Paul McCartney, McCartney III, 2020, Una Reseña
Paul McCartney, McCartney III, 2020, Una Reseña
Por: Rock N Roll Animal
Disco homónimo número tres del ex Beatle, y uno que suma
hasta cierto punto el legado de los dos anteriores, el espíritu introspectivo y
exploratorio del primero, y la intensidad y experimentación del segundo, en un
disco que muestra a Paul avanzando y adaptándose a los tiempos, obsesionado con
cuestiones rítmicas y aplicando algunos de los aprendizajes obtenidos durante
sus grabaciones como The Fireman, McCartney III es un disco indispensable, ya
que se vuelve parte de la peculiar experiencia musical del 2020, bajo las
cuarentenas y las restricciones de movimiento, McCartney como otros, aprovecha
el momento para transformar la experiencia en algo musical, en algo personal, y
a la vez, en algo universal que se convierta en su testimonio de los tiempos
que hemos vivido éste año, sin dejar a un lado su vocación experimental que le
conocimos desde su época con los Beatles, sus acercamientos a los sinfónico con
los Wings, su asociación con la New Wave, puesta de manifiesto en el McCartney
II y obviamente, la actualización de su sonido gracias a su proyecto de estudio
con el productor Youth, denominado The Fireman.
McCartney III, obviamente el tercer disco completamente
solista de Paul McCartney, y lejano sucesor de aquel disco editado en 1980, que
incluía temas como Coming Up o Temporary Secretary, de ahí que ésta serie de
discos tenga un significado especial en la carrera de Paul, disco por
definición, perteneciente a la era COVID, con un Paul usando al estudio como
refugio de la pandemia, en un disco que comenzó como un mero ejercicio
solitario, sin mayores pretensiones, esa, es precisamente la intensión
principal con la que arrancó la grabación de éstos temas, como algo personal
sin aparente intensión de que llegara al público, tal vez McCartney, hoy de 78
años, se sintió tan a gusto con lo que iba resultando, que terminó convencido
de que éste sería el tercer capítulo de su muy personal serie de discos
completamente compuestos, ejecutados, grabados y producidos por él.
Para el escucha, es la afortunada oportunidad de escuchar al ex Beatle sin inhibiciones, y sin limitante alguno, solamente los instrumentos, micrófonos, el poder creativo y virtuosismo instrumental de Paul en todo momento, y el resultado no es nada malo, por el contrario, y no es para menos, Paul suena cómo lo que es, un músico fantástico, y el contexto lo aleja definitivamente de su notoria fama y celebridad, lo cual tiene un efecto meramente positivo, tal vez las canciones no sean lo cercano a grandes hits de radio, pero son temas cuidados y detallados (aunque bastante dados al completo libre albedrío de la imaginación de McCartney) que destacan fuertemente las posibilidades instrumentales de Paul, que son muchas, puestas de manifiesto desde el primer tema, Long Tailed Winter Bird, con el drama emergiendo del trabajo de cuerdas de Paul, intenso de principio a fin, desplegando la imaginación del legendario músico de una forma prodigiosa, quién, por si fuera poco, rítmicamente resulta todo un titán (algo que ya se podía advertir en su McCartney I de 1970), conformando así un tema decididamente experimental que pocos esperarían a éstas alturas escuchar a Paul ejecutar.
Find My Way es puro McCartney, imposible esconder la
impronta melódica de Sir Paul, uno de los músicos esenciales de los últimos 60
años, aquí demostrando su prodigiosa capacidad de crear pop puro de la mejor
calidad y con unas cuantas sorpresas, mostrando de manera alegre algunos guiños
a su anterior disco homónimo de los 80s, con obvias deudas con la new wave, en
específico con unos Talking Heads, mientras que Pretty Boys es un McCartney más
reflexivo, un tanto nostálgico, tal vez una curiosa oda a su pasado como la
"cara bonita" de los Beatles, una auténtica tontería considerando que
era Paul el que llevaba la influencia de Zappa, de Ayler, de Stockhausen, de
Brian Wilson y de Bob Marley a la legendaria banda.
Lavatory Lil' es un tema rítmicamente poderoso, con una base
de batería y bajo sólida que se presta para una suerte de blues duro y de paso
intenso, y un Paul en actitud abiertamente divertida, y hablando de obsesiones
rítmicas, parecería que es algo que McCartney deja salir sin tapujos a lo largo
del disco, en el que pareciera disfrutar de una manera singular sentarse tras
la batería, y recetar una serie de ritmos duros, firmes y repetitivos, algo que
se vuelve a presentar en Deep Deep Feeling, un curioso ejercicio en el que
McCartney se enfoca en la atmósfera y en los sonidos, consiguiendo un
experimento destacable y de resultado totalmente contemporáneo y bastante
interesante, mientras que para Slidin, Sir Paul hace extensivo uso de las
guitarras eléctricas distorsionadas en otro de los temas destacables del disco,
en el que podemos ver a Paul alejándose de su persona para sorprendernos aquí.
The Kiss of Venus, bien podría ser un tema ligado al
McCartney I, debido a su naturaleza meramente introspectiva, mientras que Seize
the Day podría ser lo más cercano a un disco común y corriente de Paul
McCartney, y seguramente el lado más accesible de todo el disco, atreviéndose a
otro curioso experimento, casi al final con Deep Down, cerrando así un disco
que no deja de hacernos sentir afortunados de tener una oportunidad de escuchar
a Paul totalmente desatado y en solitario desde el estudio, en un disco
totalmente recomendable que nos permite apreciar a Paul el músico, alejando de la
fama y la leyenda que le precede por lo general.
Comments
Post a Comment