Cien Años de Soledad Hoy en Día



Cien Años de Soledad Hoy en Día

Por: Erreh Svaia

“Demasiada actitud egocéntrica trae aislamiento, resultado: soledad, miedo, enojo, la actitud extrema egocéntrica es la fuente del sufrimiento.”

Dalai Lama
Mi padre perdió la partida cuando trató de convertirme en futbolista cuando era yo aún muy pequeño, mi gran afición era leer, observar y pensar en solitario, los deportes en equipo nunca fueron lo mío, después me aficioné por el físico constructivismo y por correr pero siempre en solitario, la soledad nunca me asustó antes, ni cuando era un infante, hoy debo confesar que me resulta un poco más incómoda y prefiero estar con mi familia y que los días que estoy lejos de los míos no es algo deseado, con mis padres la vida era un tanto extraña, fui muy cercano a mi madre, no puedo decir lo mismo de mi padre, quien siempre estuvo ahí, pero distante, siempre leyendo un libro en su recámara o viendo el fútbol en la televisión, la única manera de llegar a él era a través de sus libros o del fútbol, sus libros nunca fueron interesantes para mí, y el fútbol menos, el despreciaba mis libros sobre filosofía e historia y yo sus libros sobre cómo ser una mejor persona o un mejor director de empresa, yo quería encontrar la manera de entender al mundo para cambiarlo, supongo que nos aislábamos "en familia", cada quien en su mundo, yo tratando de escapar de la realidad que me empezaba a alcanzar, mis padres haciendo lo mismo, escapando de deudas, culpas y enfermedades.

La vida en el país no ha sido fácil, se acabó ese recuerdo que tenia del padre trabajador y la madre ama de casa, mi madre tuvo que salir a trabajar para apoyar a mi padre y ahí me enamoré de la soledad y mis historias, mis padres se adentraron cada vez más en sus propios mundos, empezamos cada quien a su manera a estar más y más tiempo solos, para cuando mi madre murió, no nos fue tan difícil quedarnos solos, ya casi lo estábamos, y en lo personal preferí ver a mi madre descansar para siempre que seguir sufriendo, hoy la soledad parece ser distinta, nos envuelve sin pedirlo y sin que nos demos cuenta, la televisión y el trabajo siguen ahí dispuesto a aislarnos, pero hay otros compañeros, el internet, los videojuegos, los smartphones, las computadoras, la realidad virtual y las redes sociales, hay más lugares en donde escondernos y perdernos de todo y de todos, hasta el grado de hacer que el mundo se olvide de nosotros, que incluso ya nadie nos recuerdo, el animal social está en extinción, la trascendencia se ha convertido en un video de YouTube, visto muchas veces en los “likes” del Facebook, estamos dispuestos a ofrendar nuestra propia vida por la aprobación virtual, cometer el último sacrifico para llenar ese hueco interno y ganarnos el favor de completos desconocidos.

Poco a poco nuestra vida se va tornando en otra cosa, pierde su dimensión y su peso, cómo decía José Alfredo Jiménez, "la vida empieza a valer nada", nuestra humanidad comienza a transformarse en un carácter digital dentro de un computadora que en un segundo puede fallar y perderse como si nada, si antes éramos un vela en el viento, hoy nos sentimos más importantes, pero somos material homogéneo que en cualquier momento se pie de perder, y ya no es una desgracia llevarnos a otros a nuestro paso, ya que sus vidas son tan efímeras como la nuestra, el arroyo se volvió tan caudaloso y tan estruendoso que las gotas de agua ya no tan importantes y una menos no hace la diferencia, en nuestra nueva realidad ya no tenemos familia, no podemos o no queremos, y seguimos en nuestro camino a la soledad, condenados a terminar en el olvido y habiendo cedido voluntariamente nuestro derecho a la trascendencia.

La nueva realidad es atemorizante, ya que llegará un momento en que la misma tecnología que el hombre creó termine dejándolo sin salida, sin escondite alguno, estrangulándolo finalmente y abandonándolo en la más completa y cruel soledad, no seremos esos “homo deus” que soñamos, ni tendremos auto a voladores o máquinas para viajar en el tiempo, seremos sólo sombras, con lo escrito en 140 caracteres como último recuerdo y olvidados cómo si nunca hubiésemos existido.


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