The Winery Dogs, III, 2023

 

Disco número tres del “power trio” The Winery Dogs, banda formada en el 2012, y cuyo disco debut, en el 2013, nos mostró la colisión de tres talentos cuya visión musical resulta bastante única, suma de tres monstruos de la música rock moderna. Si, Winery Dogs tiene sus raíces en el mundo del hard rock, sin embargo, la banda rara vez se limita a éste territorio común para muchos. The Winery Dogs aborda otros géneros como el blues, el soul, el jazz y el rock progresivo. Billy Sheehan, que inició su carrera con la banda Talas y que saltó al estrellato como parte de la banda de David Lee Roth, grabando el clásico Eat Em and Smile. Mike Portnoy, el baterista que todos quisieran tener en su banda, y que en algún momento formó parte de la leyenda del metal progresivo, Dream Theater. Cierra la alineación Richie Kotzen, en sus inicios, un joven prodigio de la guitarra eléctrica con admirables discos como solista, y que en algún momento tuvo su introducción al mundo del hard rock de la mano de grupos como Poison y Mr. Big. Para mí la gran sorpresa fue, cuando el año pasado, un amigo me puso al tanto de la existencia de la banda. Una sorpresa más saber que Kotzen se hacía cargo además de las guitarras, de la voz, y que Kotzen poseía un poder vocal que lo colocaba de inmediato, a la altura de vocalistas legendarios como Paul Rodgers, de los Free y los Bad Company, de Glenn Hughes, uno de mis vocalistas favoritos y alguna vez parte de los Deep Purple, y de un Chris Cornell, ya fallecido, lamentablemente y uno de los mejores vocalistas del rock moderno. Hot Streak, publicado en el 2015, se convertiría en mi disco favorito de los Winery Dogs y uno que escucharía bastante los últimos meses. Junto a los King´s X, que lanzaron el año pasado su disco Three Sides of One, Winery Dogs se han convertido en grandes exponentes de los tríos de hard rock. Xanadu es el tema encargado de abrir el disco, una pieza de funk y hard rock duro, con inclusiones de jazz rock, además de un solo que recuerda a Jimi Hendrix que no es el tema de Rush (otro trío de rock) o el de la recién fallecida Olivia Newton John, sino un tema que me recuerda a la banda sueca Electric Boys, que por cierto, cuenta con su propio “mago de las seis cuerdas” (Conny Bloom) que también se encarga de las voces. Xanadu es devastador y muestra el trabajo fuera de serie de Portnoy y Sheehan, que iniciaron la banda y que son de alguna forma la “fuerza” que mueve a Winery Dogs. Encima del brutal ritmo, Kotzen tiene oportunidad de “danzar” de forma doble, con sus asombrosas líneas de guitarra y vocalizaciones bastante sobresalientes. Breakthough es una pieza que deriva en gran parte de un universo post grunge, aprovechando las vocales inspiradas de Kotzen. Muchos podían decir que no hay mucho lugar hoy en día en el mundo de la música popular para bandas como The Winery Dogs, pero las vocales y pirotecnia instrumental de Kotzen, bien podrían acercar a la banda a los viejos fans de Audioslave. Rise es otro tema de durísima manufactura, Portnoy y Sheehan son un equipo extraordinario de demolición, Sheehan aquí, es magia pura. Temas como Rise y The Vengance a pesar del contexto hard rock, no dejan de mostrar una inventiva admirable en todo momento. La radio no tendrá lugar para The Winery Dogs, sin embargo, en vivo los temas deben sonar fabulosos y la capacidad instrumental del grupo, es un hecho que el formato de estudio debe ser limitante para una mayor demostración de sus habilidades. Gaslight es otro tema al que se debe poner atención y que resulta una poderosa mezcla del trabajo de Sheehan con David Lee Roth, la contundencia de unos Deep Purple y el dinamismo de unos Van Halen, claro, todo ello a través del talento particular de la banda. III es un disco que continua la ruta en ascenso de éstos Winery Dogs. Imposible negar el talento desbordante del grupo. Una sección rítmica de oro y un frontman fuera de serie. Tal vez el mundo del hard rock no sea el de hace tres décadas, pero The Winery Dogs han creado su propio universo, y ahí, no tienen rival.