Van Halen, For Unlawful Carnal Knowledge, 1991

Por: Rock N Roll Animal




Los tiempos musicales habían cambiado para los 90s, bandas icónicas de los 80s sucumbían ante el arribo de una nueva generación de músicos provenientes principalmente del noroeste de los EEUU. El sonido duró de los grupos de Thrash Metal y de Death Metal de mediados de los 80s había endurecido los gustos musicales del público que demandaba menos imagen y más guitarras pesadas. En medio de ésta situación llegaba For Unlawful Carnage Knowledge, nuevo disco de los Van Halen. 

A finales de los 70s, Van Halen prácticamente había creado el hard rock de los 80s. Para mediados de la década ya eran super estrellas y se habían repuesto positivamente de la pérdida de su vocalista original,  David Lee Roth. Habían editado dos discos monumentales, el 5150 y el OU812. Discos que habían despejado cualquier duda respecto al cantante Sammy Hagar. Ahora era el momento de adentrarse en los 90s y probar que tan lista estaba la banda para evolucionar y moverse hacia adelante. 

La banda seguía evolucionando ese singular sonido derivado de mezclar su sonido original, con la inspiración proveniente de los Led Zeppelin y la búsqueda de Eddie Van Halen de crear temas más maduros. Se podría decir que la banda buscaba también inspiración en el pasado de Hagar, y de la banda misma al traer de nuevo al productor Ted Templeman, cuyo trabajo tanto con los VH y con Hagar durante su estancia en los Montrose resultó legendario.

Poundcake es el espectacular resultado de ésta búsqueda. El sonido estridente de un taladro que recuerda a los Montrose, una sección rítmica brutal inspirada en los Zeppelin y las guitarras de Eddie que rescatan algo del espíritu místico de Jimmy Page pero busca conjugarlo con sonidos más novedosos, tal vez un poco de la guitarra de The Edge de los U2, por aquí y por allá. Eso si, SIM sacrificar nada de músculo, ya que éste disco debía ser el más pesado de la historia de la banda.

Rabiosas guitarras anuncian el inicio de Judgement Day, al tiempo que Michael Anthony y Alex Van Halen se suman al poderoso ataque. Hasta aquí la banda suena renovada, con más energía que nunca y con un Sammy Hagar siempre potente y al máximo nivel de adrenalina. Queda claro que la banda estaba en búsqueda de un sonido vigente y que no se quedara atrás de los duros sonidos contemporáneos. Se podría decir que la banda estaba dispuesta a explorar el extremo más inhóspito de rango sonoro.

Spanked no parecía precisamente un tema trascendente. Aunque logrando el lucimiento de su sección rítmica, reducía la energía impresa en los primeros temas y dejaba todo el peso en Hagar y unas letras un tanto débiles. El tropiezo se corregía rápidamente con Runaround, tema más accesible y que resultaría inmensamente popular para la banda, a pesar de que dista de ser de lo mejor del disco. Para Pleasure Dome, la banda intenta abordar un sonido metafísico al estilo de Mine All Mine, el resultado es claramente igual de interesante. 

Las guitarras de Eddie vuelan libre al inicio de In N Out, con Hagar a tope de su capacidad vocal, un showman impresionante que en éste disco demuestra haber tomado por completo en control de la banda. El tema aunque rescatable no resulta del todo extraordinario excepto por la brutalidad de sonido que el productor le ha dado a Alex durante todo el disco. Un tema con un ritmo sólido como roca de granito puro. Para Man on a Mission es posible escuchar a Eddie jugando con las seis cuerdas con admirable ingenio. Esto al tiempo que la banda comienza a quedarse sin ideas de momento. 

Sin ideas no significa sin energía y la banda saca todo el músculo disponible en The Dream is Over que tal vez podría denotar algo de los sentimientos  adversos al interior del grupo. La banda ha llevado aquí su dinámica al extremo del agotamiento. Posiblemente consientes de que se ha agotado la beta creativa de la unión de Van Halen y Sammy Hagar. Aún así el tema no deja de sonar bien y tener buenos instantes. 

Casi para cerrar llega Right Now, que presenta pianos en lugar de teclados en una nueva faceta de Eddie Van Halen. El arreglo es cercano al jazz contemporáneo aunque consiguen sumarlo a una interesante dosis de pop de excelente calidad. Hagar y compañía consiguen probablemente así crear el último gran tema de ésta alienación y de la banda en general. Los 90s ya se asomaban y la banda ya estaría en conflicto interno para poder enfrentar el futuro de la mejor manera, por lo menos durante esa década.







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