¿Permitir o no?



¿Permitir o no?

“Toda adicción es mala, no importa la droga, ya sea alcohol, morfina o idealismo.”
Carl Jung

Por: Erreh Svaia
No hay que confundir, libertad es poder decidir de qué manera haremos lo que debemos hacer, ¿Dónde queremos vivir? ¿Cómo queremos vivir? ¿De qué queremos vivir? ¿Qué queremos estudiar? Esto sin afectar a nuestros semejantes, ahí es precisamente donde termina nuestra libertad y comienza algo llamado libertinaje, en el libertinaje no sólo afectamos a nosotros mismos, también terminamos afectando a los demás, a nuestro prójimo.

A nivel mundial, el debate sobre la legalización de las drogas cómo la marihuana empieza a tomar fuerza, muchos conocemos los resultados de estas políticas en el viejo mundo, países avanzados que han sabido absorber en el sistema el uso de drogas, sacando buen provecho económico de su producción y distribución, administrando los recursos generados para beneficio no sólo de las finanzas del estado, sino para beneficio del sector salud responsable final en el caso de mal uso de los estupefacientes, y de paso desarticulando las organizaciones criminales violentas y corruptoras que se desarrollan alrededor del comercio ilegal de estas.

Los Estados Unidos de América hace un par de años empezaron este proceso, obteniendo buenos resultados económicos aunque sin tener aún resultados definitorios en el tejido social y en el sector salud, no olvidemos que para el vecino del norte es prioridad el tema corporativo y económico mucho antes que cualquier otro tema o repercusión, no olvidemos que la salud económica del sector armamentista, disfrazada cómo libertad de protegerse, sigue anteponiéndose a la necesidad de combatir y solucionar las cada vez más comunes y continúas masacres en las escuelas, perpetuados por jóvenes mal orientados con una facilidad pasmosa para obtener armamento pesado.

La ONU luego de recientes declaraciones aparece inclinarse por abogar por la despenalización y la legalización del uso de drogas, y recordemos que una de las promesas de campaña fuerte del hoy primer ministro electo de Canadá, Justin Trudeau, es tomar como base el experimento realizado en Colorado, E.U.A., para conseguir la legalización de las drogas en Canadá, aunque aquí, antes de adelantar acciones, hay que considerar el generoso sistema de bienestar estatal canadiense.

En México, este debate comienza a sonar, vamos atrasados en el tema cuando este se trata aspectos medicinales, en dónde sin duda, el estado ya debiese estar interviniendo como proveedor de este producto para ciertos padecimientos.

Sobra repetir los señalamientos que los entusiastas de la legalización han realizado, los estudios científicos que corroboran el menor daño y adicción física causado por la marihuana a en comparación con el tabaco y el alcohol, así como el duro golpe que se arremete contra las organizaciones criminales al perder el "monopolio" de producción y distribución, aspectos positivos sin duda, pero que no representan puntos definitivos para el debate.

El debate principal debe ser si nuestro estado de derecho y el sector público de salud están a la altura de tal decisión, el primero considerando todo tipo de implicación negativo en la salud que la exposición a drogas como la marihuana podrían traer a la población, el segundo para educar sobre los riesgos del abuso, el uso del alcohol a pesar de estar regulado, no se controla de una manera adecuada, nuestras penas contra infractores que ingieren alcohol y conducen son mucho menores a las que existen en E.U.A. o Canadá y el hecho de que con la marihuana se tendría la misma laxitud para legislarse resulta escalofriante, se regula, pero no se vigila actualmente que los menores no tengan acceso a las drogas, ¿Qué pasaría si agregamos a esto la mariguana llegando a los menores? Por otro lado, el sector saludo y el sector educativo, ¿Están listos para diseñar, implementar y ejecutar de forma continua una nueva legalización especializada? ¿Tenemos la capacidad de controlarla? ¿Se tiene pensado en dónde se consumirá? ¿Cómo se contendrá? ¿Podrá el sector público o tendrá que entrar el sector privado al auxilio?

Al final creo que las implicaciones rebasan a nuestras autoridades y funcionarios, no han demostrado una eficiencia en la contención del uso de “drogas” legales cómo el alcohol o el tabaco, el primero típica causa de ausentismo y el segundo aliciente para el cáncer de pulmón, ¿Queremos echarnos encima un problema más? No creo que la legalización de la mariguana o de otras drogas suaves sea la panacea, ya que la drogas duras como la cocaína y la heroína (además de las drogas sintéticas) seguirán ahí, seguirá existiendo mercado y por lo tanto criminales dispuestos a morir y matar por las ganancias de este negocio, no estoy en contra de la legalización, pero si a favor de primero estudiar bien las repercusiones y diseñar un programa integral para la posterior apertura en el consumo, que implique desde el tema productivo hasta las medidas de salud en casos (pocos reportados hasta ahora) de adicción, hoy el alcohol se ha convertido ya casi en una obligación social, y el cigarro ha conseguido penetrar fuertemente en el sector femenino, ¿Qué sorpresa nos depararía la legalización de la marihuana? ¿Otro requerimiento social? ¿Consecuencias en las mujeres durante el embarazo? Es un largo camino para tomar una decisión así, y al final resultaría sólo un pequeño paso, en el mejor de los paso hacia el progreso.


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