Más Allá del 2018



Más Allá del 2018
Por: Erreh Svaia
Dispersión Caprina

“Todo santo tiene su pasado y eso quiere decir que todo pecador tiene su futuro.”
San Agustín
“La destrucción creativa es un hecho esencial dentro del capitalismo.”
Joseph Schumpeter

Aunque el término "destrucción creativa" es más asociado a la teoría económica gracias a su desarrollo por el economista austríaco Joseph Schumpeter, éste puede ser usado para identificar otros procesos o tendencias, el guitarrista de los Who, Pete Townshend lo asociaba incluso con su acto final de destrozar su guitarra eléctrica al golpearla salvajemente contra sus amplificadores, todo esto sin apagar su aparato y permitiendo una caótica liberación de sonido a todo volumen, "destruir para crear", un proceso un tanto controversial y discutido que ha llamado mi atención y que identifico se ha estado manifestando dentro de la esfera de los partido políticos que participan en el entorno democrático mexicano, sería temerario afirmar que éste proceso se manifestará para las elecciones del 2018 (no tendremos segunda vuelta, las coaliciones se alinean de una manera poco funcional, hay procesos pocos definidos y poco democráticos dentro de los partidos políticos para elegir sus candidatos, el proceso de entrada de los candidatos independientes presenta barreras de entrada absurdas), pero es seguro afirmar que la maquinaria ya ha sido puesta en marcha y que si bien no será notorio su efecto en el 2018, los resultados de las elecciones serán un crisol o detonante que acelerarán la destrucción creativa de lo que hoy conocemos como los participantes políticos tradicionales (y es también un proceso que se está dando a nivel mundial, basta ver lo que sucede en los EEUU o Francia con el colapso de los partidos tradicionales, la posibilidad de una  nueva “gran coalición” en Alemania, o la redefinición de fracciones de la derecha e izquierda en España y Venezuela).

Una elección con participantes casi definidos que se antoja muy pareja y tres grandes coaliciones con características muy particulares ya se vislumbraba hace meses, el ahora llamado Por México el Frente, unión de un partido de derecha (el PAN), y dos de centro izquierda (el PRD y el MC), alianza que se ha venido dando en elecciones estatales por más de 10 años, unión basada en lograr un centro político que muchos ya califican de anti natura pero que ya ha dado muestras de éxito en países como Chile y Alemania, unión que no resulta sencilla y que demanda gran confianza de cada uno de sus miembros para llegar a verdaderos compromisos, un PAN que llega fortalecido luego de la contundente victoria electoral del 2016 y que siembra algo de discordia interna y al interior del partido y de la coalición tras la anunciada intención de su presidente nacional Ricardo Anaya de asumir la candidatura por la presidencia del país, un PRD que llega bastante débil y desgastado y que muy posiblemente busque redefinirse de forma radical para el 2024 con una posible propuesta de izquierda moderna con un enfoque liberal (liderado por Juan Zepeda) más al estilo del legendario Mitterrand o del español Felipe González, mientras que Movimiento Ciudadano continuará su camino como un partido de respaldo para candidatos “supuestamente independientes”, con un Enrique Alfaro como carta fuerte para el 2024.

En el caso de la coalición PRI-PVEM-PANAL, los resultados del 2018 también serán detonantes de muchos cambios, reconocer si la arriesgada estrategia de usar un candidato externo al partido, más afín a administraciones del PAN, un PRI que deja por completo atrás su pasado “nacionalista revolucionario” y sus actividades sectarias, y se convierte casi en un partido “empresarial-liberal” cercano al centro derecha, lo cual seguramente producirá algunas rupturas internas, irá borrando seguramente el pasado populista y autoritario del partido, modernizándolo en un proceso que pueda restarle fuerza al futuro (sacrificando disciplina), pero que asegurará su permanencia para años venideros, posibles triunfos electorales, aunque su capacidad de ganar la confianza como aparato completamente democrático, aún está en duda.

El gran enigma pasadas las elecciones del 2018 será si Morena será capaz de sobrevivir la derrota de su candidato a presidente Andrés López (su posible tercera derrota como candidato), un partido que se ha perfilado más como un comité de campaña personal para López se antoja difícil pueda ir más allá de su candidato predestinado desde antes incluso de su concepción como partido, las apuestas a que Morena sobreviva a una derrota en el 2018 apuntan a su desaparición, y su acercamiento a partidos lastres como el PT (moribundo y resucitado por el sistema) y el PES, un partido de ultra derecha, significa que Morena como partido, si es que alguna vez lo fue, ha dado todo lo que pudo dar y ahora se inclina de forma desesperada a jugarse el todo por el todo, en una estrategia que los puede llevar a la autodestrucción, todo por el anhelo de conseguir una única, y última victoria, que se antoja más una obsesión personal que un proyecto creado para sumar al ambiente democrático del país, más que el resultado del 2018, lo que se antoja fascinante es la configuración que tomarán los partidos rumbo al 2024.  

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