Riot, Fire Down Under, 1981

Pocas bandas podrían haber abanderado mejor la transición estadounidense del hard rock tradicional, al más dinámico heavy metal que los Riot provenientes de Nueva York (un lugar sin muchos antecedentes en el mundo del heavy metal), una banda cuyo sonido debió ser un indicativo de grandes cosas, pero cuyos origenes y falta de imagen, y tal vez de suerte, les alejó de una popularidad que parecían merecer a inicios de los 80s.

Fácilmente podríamos encontrar elementos del hard rock espectacular de los 70s, de los Aerosmith en los Riot, además de esa fascinación por bandas oscuras de heavy metal como los Montrose, probablemente la influencia más grande en ésta banda, que a su vez integraba ya algo del sonido de los Judas Priest, que sin duda los hacía ya en un lugar mayúsculo a finales de los 70s.

Seguramente, si en 1977, la banda de NY hubiera contado con un productor como Ted Templeman, durante la grabación de su disco debut de 1977, Rock City, la banda hubiera encontrado un mejor lugar, muy cercano al de los legendarios Van Halen, aún así, su debut no fue tan notorio a nivel de popularidad, y la banda lograría su punto creativo más alto hasta 1981, con su disco Fire Down Under, casi al tiempo que una banda más de California, de nombre Quiet Riot conquistaba las listas de popularidad, restando efectividad por completo al nombre de los Riot, y al hecho de que California se había convertido en la cuna del nuevo movimiento musical que dominaría los 80s, dejando completamente fuera de combate a las pocas bandas fuera de éste estado.

Aún así, vale mucho la pena escuchar una joya poco conocida como Fire Down Under, que con una mejor producción, hubiese sido un clásico inmediato, abriendo con la espectacular Swords and Tequila, que llevaba el sonido de los Montrose a un nivel más allá de intensidad, con unas guitarras fabulosas a cargo de Mark Reale y Rick Ventura, y un vocalista, Guy Speranza, capaz de imprimir una fuerza extraordinaria al tema, seguida del la pieza que nombraría al disco, y que sería una perfecta muestra de como la banda estaba forjando perfectamente ese puente entre los 70s y los 80s, entre el hard rock estadounidense y el heavy metal inglés, que se ponía a la par de la famosa ola de Heavy Metal inglés que empezaba a despegar gracias a los Iron Maiden en el otro lado del océano.

Outlaw es otro tema fabuloso, con guitarras que indudablemente debieron llamar más la atención y dejar en claro la capacidad de una banda cuya flexibilidad musical sorprende y que los mostraba ya listos para asumir la ola musical de los 80s, que por alguna razón los ignoró, Dont Bring Me Down, es otra pieza de asombroso poder, con la banda mostrando su afinidad por crear ritmos memorables y una ferocidad admirable, puestas de manifiesto en Dont Hold Back que debió llevar a muchos a imaginar que el futuro del hard rock y el heavy metal era glorioso, luego del letargo de final de los 70s.

Fire Down Under es uno de esos discos que debieron convertirse en clásico inmediatos, pero que no estuvieron en el lugar preciso y en el momento adecuado y por ello, quedaron relegados a una segunda categoría, a pesar de la poderosa propuesta musical que desplegaba la banda en cada nota y en cada ritmo, los Riot fueron una máquina de rock n roll espectacular que no pudieron tener ese momento de atención necesaria o ese apoyo de un productor o una compañía disquera que les hubiera descubierto y explotado todo su potencial, Fire Down Under es una de esas joyas olvidadas por el tiempo que resulta grato poder descubrir y escuchar, y sentirse especial por el privilegio de escuchar lo que muchos no pudieron.







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