Frenazo Mundial
Frenazo Mundial
“Y ahora nos topamos con el mundo se frena, nos creímos que el
crecimiento es infinito y ahora vamos comprobando que esto no es así, lo
importante no es subirse a la ola del crecimiento, sino entenderla, y saber
controlarla con el fin de poder crearlas y conseguir con ellas un crecimiento
sostenido lo más duradero posible.”
Erreh Svaia
Por: Santiago Carbó
Tomado de: El País
Todo parece apuntar a que la economía mundial se está
frenando. El crecimiento global (viejo mundo incluido) parece condenado a
resentirse. China es el gatillo que ha lanzado el primer disparo y el impacto
está siendo muy importante en todos los emergentes. El lunes negro que se ha
vivido este lunes en las bolsas suena a preludio de tempestad. Aunque agosto
pueda ser un mes volátil de por sí, el batacazo ha sido de nota.
No es que lo que ocurra con la economía china sea la causa
de todos los males en otros países pero sí que está dejando a la vista las
debilidades que llevan años acumulándose. Como si no quisiera ser agorero o
lanzar mensajes poco alentadores, el FMI observa que hay solo una ralentización
y dice que es “prematuro” hablar de crisis en China. Esta visión se antoja algo
rosácea.
Casi todos los emergentes vienen experimentando un deterioro
en sus principales magnitudes macroeconómicas desde 2010 o 2011, dependiendo
del caso. Tomados estos países en su conjunto, la desaceleración ha sido casi
continua en la tasa de variación del PIB, la producción industrial o el consumo
privado y, más recientemente, se están observando incluso variaciones negativas
en las exportaciones.
Parte de lo que ocurre es que muchas de estas economías se
enfrentan a la clásica trinidad irreconciliable del modelo Mundell-Fleming
porque con movilidad de capitales sufren para evitar la volatilidad de los
tipos de cambio o para realizar una política monetaria más o menos
independiente. Cuando Europa y Estados Unidos fueron golpeados por sus crisis,
gran parte de la liquidez privada se fue a los emergentes… y ahora sale de
ellos. Y la correlación y velocidad de transmisión de los mercados es muy
elevada: una devaluación acumulada del 3% del yuan fue seguida por una pérdida
de valor superior al 4% en las divisas de otros 17 emergentes.
Hay una cierta probabilidad de que las cosas se precipiten a
peor y hay varios candidatos a aceleradores. Uno de ellos son las posibles
tensiones sociales en China. Uno de los indicadores más difícilmente creíbles
de ese país es que, pase lo que pase, el desempleo se encuentra siempre en el
entorno del 4%. Incluso creyéndolo, el paro podría aumentar rápidamente si las
exportaciones siguen cayendo y si se resiente aún más la producción industrial.
La China de hoy es más urbana pero no cuenta con garantías para dar cobertura
social si las cosas se ponen especialmente feas. Los accidentes industriales
tampoco están ayudando.
De momento, China aguanta a base de vender reservas de
divisa foránea y de inyectar liquidez equivalente en sus bancos. Pero esas
reservas no son eternas y las inyecciones de liquidez acabarán por presionar
los tipos al alza. Solo falta que Estados Unidos suba los tipos de interés para
que las cosas se precipiten aún más. Todas estas caídas en los emergentes no
son compensadas por los avances en las economías de Estados Unidos o Europa
que, en todo caso, siguen cuestionándose como sostenibles a medio plazo. Hoy
por hoy, si frenan los emergentes, frenamos todos.
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