Slayer, South of Heaven, 1988




Slayer, South of Heaven, 1988

Por: Ghostwriter

¡Por supuesto que Reign in Blood de 1986 es el Santo Grial en lo referente al metal extremo! Una vez aclarado eso, no podemos dejar fuera al legendario South of Heaven, otro de mis discos de la banda Slayer, posiblemente una de las bandas más importantes dentro del género del heavy metal, y es que luego del Reign in Blood, Araya y compañía se encontrarían con la gran incógnita sobre que podían hacer luego de publicar un clásico de todos los tiempos, ¿Buscar superarlo? Imposible, así que la banda decidió ir en dirección completamente contraria, reducir los acelerados tiempos inspirados en el hardcore punk, reducir la distorsión en guitarras y bajos, aumentar el volumen  de la batería de Dave Lombardo y poner al frente la voz de Tom Araya, quién a su vez buscaría un estilo vocal acorde al nuevo nivel de intensidad denso, inspirado más en el sonido lento y doloroso de unos Black Sabbath que en el furioso estallido de los Discharge.

En 1988, cuando tuve la oportunidad de escuchar esta auténtica joven, me pareció algo extraordinario, la producción de Rick Rubin, finalmente empezaba a desarrollar un estilo propio, que lo volvería leyenda, despojando a los Slayer de cualquier variable superficial en el sonido, reteniendo la esencia de la banda que se cocina de manera impresionante a un ritmo más lento, la banda se volvía de esta manera más intensa, más pesada, más densa y más malévola y amenazante, la tortura sonora del Reign in Blood se volvía más lenta, intensa y dolorosa, a Lombardo se le otorgaba la oportunidad de sonar mejor en la mezcla, de lucir aún más su espectacular técnica, el bajo de Araya también se volvía un elemento aterrador y finalmente, las guitarras de Hanneman y de King adquirían un sonido a heavy metal clásico, con los solos del par, siendo minimizados como único elemento que se extraña del Reign in Blood.

El inmortal cover de los Judas Priest, Dissident Agressor sigue siendo uno de los puntos más memorables de todo el disco, con la banda coronándose como una de las indiscutibles influencias del metal extremo que estaría por llegar más adelante, con una ejecución vocal de Araya tan asombrosa, así como la colosal batería de Lombardo y la extraordinarias guitarras de King y Hanneman, tan poderosamente malévolas, casi Wagnerianas, evocando los elementos "infernales" del sonido Sabbath, en completa y fascinante dirección contraria al Reign in Blood, vaya hazaña de valentía y arrojo, creando ritmos que gracias a la mayor nitidez se volvían más contagiosos, con un Silent Scream reteniendo parte de la esencia del Reign in Blood, pero con una producción que le dotaría de mayor profundidad.

Ni que decir del Live Undead, que es otro de esos temas que se benefician enormemente del sonido lento de la banda, que genera una mayor intensidad, con un Lombardo espectacular y un Araya demostrando su capacidad vocal sin envidiar nada al Reign in Blood, con unos solos de guitarra que aquí si alcanzan los niveles de locura a los que la banda nos tienen acostumbrados, y que seguramente bandas como los Morbid Angel, Los Malevolent Creation o los Deicide jamás se cansarían de escuchar, seguidos del increíble y amenazante ritmo que la banda presenta para Behind the Crooked Cross, otro tema que la banda convertiría en todo un clásico del género.

South of Heaven es un intento consciente por parte de la banda de apartarse del sonido del Reign in Blood, es muestra de una banda decidida a evolucionar y no estancarse, de una banda feroz y confiada en su capacidad de crear nueva música, relevante, de moverse y de experimentar sin miedo, con un Rick Rubin en una estupenda producción, que si bien podría no ser lo que muchos seguidores de la banda esperaban, es un disco que de forma espectacular añade más dimensiones al sonido de la banda, transformándolos en un fenómeno expansivo, imposible de etiquetar o de reducir sus enormes méritos musicales, los Slayer continuarían refinando y redefiniendo la fórmula más adelante, aunque ya pare éste disco, la banda parece haber encontrado ya la esencia real de su sonido.    


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