Segundas Partes Nunca Fueron Buenas, Aquí Si.
Segundas Partes
Nunca Fueron Buenas, Aquí Si.
Por: Erreh Svaia
Dispersión Caprina
Segundo debate, segundo, y no podemos negar que el formato
mejoró y mucho, atrás quedaron los tecnicismos que aletargaron tanto el primer
encuentro entre los candidatos, sin duda el dinamismo de éste segundo debate ayudó
a que las ponencias de cada uno de los candidatos se volvieran más directas,
menos rebuscadas y enriqueció la interacción entre ellos, claro, se abrió la
puerta a alguna que otra descalificación, pero todos ellos tuvieron la oportunidad
en su momento de defenderse y defender sus propuestas; abrió rápidamente candidato
“independiente” Jaime Rodríguez Calderón, el mal llamado “Bronco”, que de “Bronco”
nada tiene, un “Pony” que como gobernador, en Nuevo León nunca cumplió las
promesas que hicieron fenómeno su campaña, que se vio chico en su puesto que
realmente sólo usó como trampolín político, su insinuación de “nacionalizar”
Banamex solamente sirvió para revelar su instinto PRIísta, que jamás a dejado,
su naturaleza formada en los años “duros” del viejo PRI (al igual que Andrés
López), resulta claro que aquellos que vieron en Rodríguez a un exponente de la
corriente “libertaria”, hoy no deben saber dónde meter sus cabezas, Rodríguez
se reveló como lo peor de lo peor entre esos idólatras del todopoderoso “Estado”,
habló mucho de libertad, y no soltó su impertinente ocurrencia de “cortar la
mano al corrupto”, lo cual dejó claro que su postura de “jugar” el juego que efectuó
Gabriel Quadri en el 2012 carece del frío calculo “pseudo intelectual” de
Quadri, quiso verse cómo el “no político” y sólo dejó en claro que las mañas
aprendidas tras 30 años de PRIísmo no se olvidan tan fácilmente (¿Está claro
Andrés López?), recalcó orgullosamente que no era atacado por ninguno de sus
rivales debido a no tener puntos débiles, lo que sólo resaltó lo débil de su
posición entre los votantes, tanto que no representó para ningún candidato
atractivo el desperdiciar tiempo en él.
Llamó mi atención el notable acercamiento que tuvo el candidato
del llamado “Frente”, Ricardo Anaya con temas de soberanía nacional, es obvio
que apeló a temas de índole “nacionalista” sin caer en la prosa inflamada (y
chantajista en la que cayó Andrés López al final del debate), Anya jugó bien
sus cartas y se mostró más cercano al patriotismo inteligente y convencido que
al explotador y chantajista nacionalismo populista rampante que hemos visto en
gente como Vladimir Putin, Donald Trump y Hugo Chávez, de alguna forma vi más
cerca a Anaya de un Recep Tayyip Erdogan (lo cual no es tampoco del todo bueno),
que de un Nicolás Maduro (lo cual en la comparación resulta positivo), tuvo un
manejo del escenario tan innovador como el que vimos manejar a Donald Trump en
uno de los debates contra Hillary Clinton, aunque sin resultar tan burdo, hizo
frente a su principal rival, Andrés López, quien se mostró en todo momento
incómodo, fuera de cancha e incapaz de responder de forma presencial o verbal a
los embates, Anaya tuvo la oportunidad de asestar un duro golpe a López cuando
cuestionó la afirmación de éste respecto al récord de inversión extranjera
directa durante su administración de la CDMX, una verdad a medias a todas
luces, efectivamente, la inversión tuvo cifra récord en esos años, pero como
afirmó Anaya, impulsada por la venta de los bancos Banamex y Bancomer, uno a
los EEUU y otro a España, lo cual no pareció incomodar mucho al “nacionalista”
López hace años, aunque hoy despotrique contra todo lo que venga del extranjero,
aún así, no le quedó más remedio que afirmar su apoyo al TLC, tal vez el momento
más complicado para Anaya, quien representa una amplia alianza de derechas e
izquierdas políticas, fue cuando se le cuestionó su postura respecto a la
legalización de las drogas, a la cual forzado tuvo que aceptar postura (en contra),
lo cual no es necesariamente una sorpresa si consideramos su militancia en el
PAN, y que sin duda debe causar un poco de enfado en sus compañeros de coalición
del PRD y de MC, partidos de centro izquierda.
Por su parte Andrés López se vio debido al formato, aún en
mayor desventaja que como se vio en el primer debate, como pez fuera del agua,
incómodo, obviamente forzado a participar en un debate que dista mucho de sus
monólogos que tanto disfruta, confrontado y rebatido, a punto de salirse de sus
casillas, era obvio que López, de lento hablar, buscó hacer aún más lentas sus palabras,
desesperadamente trataba de consumir el tiempo denotando no tener mucho que
decir, incapaz de responder de forma convincente ninguno de los ataques
efectuados en su contra, sus puntos más “relevantes” en el debate, fueron
cuando llamó a Ricardo Anaya “mentiroso”, siendo rápidamente y contundentemente
refutado, y el otro, en verdad bochornoso cuando llamó “Ricky Riquin Canayin” al
candidato Anaya, en verdad, tuve compañeros en la primaria famosos en su
capacidad de imponer apodos, llamaban la “taza” al que carecía de una oreja, el
“trofeo”, a alguien que consideraban “trompudo” y feo, o “Inodoro”, al que se
llamaba Heliodoro, apodos crueles, pero sin duda ingeniosos, ingenio del que a
todas luces careció en todo momento Andrés López, quien se vio minúsculo
durante el debate, incapaz de defenderse al ser acusado de ser un empresario de
la política, descubierto como muy corto ante la percepción de él que
manejan sus fanáticos, a punto de perder el control, incapaz de imponer sus
presencia ante el acoso de Anaya, incapaz de tomar el escenario, incapaz de
generar un diálogo con la audiencia, atrapado en la repetición de sus “spots”
de radio y televisión, con un lastimoso gesto nacionalista al final del debate.
Quien no perdió tiempo para dar cátedra de tecnicismos fue
el candidato del PRI, quien nuevamente se vio como el candidato con más
experiencia, capacidad técnica y conocimiento, muy probablemente sea quien
nuevamente salga más beneficiado en porcentaje del debate, y cierre la brecha
contra el segundo lugar, Ricardo Anaya, supo asestar un muy duro golpe a Andrés
López, cuando denunció las prácticas de la secuestradora Nestora Salgado, a quien
Andrés otorgó una candidatura plurinominal, y ante cuyo golpe, nuevamente,
López prefirió callar y se vio incapaz de rebatir; a pesar de la riqueza de sus
exposiciones, Meade careció de la chispa y la agresividad de Anaya, parte a su
favor parte en contra, “jugó” a lo que juegan recientemente los candidatos del PRI,
a ser la opción “sensata y segura”, a ser el candidato del “no pasa nada”, y
eso ante rivales como Andrés López o Ricardo Anaya ya no resulta tan buena
apuesta.
El formato ayudó a acercar a los candidatos (al que quiso) a
su público, dejó al descubierto muchos de sus puntos débiles, el trabajo de los
moderadores fue muy rescatable, sólido y de una pieza, la intención de incluir
público fue buena, pero se sintió acartonada y le falto vivacidad y mayor
diversidad en los planteamientos (aunque el tema de alguna forma estaba
acotado), Anaya y Meade nuevamente sacaron el mejor provecho del evento,
probablemente el que más se beneficie sea Meade, aunque el ganador sin mucha
duda haya sido Ricardo Anaya, por otro lado la retórica en ocasiones “preciosista”
de Rodríguez Calderón sólo sirvió para recordarnos otro nefasto PRIísta que
también hablaba muy bonito, José López Portillo (y que curiosamente también
comparte su gusto por nacionalizar la banca), probablemente quien más haya
gustado de la retórica de Rodríguez Calderón haya sido, Andrés López, no dudo
que haya podido identificar parte de ese viejo PRI que tanto busca traer de
regreso, que podrá tal vez ganar una elecciones, pero por segunda vez ha quedado
claro que no será por él, sino por un deseo de echar todo por la borda por
parte de sus irracionales seguidores, por segunda vez vimos que el “emperador
está desnudo”.
S la mejor reseña del debate que he leído, gracias
ReplyDeleteDe los mejores blogs que he leído últimamente
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