Bring Her Back: Cuando el Duelo Se Vuelve Demencia: La Cinta de Terror Más Brutal del Año



¿Qué arriesgarías por traer de vuelta a alguien? Hace un par de días me topé con lo que podría ser la película de terror más afilada del año: Bring Her Back. No es de esas que te asustan con trucos baratos; esta te arrastra a un torbellino psicológico y a un drama que duele de verdad, como si te apretaran el corazón con alambre de púas. Dirigida por los hermanos Danny y Michael Philippou, la cinta mezcla cintas VHS de found footage que te hacen dudar de lo que ves con una tragedia sobrenatural que parece sacada de un mito griego. ¿Ese instante en que una historia te agarra y no te suelta? Esto es exactamente eso, con un suspenso que crece como una tormenta que no se puede esquivar.


Los Philippou no son novatos. Con Talk to Me dejaron a todos boquiabiertos, canalizando la energía salvaje de sus días en YouTube con RackaRacka hacia algo oscuro y magnético. En Bring Her Back, han pulido su estilo, entregando una mezcla explosiva de terror, drama, suspenso y un toque de humor negro que corta la tensión como un bisturí. Aquí nada sobra: cada escena te empuja hacia adelante, haciéndote cuestionar dónde termina la realidad y comienza la pesadilla. Es como si hubieran destilado la angustia de una pérdida cotidiana hasta convertirla en algo que explota en la pantalla.


Y luego está Sally Hawkins, la actriz inglesa que se roba cada cuadro. Su actuación es un viaje emocional brutal, pasando de una terapeuta frágil a una fuerza desquiciada con una precisión que hiela la sangre. ¿La mejor interpretación del año? Podría serlo, sobre todo si recuerdas su trabajo nominado al Oscar en La forma del agua con Guillermo del Toro. Aquí, Hawkins canaliza esa misma vulnerabilidad, pero la retuerce hasta llevarnos de la ternura a la locura, haciéndote sentir cada grieta en su alma.


La trama es un cable al rojo vivo, lanzando giros que golpean duro y se quedan mucho después de los créditos. En su núcleo, Bring Her Back desentraña el vacío desgarrador de perder a alguien cercano, un tema que los Philippou alimentan con su propio dolor personal, como hicieron en Talk to Me o como vimos ya en Weapons de Zach Cregger, donde la muerte es el motor de lo sobrenatural. Hawkins nos guía por las etapas del duelo: la negación que susurra, la rabia que estalla, y esa línea borrosa donde el dolor se convierte en demencia. Es un reflejo de nuestras propias luchas internas, amplificado por fuerzas paranormales que prometen reencuentros pero entregan caos.


El agua se convierte en un personaje silencioso en esta pesadilla, un símbolo de la dualidad de la vida: nutre en un momento, ahoga en el siguiente. Como en La forma del agua, donde unía mundos reales y fantásticos, aquí el agua difumina los límites entre la cordura y el abismo. Los Philippou lo usan con maestría, transformando el agua de la regadera, el agua de lluvia, una alberca o un charco, en portales donde los muertos susurran de vuelta, al estilo de clásicos del J-horror como El Aro, donde el agua guarda maldiciones que se cuelan en el mundo de los vivos. Es un detalle que pide una segunda mirada para captar todas sus capas.


En muchos sentidos, Bring Her Back se siente como heredera del terror existencial de Ari Aster, las implosiones familiares o los horrores diurnos. Los Philippou toman ese legado y lo impregnan con su propia crudeza, mientras A24 reafirma su lugar como el estudio que redefine el terror con historias que cortan hasta el hueso. 

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