Harvey Milk, A Small Turn of Human Kindness, 2010
De verdad extraño a los Harvey Milk, no al activista gay de los EEUU, sino a la banda formada en Athenas, Georgia, la tierra de los R.E.M. y los B-52s y que desapareciera despúes de la primer decada del siglo 21. A Small Turn of Human Kindness es mi disco favorito de la banda. Uno que resultará seguramente difícil para el escucha no iniciado en sonidos como el heavy metal más pesado, el llamado doom metal, el sludge o el stoner rock. Los Harvey Milk son todo eso y más. Inspirados por verdaderos monstruos sónicos como Black Sabbath (¿Sorpresa?), los Melvins y los Swans. En sus discos la banda suena como una creatura enorme y pesada que avanza lentamente destruyendo todo a su paso, herida de muerte y maldiciendo al mundo que no la ha podido comprender. Así de pesado es éste trio, alguna vez cuarteto, que luego de publicar su disco más popular, en en el 2009, lo despreció y decidió crear su disco más pesado al año siguiente.
La batería de Kyle Spence surge directamente de los territorios sonoros de los Swans de Michael Gira. Un sonido doloroso y monumental a la vez. Poco ritmico y bastante orquestal hasta cierto punto. Kyle no lleva a cabo la ejecución de un ritmo como tal. Lo de Spence es marcar un duro paso y en ocasiones resaltar los momentos más dramáticos en éste grupo de temas que podrían alcanzar incluso el grado de ser toda una opera de alto calibre. Las vocales de Creston Spiers son otra parte medular del abrumador sonido. Spiers suena épico, monumental y herido de muerte. Al escucharlo, queda claro que en el mundo de los Harvey Milk no hay lugar para la esperanza, todo suena a desolación. No hay que olvidar que aunque suenan pesados como una loza en el cementerio, la banda se toma en serio pocas cosas, de ahí el nombre el grupo, y el nombre del primer tema, *. Si, así se llama. Tema brutal con afiladas y letales guitarras a cargo de Spiers.
El bajo de Stephen Tanner es lo primero que suena y nos hace estremecer en I Just Want To Go Home. Claro, los nombres de cada uno de los temas son parte importante del oscuro humor de la banda. Parecieran todos y cada uno, discretas señales de auxilio de una persona secuestrada que no quiere que su captor se entere. La bateria de Spence cede un poco y da más espacio aún para el atormentado Spiers. Algunos podrán llamar a los Harvey Milk doom metal, o stoner rock, o sludge, la realidad es que el sonido de la banda es tan crudo y brutal que facilmente se podría pensar de éste, que es un equivalente al grindcore o al black metal. Un sonido extremo que se esmera en desafiar convencionalidad. Un sonido que mantiene su distancia de los Candlemass, de los Trouble o de los Sleep, pero que no parece nada incómodo o fuera de lugar si se escucha junto a los Earth, a los Eyehategod, a los Crowbar o los mismos Melvins.
La guitarra de Spiers se hace del protagonismo con poderosos y resonantes riffs en Im Sick of All This Too. Una vez más, la banda aprovecha el espacio, lo disfruta, deja que cada uno de los sonidos emitidos se vaya hinchando y vaya saturando el espacio. Hay repetición a alto volúmen. Hay vocales repletas de dolor y desesperación. La experiencia de escuchar un disco así, no deja de ser asombrosa, es un trabajo hecho con lujo de detalle, y con lujo de sadismo también. Es un sonido que no se ajusta a nada, pero que se atreve a todo. La ambición de la banda por crear su disco definitivo, sin encajar en ningun lado y sin buscar satisfacer a nadie más que ellos mismos, se hace patente en todo momento. I Know This Is No Place for You, seguramente es, la pieza más memorable del disco, se pega, se adhiere a la mente de uno y no te deja escapar.
I Alone Got Up and Left, es otra oda inmensa a la desolación pura. En el tema es fácil encontrar esos elementos atronadores del grindcore y la nostalgia aterradora del black metal. La banda simplemente se dedica a crear música pesada no sólo a nivel sonoro, sino también emocional e intelectual. Las guitarras de Spiers brillan de forma particular, aunque de forma breve en éste tema. La nostalgia y el terror se hacen presentes de forma poco común en I Know This Is All My Fault. Las guitarras de Spiers más amenazadoras que nunca, la pieza tiene una carga emocional enorme, que los acerca de forma impactante el trabajo de personajes como Nick Cave o Michael Gira. La banda suena colosal en éste tema, capaces de conjugar diversas emociones de forma muy efectiva y despúes cambiando la dinámica por completo para dejarnos completamente solos, en el abandono.
El disco cierra con I Did Not Call Out, que pareciera una vez más acercar a Spiers a Nick Cave, claro, si Cave saliera en éstos momentos de una caverna, realmente. Cabe mencionar aquí, que tema tras tema, la banda va abriéndose más y más, y la música se va llenando de más emoción y color. Al final, la banda parece liberada, dispuesta a todo. Ha dejado ir esa gran carga, lo ha dejado todo grabado, pareciera que se han librado de algo y saben perfectamente bien que el fin ya estaba demasiado cerca. Es una liberación total, es el anuncio de una partida sin mirar atrás. Algo que se plasma a la perfección en el tema. Imposible pensar que hay algo más allá de ésta canción. Este es el canto de cisne de un monstruo herido de muerte que se arrodilla en éste tema y se despide para siempre del mundo.
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