Jesús Digital: Cuando la Inteligencia Artificial Toca la Fe.



Hace no mucho escribí sobre aplicaciones que generan chatbots capaces de emular o imitar la personalidad de determinadas personas. De esta forma, "platicar" virtualmente con Steve Jobs o Leonardo Da Vinci es posible al día de hoy. Algunos de estos chatbots van más allá y nos permiten interactuar incluso con personajes ficticios como Mickey Mouse o Walter White de "Breaking Bad", por ejemplo. Prácticamente cualquier personaje, real o ficticio, del que haya información en internet, es candidato a tener un chatbot con su personalidad. No es extraño; la información que alimentamos se convierte en una huella digital, una especie de "alma digital" que un chatbot puede usar para ejecutar su función.

Existen aplicaciones con chatbots que emulan muy bien, y otras no tanto. Estos chatbots aprenden de nuestras interacciones, mejoran y comienzan a conocer nuestra personalidad y necesidades. Así, algunos usuarios han encontrado que estos chatbots imitan cada vez mejor a los personajes originales. Es un hecho que en algún momento estos chatbots lograrán recrear a la perfección a los personajes, al grado que en algunos casos nos será imposible, como humanos, distinguir la diferencia.

Lo preocupante es que estos chatbots se alimentan de información en línea, y como sabemos, mucha información en internet no es del todo correcta u objetiva, ya sea por desconocimiento o de forma deliberada. Esto plantea el peligro de que estos chatbots operen con información inadecuada y puedan derivar en conductas reprobables. Por otro lado, ¿podríamos llegar a pensar que con quien interactuamos no es un chatbot, sino un personaje real que ha trascendido al espacio digital? Esto ya ha sido tratado en algunas películas de ciencia ficción.

Suiza, un país muy avanzado y desarrollado en muchos aspectos, ha instalado la primera capilla donde se puede interactuar con un chatbot que emula a Jesús. Para muchos podría sonar como una locura, pero para otros es un experimento interesante. Algunos usuarios han descrito su interacción con el chatbot de Jesús como una "profunda experiencia espiritual", es decir, realmente sienten que han interactuado con algo más que una inteligencia artificial.

No tengo dudas de que los chatbots son cada vez más eficientes para imitar personajes y generar contenido, además de tener un enorme potencial en muchas áreas. Sin embargo, me pregunto sobre los posibles riesgos de usar chatbots en un ambiente que acepta dogmas sin cuestionamiento y siempre busca encontrar señales de afirmación en lugares inesperados. ¿Podría este chatbot iniciar una nueva fe? ¿Podría confundir irremediablemente a los creyentes? ¿Podría el chatbot ser tan eficaz como los charlatanes que han convencido a muchas personas de que son el verdadero Jesús?

Al día de hoy, quienes visitan esta instalación son advertidos ampliamente de que se trata de un experimento de inteligencia artificial. Sin embargo, muchos describen la experiencia como algo extraordinario, mientras que otras iglesias señalan que este experimento no es ni recomendable ni saludable para la fe de los creyentes. Vivimos en un mundo donde la fe llevada al extremo es peligrosa, y en el que se han suscitado hechos lamentables derivados de actos de fanatismo desmesurado. ¿Qué pasa si mañana un chatbot solicita a un creyente una acción peligrosa derivada de la mala información en internet? ¿Estamos preparados para entender?

La interacción con estos chatbots nos hace reflexionar sobre el papel de la inteligencia artificial en la espiritualidad y la fe. Imagina un futuro donde un chatbot pueda influir en las creencias y comportamientos de las personas. ¿Estamos listos para un mundo donde la línea entre lo digital y lo espiritual se difumina cada vez más?

El potencial de estos chatbots para afectar nuestras vidas es inmenso. No solo en el ámbito espiritual, sino en la forma en que interactuamos y percibimos la realidad. La cuestión no es si la tecnología puede hacerlo, sino si nosotros, como sociedad, estamos preparados para las implicaciones de su uso.

La fe y la tecnología han coexistido de maneras complejas e inesperadas a lo largo de la historia. Sin embargo, la idea de un "Jesús digital" que pueda interactuar con los creyentes plantea preguntas éticas y morales que debemos considerar cuidadosamente. ¿Qué papel podría jugar la inteligencia artificial en la evolución de la fe en los próximos años?

Estamos en un punto crítico donde debemos decidir cómo queremos que la tecnología influya en aspectos tan personales y profundos como la espiritualidad. ¿Seremos capaces de mantener el control y utilizar estas herramientas de manera ética, o dejaremos que nos arrastren hacia una nueva era de fe digital sin cuestionamientos?

El futuro de la inteligencia artificial en la religión está por escribirse, y depende de nosotros definir su dirección. La pregunta sigue en el aire: ¿estamos listos para un mundo donde la fe y la tecnología se entrelazan de formas que apenas comenzamos a comprender?

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