Repitiendo la historia
Repitiendo la
historia
“Y la democracia en
Ecuador empieza a salir por la ventana de la misma forma que sucedió en
Venezuela y Bolivia, cuidado, que Argentina y México no están tan lejos de
Ecuador.”
Erreh Svaia
Por: Daniela Chacón Arias
Tomado de: El País
A pesar de que en ocho años de Revolución Ciudadana he visto
como el régimen ha insultado, desprestigiado y vilipendiado a todo aquel que ha
osado estar en desacuerdo, no imaginé que me llegaría el turno. Y a pesar de
que muchas de las cuentas que usan en redes sociales para atacar a quienes pensamos
diferente serían falsas, no es menos cierto que se siente todo el peso del
Estado sobre uno.
Ya no solo es la descontextualización de la información que
presentan como cierta, o que en la sabatina (programa semanal del Presidente
Correa) nos expongan al escarnio público sin siquiera tener el derecho a
defendernos. Ahora también es el séquito de acólitos en redes sociales que al
parecer no tienen más palabras en su diccionario que los insultos. ¿Cómo les
explicas a tus padres (neófitos en esto de la tecnología) la existencia de los
trolls? ¿Cómo calmas su pesadumbre cuando tú misma no entiendes cuál es el
crimen que has cometido?
Tuve la osadía, como muchos ecuatorianos, de salir a las
calles a pedir rectificaciones a un gobierno que cada día se encierra más en su
trinchera. Ya son varios meses de un creciente conflicto social que, ante un
gobierno que cree estar siempre del lado de la verdad, encuentra su único
desfogue en las calles. Y lamentablemente no hay visos de que el conflicto
pueda disminuir, pues las únicas respuestas que estas protestas han encontrado
son los insultos y la polarización. El gobierno toma como excusa los actos de
violencia, aislados, y pretende caracterizar así a todos quienes hemos salido a
pedir ser escuchados.
Los grupos que protestan son variopintos. Si bien los
indígenas y los sindicalistas han sido los más organizados, las organizaciones
de la sociedad civil y grupos ciudadanos, que durante años fueron cooptados por
el gobierno, están volviendo a retomar su rol. Y así como los grupos son
diversos, las proclamas también. Sin embargo, conforme se acerca diciembre se
ve a todos converger hacia un objetivo: las reformas a la constitución. En
diciembre fenece el plazo para que la Asamblea Nacional apruebe un paquete de
reformas constitucionales que incluyen, por ejemplo, la reelección indefinida.
Y es que las reformas constitucionales son el epítome del
tipo de Estado en el que vivimos los ecuatorianos y en el que seguiremos
viviendo si son aprobadas. Las reformas carecen de legitimidad jurídica y
democrática. Jurídica porque, al tratarse de cambios estructurales a la
constitución, deben tramitarse a través de una consulta popular y no solo con
los votos de los asambleístas, sean o no en su mayoría de Alianza País.
Democrática porque la democracia no es sólo cuantas elecciones puede ganar el
Presidente Correa, sino el cumplir las reglas del juego y que éstas sean
iguales para todos.
Han pasado ocho años y un poco más, y el gobierno de Rafael
Correa quiere cambiar las reglas del juego, inconstitucionalmente, para
quedarse. Se supone que con él, el Ecuador ya cambió. Pero si regresamos a ver
la historia republicana de nuestro país constatamos que la presencia de
gobernantes iluminados es más común de lo que quisiéramos. Puede haber buenas
obras, pero eso para muchos ecuatorianos ya no es suficiente. No queremos
seguir repitiendo nuestra historia: queremos también instituciones, queremos
democracia y queremos libertad.
Estamos a las puertas de un mayor conflicto social y es en
estos momentos cuando el Gobierno, que ya no goza de un cheque en blanco, debe
demostrar su capacidad de gobernar para todos. Y también es en estos momentos
que las diferentes oposiciones deben contribuir a disminuir la tensión social.
Está a prueba nuestra capacidad como sociedad democrática y pacífica de
procesar este conflicto con esas mismas características.
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