirigida por el prolífico y polémico Takashi Miike. Con más de 100 películas en su carrera, Miike es una leyenda en el cine japonés y mundial, conocido por su estilo provocador y su capacidad de traspasar los límites de la moral y el buen gusto. Desde Audition (1999) hasta Ichi the Killer (2001), sus obras son un constante desafío a la norma, mezclando horror, violencia extrema y humor negro en una combinación que ha definido su visiónmuy personal. Miike ha sido aclamado y criticado en igual medida, pero su influencia ha sido innegable. Sus películas, llenas de giros inesperados y personajes moralmente ambiguos, exploran el lado más oscuro de la humanidad, abordando temas de alienación, violencia y la descomposición social. En este sentido, Lumberjack The Monster es una adición significativa a su filmografía, una obra donde Miike presenta una visión distópica y brutal del intento de manipular la conducta humana.

En Lumberjack The Monster, dos científicos crean un chip cerebral para “curar” la psicopatía, pero el experimento tiene consecuencias aterradoras: los niños en quienes prueban el chip crecen como adultos emocionalmente nulos, incapaces de empatizar. En un giro siniestro, un psicópata "creado", decide exterminar a estos "monstruos" producto del experimento, mientras uno de los psicópatas, con un chip defectuoso, lo persigue para mantener su propia naturaleza violenta. La película de Miike nos recuerda a American Psycho y Dexter, donde el protagonista se convierte tanto en depredador como en presa en una sociedad corroída por su propio intento de control. Con una mezcla de violencia y humor oscuro, Miike nos sumerge en una historia llena de ironía y caos, donde la frontera entre víctima y verdugo se diluye en un retorcido juego de moralidad.

La genialidad de Miike radica en su habilidad para unir elementos en apariencia incongruentes y generar asociaciones forzadas que, bajo su lente, encuentran coherencia en un contexto de intensidad y originalidad sin precedentes. En Lumberjack The Monster, Miike explora la ética de la tecnología y la naturaleza humana de una manera que invita a la reflexión. Cognify, al igual que las narrativas de Miike, nos desafía a cuestionar hasta qué punto la justicia puede, o debe, manipular las mentes de quienes buscan redimir. Así, Miike nos recuerda que en la búsqueda de un control total sobre el comportamiento humano, podemos convertirnos en arquitectos de monstruos que ni siquiera somos capaces de comprender o controlar.


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