Y Monterrey tuvo su Columbine...



Y Monterrey tuvo su Columbine...

Por: Erreh Svaia

“La violencia es una de las cosas más divertidas para observar.”
Quentin Tarantino

Apenas a escasos días de un par de ataques a mano armada en dos zonas turísticas en México que parecieran recordar el ataque de año nuevo en una discoteca en Turquía, además de dañar gravemente a una de las pocas industrias no afectadas en el país, la turística; Monterrey, Nuevo León despertó ayer con su propio "Columbine", ese tipo de ataques armados perpetrados por estudiantes contra sus propios maestros y compañeros (la masacre de Columbine sucedió en Abril 20 de 1999, inmortalizado en una película de Gus Van Zandt, y en un documental de Michael Moore), las redes sociales hicieron del evento algo trascendental apenas unos minutos después de sucedido, alrededor de las 9 de la mañana, vídeos y fotografías circularon rápidamente creando acaloradas discusiones éticas sobre la difusión de dichas imágenes y la "normalización de la violencia", el morbo de la situación, la doble moral prevaleciente en la sociedad mexicana, que pareciera querer cerrar los ojos y hacer como que nada sucedió y seguir impávidos hasta que vuelva a suceder algo así, incluso las sobrias declaraciones de las autoridades procurando no llamar mucho la atención y ahondar en el hecho de que el padre del autor del atentado aparentemente trabajó en el gobierno anterior (algo similar a lo sucedido en los hecho que involucraron a otro menor, de apellido Castrillón, en un evento sangriento en la localidad).

La "realidad" parece habernos alcanzado finalmente y aquello que vimos muchas veces (y criticamos hasta el cansancio) pasar en escuelas en el vecino país del norte sucedió en nuestra ciudad, la tecnología hizo que el hecho quedará capturado en su cruda totalidad, siendo difundido rápidamente en Internet para sumarse a esos escalofriantes testimonios visuales de eventos como las grotescas ejecuciones del ISIS o la escalofriante la reciente ejecución del embajador ruso en Turquía, que siempre me parecieron lo más cercano a la caótica obra del controversial director de cine Oliver Stone, el video del atentado en Monterrey, además de las fotos de las víctimas fueron rápidamente viralizadas, dejándonos ver de forma morbosa el lamentable suceso que más que una estilizada obra de Stone se asemeja a las pesadillezcas películas de Harmony Korine, la frialdad de las acciones del ejecutor, el mecánico sacrificio de las víctimas y hasta el humor negro del chico tratando de suicidarse después del ataque, fallando dos veces y después cargando su arma para lograr su cometido final.

El ataque en el Colegio Americano del Noreste, al sur de Monterrey, es una herida más que se suma a otras como el huracán Gilberto, al atentado por parte del narcotráfico en el Casino Royal y las ejecuciones públicas durante la "Guerra de Calderón", sucesos tristes y lamentables que han ido transformando la alguna vez monótona vida en ésta ciudad, hoy la ventana al mundo se abre y nos deja expuestos a nuevas realidades para las cuales, tal vez aún no estamos preparados, el nihilismo en las redes sociales que parece extraído de la novela Fight Club del gran Chuck Palahniuk, corrientes violentas y desestabilizadoras cada vez más presentes y cada vez menos vistas como meras teorías conspirativas, peligrosas sectas cibernéticas adictas a la violencia, herencia de una sangrienta guerra inútil contra el narco que marcó a toda una generación, la falta de tiempo atención a los menores a causa de la necesidad de los padres de trabajar ambos tiempo completo para sostener a la familia ante la difícil situación económica, la soledad cada vez mayor que nos abraza a todos acentuada por la inmersión cada vez mayor en las computadoras, los smartphones y los videojuegos, hay que ponernos a pensar, no sólo en el mundo que estamos dejando a nuestros hijos, también en los hijos que le estamos dejando al mundo, ¿Cómo obtiene un menor una arma de fuego? ¿Cómo aprende a manejarla con tal destreza? ¿Quién y cómo lo alentaron a realizar el acto? ¿Terminaremos pensando como en los EEUU, que la solución a esto es ir todos armados? ¿Nos encerramos para evitar la escalada de violencia y su “normalización” o maduramos para poder abrirnos al mundo y aprender de nuestros errores?

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