Judas Priest, Stained Class, 1978
Stained Class es el disco que más he escuchado de Judas Priest en tiempos recientes, me sigue pareciendo extraordinaria la propuesta musical de la banda en ese disco, revitalizados gracias a la sorprendente batería de Les Binks, quien inyectan sangre jovén a la banda y una agresividad memorable, partiendo con la deslumbrante Exciter, que exorciza a la banda del blues rock de discos anteriores y convierte a la banda en una feroz máquina al rojo vivo, lista para hacer colisión de frente con el punk rock que buscaba borrar del mapa al heavy metal, así los JP respondían al reto con uñas y dientes para configurar un disco que prácticamente reinventaria el género como ningún otro había hecho desde que Black Sabbath lo inaguró con su disco debut a inicio de los 70s.
Luego de buenos discos como Sad Wings of Destiny y Sin After Sin, la banda rompía de algún modo con su pasado, se enfundaba en ropa de cuero negro, cadenas y adoptaba una estética que iba de los oscuro a los perverso y lo gótico que preparaba el camino para la nueva ola de Heavy Metal inglés (basta escuchar Invader, para conocer el ADN de la NWOBHM), con cientos de grupos que responderían a lo propuesto en éste disco, en el que la banda produciría un inédito ataque de forma contundente, arreciando el paso y dando libertad total al guitarrista KK Downing, que improvisaria de manera prodigiosa sus líneas de guitarra solista frente a los riffs más técnicos de precisión casi quirúrgica, de su contra parte, Glen Tipton, para crear un vehículo cruel y despiadado, sobre el cuál, Rob Halford, convertido en un personaje basado en la controversial imaginación de Tom de Finlad, despegaria como uno de los mejores vocalistas del género.
Stained Class, a pesar de su estatus como obra monumental del heavy metal, es un disco que parece un diamante en bruto, con radiantes ideas explotando a cada segundo, que la banda habría de pulir en años siguientes para incluso, reclamar gran popularidad entre los músicos de la época, pero para 1978, los JP nos traían una propuesta como no habíamos visto antes, que marcaría el rumbo futuro a grupos como los Motorhead, los Iron Maiden y los Saxon, piezas como White Heat, Red Hot, se convertirían en ese año en la otra cara de la moneda del rock moderno, con los Van Halen del otro lado, pero aquí, los JP a diferencia de los californianos, nos mostraban una película muy oscura y opresiva, con un Halford alcanzando un registro altísimo y dejando muestra de su talento en la voz, y después vendría el monstruoso homenaje de la banda a los Spooky Tooth, en un excelso y elegante Better By You, Better Than Me, haciéndose de la propiedad del tema por pura convicción, alcanzado una ejecución que raya en lo épico, siguiendo con el tema que nombra al disco y las guitarras de Tipton más afiladas que nunca.
Saints in Hell sería otra de las piezas fundamentales en este disco, con guitarras punzo cortantes, una durísima sección rítmicas y las amenazantes vocales de Halford, que continuarían la bestial descarga en Savage y después se adentrarian en un muy oscuro territorio en Beyond the Realms of Death, para así completar un disco innovador, disruptivo y casi perfecto, que presentaba a la banda como los verdaderos salvadores del género y como creaturas maléficas y perversas dispuestas a superar a sus rivales punk rockers en más de un aspecto, mi disco favorito de la banda que rivaliza solamente con el ineludible British Steel, el pináculo refinando de la banda, y el aplastante Painkiller, uno de los discos de heavy metal más importantes de los 90s, y otro de los grandes discos de la banda, que ya en 1978, se dedicaban a reinventar y reivindicar un género que muchos querían ver terminado.
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