Pearl: La Sublime Locura de Mia Goth

Pearl no es una estrella. Aunque lo desee con todas sus fuerzas y baile con una energía desbordante, la realidad la aplasta. La granja, ese espacio claustrofóbico, es su prisión, y su sueño de escapar se desvanece con cada día que pasa. Esa frustración, esa rabia acumulada, es lo que la empuja hacia el abismo. Sin embargo, en la pantalla, Mia Goth, quien da vida a Pearl en la película homónima de 2022, sí es una estrella. No solo es una revelación, sino que, como en un escenario donde todas las luces apuntan a ella, Goth toma el peso de la historia y lo lleva, sin esfuerzo aparente, a un nivel sublime. Para quienes descubrimos su talento hace años, está claro que esta joven actriz está destinada a dejar una huella imborrable.

Pearl es una película que desarma. Es una mezcla desconcertante: por momentos, parece un filme de terror; en otros, se siente como una especie de fábula retorcida inspiradada en los clásicos de Disney. ¿Cómo puede una joven tan frágil, atrapada en un círculo opresivo de abusos y aislamiento, transformarse en una asesina despiadada al estilo de Norman Bates? Es allí donde la dirección de Ti West brilla. El guion y la puesta en escena no solo revelan el lento desmoronamiento de Pearl, sino que lo hacen con una violencia y crudeza tan inesperadas como fascinantes. El viaje de Pearl no es solo físico, sino también mental, llevando a los espectadores a lugares donde la locura es una evolución inevitable. En una entrevista, Goth señalaria que el personaje de Selma, interpretado por Bjork en la cinta Dancer in the Dark de Lars Vin Trier, sería su principal inspiración para el personaje de Pearl.

Mia Goth, junto con West, crea un trasfondo para Pearl, un personaje ya conocido en su versión adulta en X (la primera de una trilogía). En X, Goth interpretaba dos papeles, dominándolos con una habilidad que dejó claro que su versatilidad no tenía límites. Ahora, en Pearl, se enfrenta al reto de retratar a una joven en su descenso a la locura, y lo hace de manera tan aterradora como fascinante. El inicio de la película parece un espejismo: su atmósfera podría evocar a El Mago de Oz, esa fábula de transición hacia un mundo nuevo. Pero no: lo que ocurre aquí es mucho más oscuro. Al igual que Dorothy, Pearl es arrastrada por un tornado. Sin embargo, este no la llevará a un mundo de fantasía, sino a una espiral de terror y desesperación. Si algunos piensan que Dark Side of the Moon de Pink Floyd, sonaba bien junto al Mago de Oz, habría que pensar en Tomb of the Mutilated de Cannibal Corpse, para acompañar Pearl.

A lo largo del filme, es Pearl quien, imparable, nos lleva a todos hacia su abismo personal. El giro es tan inesperado como inquietante. La amenaza de la gripe española, la partida de su esposo a la guerra... Todo se entrelaza, y nos recuerda a Los Otros de Alejandro Amenábar. Pero es la figura de la madre de Pearl la que realmente hace eco del Psycho de Hitchcock: la autoridad opresiva que, en su desesperación, moldea la psique de su hija. Es un retrato familiar retorcido que, lejos de dar consuelo, sólo genera incomodidad.

Mia Goth, en cada toma, brilla con una intensidad inquebrantable. En una escena, ella actúa con una ternura casi infantil, mientras en otra nos arrastra a su tormento interior. Su baile frenético, su capacidad de sumergirse en sus fantasías más oscuras, nos deja sin aliento. Al verla llorar, desgarrada por no ser seleccionada para un musical, es imposible no sentir la pesadez de su frustración. Pero luego, ese dolor se convierte en algo mucho más aterrador. Es Pearl quien pone en la mesa un banquete macabro, rodeada de una compañía aún más extraña para recordarnos por momentos la clásica y aterradora The Texas Chainsaw Massacre al tiempo que la tensión se acumula, y el ambiente se torna asfixiante.

Es fascinante cómo Goth transforma su vulnerabilidad en una feroz locura. Hay momentos en los que, al verla en pantalla, se hace inevitable pensar en Wendy Torrance, la aterradora Shelley Duvall de El Resplandor, o en la angustia contenida de Norman Bates, interpretado por Anthony Perkins en Psycho. Pero Mia Goth, en su propia versión, lleva este descenso a lo más profundo de la psique humana a un nivel completamente nuevo.

Pearl es una obra en constante cambio. El guion, cargado de giros inesperados, no es solo una historia de horror, sino también una reflexión sobre la fragilidad humana y la delgada línea entre la cordura y la locura. Cada plano, cada gesto, cada mirada de Goth tiene el poder de desbordar la pantalla y hacernos sentir, como espectadores, parte de su angustia. La película se convierte en una exploración de la mente rota de una mujer atrapada en un entorno tóxico, un entorno que la lleva a tomar decisiones extremas e irreversibles.

Si hay algo claro en este recorrido, es que estamos ante una película que, lejos de seguir las reglas del género, las desafía y las sublima. Pearl es un viaje perturbador y fascinante, uno que nos deja pensando mucho después de que los créditos hayan terminado. Sin duda, la película está destinada a ocupar un lugar destacado en el panteón de los grandes filmes de terror.