Iluminado en el Calabozo

Iluminado en el Calabozo

Por Erreh Svaia
Full Metal Lifehacker

¿Sueles ir al gimnasio a hacer amistades? ¿A encontrar chicas con quien platicar? ¿A presumir tu nueva ropa deportiva carísima? Yo no, por alguna extraña razón los gimnasios muy ostentosos nunca fueron para mí, derivado tal vez de alguna experiencia en mis primeros años de entrenamiento en que uno de los instructores me llamó la atención por dejar caer un par de mancuernas, “Ten cuidado, son nuevas”, me dijo, desde entonces decidí que si iba a dar mi mejor esfuerzo prefería uno de esos gimnasios rústicos que más parecían un viejo calabozo (gran parte de ellos en sótanos), que uno de esos spas de moda, de alguna manera el entorno hace que de inicio la sesión de entrenamiento sea un éxito, cada quien se fija su propia versión del éxito claro ésta, para algunos será conocer chicas, para otros frecuentar a sus amistades, para mi siempre fue el buscar levantar más peso y superar mi rendimiento en la sesión previa, nunca ha estado en mis objetivos ir a una de esa competencias de físico constructivismo, o desarrollar un cuerpo de modelo, llenar la barra de discos lo más posible y adquirir más fuerza siempre fueron las prioridades, mis audífonos y mi música me mantuvieron siempre al margen de mis alrededores, muchas ocasiones entrené en gimnasios completamente solos, mejor para mí, todo el equipo a mi disposición, sin tiempo desperdiciado en esperar que alguien más desocupara un aparato, sin platicas distractoras, 100% pura concentración en el objetivo, en el gimnasio rara vez socialice, claro, saludo y me da gusto ver a esos que al igual que yo, dedican su tiempo a cumplir sus objetivos con pasión y dedicación, pero lejos de un saludo, rara vez llevo a cabo una conversación, el gimnasio no es para socializar, es para entrenar.

En alguna ocasión entrené en un gimnasio con vidrios en la ventana y con 0° en exterior, la sensación de poder ver el calor generado liberándose del cuerpo luego de una pesada serie de “pesos muertos” resultó fascinante, los gimnasios de lujo nunca fueron lo mío, sótanos oscuros, segundos pisos aislados de la mirada del exterior, gimnasios ubicados al lado de viejas fabricas abandonadas, incluso gimnasios ubicados bajo funerarias, esos siempre han sido mis lugares favoritos, no precisamente muy agradables para aquellos que sólo buscan pasar un momento agradable, y es que el entrenamiento no debe ser agradable, no por lo menos en la ejecución, el cuerpo se fortalece en condiciones adversas, difíciles, nunca en las fáciles, es el conflicto, la dificultad y la incomodidad la que hace crecer a los músculos, es la analogía perfecta con el ejercicio diario que llevamos a cabo para volvernos más productivos, más capaces, más pacientes, más tolerantes, más eficientes y más experimentados, imposible pedirle a nuestro cuerpo, o a nuestra mente, crecer en ambientes favorables y de extremo confort, imposible desarrollarnos de manera positiva en un ambiente complaciente, de ahí que me resulte tan extraño aquellos que quieren entrenar y fortalecerse en modernos spas, con equipo de alta tecnología y con ropa de moda, o entrenando con sus novias (algunas novias si deben ser buenas compañeras de entrenamiento, no todas), tan extraño como aquellos que bajo el amparo de la tecnología, exceso de personal o exceso de rutina en su trabajo, esperen mejorar considerablemente, extraño que busquen volverse más productivos, o más experimentados, menos aún que puedan crecer en tales ambientes privilegiados, así como el estrés, las condiciones extremas y la incomodidad son casi requisitos para forzar al cuerpo a volverse más fuerte, éstas mismas condiciones son requisitos para volver nuestra mente más poderosa, es contra la marea y bajo el golpeteo del yunque y el martillo que forjamos nuestros cuerpos y nuestras mentes llevándolos a un nivel de desarrollo superior, ahora bien, tampoco se trata de condenarnos de forma perpetua a ser prisioneros de uno de esos incomodos calabozos, se trata también de aprovechar el tiempo ahí de la manera más inteligente, intensa y eficiente, pero de eso ya platicaremos en otra ocasión.

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