Nunca Adivinarías Qué Disco Desapareció en el Estruendo de Nirvana
El 24 de septiembre de 1991 es recordado como un día icónico en la historia de la música. Se suele hablar de Nevermind de Nirvana como el disco que "cambió todo", pero ese día no fue exclusivo de ellos. Otras bandas lanzaron obras igual de influyentes. Los Red Hot Chili Peppers, de la mano de Rick Rubin, publicaron Blood Sugar Sex Magik, un álbum potente que los consagró como superestrellas. Ese disco había sido esperado por años y por fin cumplió con lo que muchos sabían que la banda podía lograr. A su vez, A Tribe Called Quest lanzó The Low End Theory, considerado por muchos como el Sgt. Pepper’s del hip hop, aunque los propios ATCQ reconocían la influencia de Straight Outta Compton de N.W.A.
A pesar de toda la atención sobre Nevermind, para mí, Nirvana nunca fue lo más relevante. Mi favorito siempre será Bleach, seguido de In Utero. Nevermind lo escuché mucho después, cuando ya era imposible escapar de la imagen comercial de la banda. En su esencia, Nirvana fue una mezcla poderosa de influencias: Dinosaur Jr., Hüsker Dü, Scratch Acid, y especialmente los Pixies. Kurt Cobain no escondió su admiración por Black Francis y las dinámicas de ruido y silencio que los Pixies dominaron en los 80. A menudo decía que su verdadero sueño era haber tocado en los Pixies, y la verdad, eso se nota en cada canción de Nevermind.
El mismo 24 de septiembre de 1991, mientras todos hablaban de Nirvana, yo tenía una misión distinta. Me dirigí a una pequeña tienda de discos en Monterrey, un lugar al que siempre iba a buscar novedades. Lo único que me importaba ese día era el lanzamiento de Trompe Le Monde de los Pixies. Había descubierto a la banda años antes por pura curiosidad, y con el tiempo se convirtió en una de mis mayores obsesiones musicales. Mientras mis amigos metaleros despreciaban a los Pixies y a los Smiths, yo exploraba esos sonidos, incomprendido en un mundo que parecía temerle a lo nuevo.
Pixies, a diferencia de Nirvana, nunca buscaron ser "la próxima gran cosa". Ellos existían en su propio universo, y Trompe Le Monde fue su última gran obra antes de desmoronarse por las tensiones internas entre Black Francis y Kim Deal, quien ya estaba concentrada en The Breeders. Ese disco, para mí, era lo realmente importante. Las dinámicas agresivas y caóticas de la banda regresaron con fuerza, dejando atrás el sonido más pop de Bossanova. En mis manos tenía la prueba de que los Pixies seguían siendo esa chispa creativa y rebelde que tanto admiraba.
Después de salir de la tienda de discos con Trompe Le Monde, fui con unas amigas a un local de hamburguesas. Mientras comíamos, el televisor del lugar, sintonizado en MTV, comenzó a transmitir el video de Smells Like Teen Spirit. De repente, Nirvana explotó en la escena global, pero para quienes conocíamos a los Pixies, ese sonido ya nos era familiar. Cobain y Butch Vig, productor de Nevermind, habían recreado lo que los Pixies habían hecho años antes. Quizá Vig hubiera sido un gran productor para ellos también.
Para muchos, Nevermind fue la revolución. Para mí, la verdadera revolución había comenzado en 1987 con Appetite for Destruction de Guns N’ Roses. Irónicamente, solo unos días antes, el 17 de septiembre, Guns N’ Roses lanzó los esperados Use Your Illusion I & II. Sabíamos que esos discos no podrían replicar el impacto crudo de Appetite, pero de alguna manera, eran el fin de una era. Los 80 habían terminado, y ahora la música se dirigía hacia nuevos caminos.
Lo que no supe en ese momento fue que Trompe Le Monde sería el último disco de los Pixies hasta su regreso más de dos décadas después. Mientras el mundo seguía hablando de Nirvana, yo tenía claro que ese día lluvioso de septiembre fue, en realidad, el cierre de una etapa que había comenzado años antes con una banda que, aunque no dominó las listas, influyó en casi todos los que vinieron después.
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