Amor Fati

Amor Fati

Por: Erreh Svaia
Full Metal Lifehacker

Hace casi un par de décadas pude haber hecho una larga y fructífera carrera innovando el mundo de la negociación y adquisición de alimentos congelados, muchas de las iniciativas que tomé en aquel tiempo, en que apenas iniciaba mi carrera apenas las veo volviéndose una practica común en el mundo del autoservicio, muchas otras que dejé en el tintero aún no pasan por la mentes de quienes siguieron mis pasos en esas actividades, el futuro que en algún momento vislumbré para ese negocio sigue y seguirá lejano, en aquellos años la idea de especializarme y dedicar el resto de mi vida a tan estrecho campo de acción me resultaba escalofriante, no quería verme como mi padre “revolucionando” una industria en particular y después prisionero de esa “jaula”, menos ser parte permanente de una empresa que forzaba esa especialización salvaje, era una empresa que ofrecía un futuro seguro y certeza en una larga carrera, ir en contra de la lógica de aquellos años me costó bastante, decir adiós a una zona de relativo confort que recién empezaba a experimentar en mi carrera parecía no era cosa fácil, adentrarme en una vida de incertidumbre no parecía ser una decisión muy sabía en aquellos años, pero varios sucesos ocurrieron que fueron dando forma a una nueva visión de mi parte hacia la vida, una aversión hacia la rutina, la muerte de mi madre y haber conocido a mi futura esposa (amor fati); desde que comencé mis estudios profesionales me negaba de forma rotunda a verme encasillado en un campo estrecho de estudios, quería seguir aprendiendo sobre la historia, la psicología, la literatura, el cine, la filosofía, la economía y los negocios, campos que llamaban mi atención por igual, me negaba a ceder mi vida a una de esas disciplina en particular y en exclusiva, “la única constante es el cambio”, y aunque no es fácil aceptar el cambio y lleva algún tiempo habituarse, debemos aprender, y más aún en éstos tiempos repletos de complejidad, a vivir y abrazar esa incomodidad, a los milenials parece no gustarles, les aterra, les asusta, pero tampoco sus padres tuvieron esa certeza que ellos parecen demandar, un terror ante un ambiente cambiante y siempre sorpresivo que a mi punto de vista ayuda a la construcción de virtudes como la disciplina, el temple, la moderación, el valor, la paciencia entre otras cosas, todas ellas asomándose desde la adversidad y no en la comodidad o en la complacencia; así que dejé ese idílico empleo para aceptar una oportunidad que me habían ofrecido en una empresa, en aquel entonces más pequeña, pero en un puesto en el cual mis responsabilidades y alcances crecían de forma considerable, mis habilidades como negociador crecieron exponencialmente una vez que me hice parte de aquella pequeña empresa que debía siempre ir contra corriente frente a los grandes monstruos de la industria, la dificultad me hizo crecer como profesionista, también la oportunidad de seguir aprendiendo de prácticamente todos y cada uno de los departamentos en una tienda de autoservicio, abarqué mucho muy pronto y no me rendí, cometí muchos errores y me hicieron aprender aún más, incluso tuve la suerte de ser parte de un experimento pionero en el mundo del comercio electrónico, en aquel momento desconocido en el país, y cuya realidad se presentaba ante mí, dándome una amplia visión de un futuro que se avecinaba ya, cuando la incertidumbre cedió y me hallé nuevamente ante la misma cuestión de años atrás, me di cuenta que era tiempo de emprender nuevamente el vuelo, o de apresurarme a tomar un nuevo tren hacia un destino distinto, así que al surgir una nueva e interesante oportunidad, nuevamente me vi en un ambiente distinto al que dominaba, en una industria nueva y fascinante que una vez más me ofrecía la oportunidad de aprender, y no sólo eso, de ampliar de manera inesperada mi visión, me adentré en el mundo del mercado global de alimentos, de la especulación de divisas, de los commodities, de la oferta y la demanda, del proteccionismo, de los conflictos geopolíticos, de la escasez, todo ello una gran aula de aprendizaje que me costó años dominar, que me causó frustración si, pero que con el paso de los años me dio una forma de ver los negocios tan amplia que pocos en aquellos años podía presumir, había sido paciente, tolerante, flexible y altamente adaptativo, a su vez que había aprendido a sumar a mis habilidades un inusual sentido de urgencia, de no parar, de seguir siempre adelante, de buscar esa comodidad dentro de la incomodidad, de mantenerme siempre en movimiento, de saber que en algún momento mi tiempo en esa industria terminaría y podría dar un brinco cuántico nuevamente hacia el mundo de la tecnología y el consumo masivo, que había aprendido leyendo sobre gente como Elon Musk, Jeff Bezos, Steve Jobs, Amancio Ortega, Bill Gates y Peter Thiel (los "Tony Strarks" de mi infancia en que devoraba comics, o los DaVinci, Teslas o Hughes de mi generación), era tiempo para ese cambio y nuevamente agradezco al universo y a Dios la oportunidad de nuevamente hallarme ante la incertidumbre, ante la incomodidad y ante la oportunidad de adentrarme en un nuevo mundo y de aprender de él con intenso deseo, de poder brincar sobre la ola de la economía del conocimiento, la automatización, el llamado “big data”, la llamada revolución 4.0 y el llamado “internet de las cosas”, nuevamente en un territorio poco explorado y que esa incertidumbre se convierta ante mis ojos en un privilegio y en la oportunidad de estar primero donde otros ni siquiera han podido colocar ni sus ojos ni sus sueños, acepto lo que venga, lo valoro y me abrazo a ello como una fuente de conocimiento y templanza.       

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