Trump, la criatura de la izquierda
Trump, la criatura de la izquierda
Por:
Axel Kaiser
Tomado
de: El Español
¿Siente que no puede criticar el Islam sin ser atacado
como un islamófobo? ¿Piensa que el multiculturalismo es un sinsentido cuando
hay grupos humanos que claramente rechazan los valores sobre los que se funda
la sociedad abierta, pero tampoco lo puede decir sin que lo pongan a la par con
Hitler? ¿Se alegró por el brexit pero no lo expresó para que no lo acusaran de
caer en el populismo? Si todas o alguna de esas cosas le han ocurrido entonces
usted entiende perfectamente por qué salió elegido Donald Trump.
Es verdad que su retórica combinó agresivos elementos
populistas con un estilo autoritario. También es cierto que en muchos sentidos
el ahora presidente de Estados Unidos es impresentable. Pero nadie puede negar
que su elección fue, en buena medida, el dedo que le levantaron las masas a la
agenda ideológica impuesta por buena parte de las élites intelectuales,
sociales y políticas de Estados Unidos.
Esta agenda ha llevado a que Occidente vaya
progresivamente sacrificando uno de sus bienes más preciados, la libertad de
expresión, bajo el argumento de que no se puede decir nada que resulte ofensivo
para algún grupo, especialmente si se trata de una minoría. Este fenómeno es
conocido como corrección política y su cuna máxima son las universidades
anglosajonas, aunque, por cierto, las del resto de nuestro hemisferio se están
contagiando rápidamente.
Uno de los elementos distintivos de este nuevo
sectarismo intelectual, que Trump hizo añicos, es el surgimiento de verdaderos
policías del pensamiento en medios, universidades y redes sociales. La
represión que se ejerce es tan brutal que incluso muchos profesores de izquierda
razonable han sido sus víctimas. Fue el caso del famoso psicólogo social
Jonathan Haidt, profesor de la Universidad de Nueva York, quien fue denunciado
por uno de sus alumnos por mostrar un vídeo en que dos personas hablaban en
defensa de los derechos homosexuales pero uno de ellos confesaba que no le
gustaría verlos teniendo sexo. El escándalo llegó a las máximas autoridades y
Haidt, para poder seguir con su curso a tiempo, se vio obligado a pedir
disculpas.
Donald Trump, ciertamente una persona que Haidt no
apoyó, representó un rabioso rechazo a toda la postura iliberal de parte de la
izquierda americana. Y es que, en el lapso de una década, esta reemplazó la
deliberación racional por una verdadera yihad intelectual. Cuando Bernie
Sanders, tal vez el precandidato presidencial más socialista en la historia de
Estados Unidos, dijo que la obsesión con lo políticamente correcto había
llevado a Trump al poder, se refería precisamente a esa desviación iliberal que
parte de la élite intelectual, política y periodística ha avalado de manera
fanática.
No hace falta demasiado sentido común para entender
que quemar en la hoguera de las redes sociales y de los medios de comunicación
a alguien que manifiesta una visión distinta, lejos de hacerlo cambiar de
opinión, lo callará, pero le generará frustración y rabia. Trump canalizó esa
rabia.
Lo mismo ocurre con el desprecio que las élites
globales muestran por los problemas diarios de las personas comunes y
corrientes. Lo cierto es que a éstas no les importa mayormente cuántos sexos
existen reconocidos legalmente ni el discurso autoflagelante sobre la
culpabilidad ancestral del hombre blanco por casi todo lo malo que ha ocurrido
en el mundo. Les importa tener un trabajo, seguridad, educación para sus hijos
y una sociedad en que sus valores no sean constantemente descalificados por
lideres de opinión, artistas y figuras políticas que se erigen en jueces de lo
que es correcto opinar y pensar.
Meryl Streep puede creer que su ramplón discurso
atacando a Donald Trump va a hacer cambiar de opinión al menos a algunos de
quienes votaron por él, pero cualquier persona que no viva en una burbuja
totalmente impermeable sabe que la gente común siente un desprecio mucho mayor
por esas celebridades de lo que se suele creer. ¿Acaso le sirvió a Clinton ser
la candidata de Hollywood, de Lady Gaga, Justin Timberlake, Katy Perry y Bon
Jovi entre tantos otros?
Mientras la élites, especialmente las de izquierda,
sigan intentando imponer a los ciudadanos cómo deben pensar y qué pueden decir
y continúen negando los problemas reales que los afectan pretendiendo que son
todos unos ignorantes y xenófobos cuando no deciden lo que estos estiman
aceptable, los Trump de este mundo seguirán emergiendo y prosperando.
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