Steely Dan, Aja 1977




1977 y la legendaria banda Steely Dan ya se encontraba en el estudio poniendo en marcha su más ambicioso proyecto hasta el momento. El núcleo sagrado de la banda, formado por el cantante y tecladista Donald Fagen y el guitarrista y bajista Walter Becker, había decidido en 1974, dejar atrás en forma definitiva su pasado como banda de rock común y corriente. Habían optado por convertirse en un proyecto de estudio, agregando a cualquier músico que ellos consideraran más adecuado para cada canción. Steely Dan dejaba de ser una banda que grababa discos y salía de gira, para convertirse en el proyecto exclusivo de estudio de Fagen y de Becker, una máquina de canciones flexibles y esotéricas a la vez. Para Steely Dan, conocida como una banda de perfeccionistas obsesionados con el detalle, la nueva estrategia era la oportunidad para llevar la obsesión por lo perfecto al límite. Aja, su disco de 1977, era la oportunidad deseada de desatar la fase dos de la banda que había iniciado en 1975, con el enorme desfile de músicos que habían participado en el disco Katy Lied de 1975. Para Aja, la banda sumaría la cantidad de 40 músicos de estudio.

Para Aja (pronunciado “Asia”), Fagen y Becker estaban decididos a dar rienda suelta a la influencia enorme que la música jazz tenía sobre ellos. El resultado sería una poderosa fusión de rock, jazz, pop e incluso funk (algunos dirían también ligeros toques de prog rock), amplificada de forma espectacular por la dedicación de cada músico en el estudio. Aja sería un disco como ningún otro hasta entonces, sumado a la propensión de la banda por escribir canciones extensas, con un bastante retorcido sentido del humor, mensajes crípticos y homenajes a sus bebidas favoritas. Black Crow (una de esas bebidas acostumbradas por la banda), que inicia con un poderoso ritmo de funk que hace eco a personajes como Sly Stone, Stevie Wonder y Herbie Hancock se beneficia enormemente del trabajo de Fagen en los teclados y del trabajo rítmico del bajista Chuck Rainey y el baterista Paul Humprey, además del trabajo de saxofón de Tom Scott, que da un toque bastante moderno al tema. Vaya manera de abrir un disco, con una declaración musical tan poderosa y elaborada de forma magnífica.

Aja, por si mismo, es un tema que cuenta una fabulosa historia acerca de una mujer proveniente de Corea, perfectamente enmarcada por las guitarras de Becker y Denny Dias. Un tema irresistible con una interpretación estupenda por parte de Fagen, el hombre renuente a cantar en sus inicios, que se puso esos lentes oscuros, como Lou Reed, para vencer la timidez y el “stage fright”, y que al final se convirtió en la gran “imagen sonora” de la banda y de sus historias de Nueva York a Los Angeles (tanto Fagen como Becker eran nativos de NY, de la escena cercana a los Velvet Undeground y se habían trasladado a LA, a la escena que había nacido a partir de los Beach Boys, los CSN&Y, Joni Mitchell, los Fleetwood Mac y los Eagles). Dias, veterano colaborador de la banda, añadiría estupendas líneas de guitarra a una pieza que crecería aún más, gracias a un potente solo de saxofón a cargo del enorme Wayne Shorter, quien añadiría aún más intensidad a un tema casi zen, hipnótico y de una fuerza arrebatadora. Un tema que se corona de forma especial gracias a las baterías excelsas de Steve Gadd que se adueñan del momento al final de la hermosa pieza, en la que queda por de más de manifiesto, la obsesión por la banda de lograr que cada instrumento y que cada nota brille al máximo.

Algo muy especial y característico de Aja, es el poder detrás de los relajados sonidos de la banda. Puede sonar irónico, pero la banda suena confiada y eso los relaja, y a su veces los hace más consistentes y contundentes. Temas como Deacon Blues adquieren un poder incontenible, brutal para una banda cuya fineza y cuidado de cada detalle los hace casi invencibles en piezas como ésta. La voz de Fagen es simplemente fabulosa, los coros y la melodía es simplemente de los mejor que haya hecho la banda y de lo mejor que se haya hecho en el mundo del rock de finales de los 70s. Un universo muy propio e irrepetible a cargo de unos verdaderos iconoclastas, que se negaban a dejarse llevar por la corriente y que estaban dispuestos a rebelarse a todo lo que se hacía en ese momento. Mientras el mundo musical vivía una batalla entre el prog rock, la música disco y el punk rock, los Steely Dan se aislaban del mundo, se enclaustraban en el estudio y creaban música inclasificable y atemporal, algo casi irreal y que es lo que precisamente hace tan especial a éste disco.

Peg hace algunos guiños al jazz subversivo de un Frank Zappa, otra de las grandes influencias de la banda. Peg es seguramente el momento más “pop” del disco, esto sin que la banda comprometa en algún momento su visión muy particular de la música. El tema se convierte en practicamente una declaración musical e imprime su propio sonido en una época en la que seguramente causaría gran sorpresa. La banda combinando el jazz de Zappa, los sonidos callejeros de Lou Reed, las melodías soleadas de Brian Wilson, algo que seguramente no muchos artistas pudieron ser capaces de lograr en ese momento. Home at Last, además del jazz, exhibe una notoria influencia del blues. Un tema liderado por la voz de Fagen y el acompañamiento de Victor Feldman en el piano y las guitarras de Becker que resuenan en un admirable solo, cuidando el máximo detalle en cada nota.

La interacción entre las baterías de Ed Green y el bajo de Chuck Rainey se encargan de dirigir el ritmo en I Got The News, una descarada y gozosa pieza de jazz con un Fagen agil y fluido, otro tema interesante y con un inusualmente más acelerado paso, que en las anteriores canciones. Importante aquí destacar el duelo de solos de guitarra entre Becker y Larry Carlton, y de líneas de piano de Feldman. Seguramente el tema más explosivo y dinámico del disco. Aquí importante señalar que los Steely Dan se encargarían de dejarnos para el cierre, uno de los temas más representativos del disco, el monumental Josie, con las insistentes guitarras de Larry Carlton y Dean Parks y el solo a cargo de Becker. Aja es un disco inusual, sobre todo por su obsesiva necesidad de cuidar cada detalle y la visión de la banda en la que se buscaba hacer destacar y brillar cada sonido capturado en el estudio. El resultado, un disco sin fallas, perfecto a más no poder, con temas increíbles y la banda saliendo triunfadora ante tan monumental tarea. Uno de los discos ícono de finales de los 70s, y cuyo sonido sería explotado al máximo por otros músicos en las décadas siguientes.

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