La Desaparici贸n como Obra Maestra
Martin Margiela le dio la espalda a una industria que adora rostros famosos y super modelos m谩s que telas o dise帽os. Mientras otros se obsesionaban por aparecer en las portadas de Vogue, 茅l respond铆a por fax a quien buscaba contactarlo. No era capricho: demol铆a el culto al ego, esa moneda falsa que todo lo busca validar como parte de la moda.
Maison Margiela irrumpi贸 en 1988 como sabotaje puro en el mundo de la moda. Invitaciones en papel blanco que llegaban, solo la fecha y lugar. No m谩s informaci贸n, convocando rituales clandestinos. Desfiles en bodegas polvorientas, estaciones de tren olvidadas, supermercados donde modelos surg铆an entre carritos de compra. Rostros ocultos tras m谩scaras de espejos rotos devolv铆an la mirada al p煤blico, sin super modelos, sin super famosos. Margiela invirti贸 el juego: ¿Qui茅n mira a qui茅n? ¿Arte o mercanc铆a? Cuestiona lo que crees ver.
El golpe era silencioso. La industria impon铆a temporadas como dogmas, obsolescencia como fe absoluta. Margiela hurgaba en mercadillos, rescataba uniformes de la Segunda Guerra Mundial para alta costura, calcetines ra铆dos en su茅teres. Forros expuestos como entra帽as, costuras a la vista, etiquetas blancas numeradas del 0 al 23, sin nombre. Nada se pierde, todo se transforma: arma contra un sistema que mata lo creado hace apenas unos meses.
Esta deconstrucci贸n hace eco de Jacques Derrida, que en los ochenta desarmaba textos para exponer grietas. Margiela lo aplicaba a vestidos victorianos o trajes de los cincuenta, revelando estructuras ocultas. Cada costura visible preguntaba: ¿por qu茅 lo nuevo supera lo reparado? ¿Qui茅n sentencia la muerte de un objeto? Sus piezas guardaban memoria en cada hilo, sudor olvidado, mancha que narra una vida. En un mundo que desecha, Margiela insist铆a: lo roto contiene m谩s verdad que lo intacto.
En los noventa, Lightning Bolt surgi贸 en Rhode Island con pulso an谩rquico paralelo y pesadilla de Derrida. D煤o de bater铆a y bajo trucado con cuerdas de guitarra y banjo, distorsionado hasta el colapso, repitiendo ejercicios de tapping de Eddie Van Halen como mantra infinito. M谩scaras hechas de retazos viejos, micr贸fonos fabricados a partir de viejas partes de tel茅fonos sacados de la basura. Letras como Damo Suzuki de los Can: sin sentido literal, cargadas de todo. Los Lightning Bolt tocaban en el centro de la multitud, en f谩bricas derruidas, borrando l铆nea entre banda y p煤blico. Minimalismo como rebeli贸n contra la sobreproducci贸n, Philip Glass al extremo del japanoise. La 煤nica banda estadounidense que rivalizaba con Boredoms o Ruins, un universo donde Margiela enfrenta a Comme des Gar莽ons o Undercover. Escuchar "Dracula Mountain" y sentir el eco: la ausencia que ruge.
Margiela desapareci贸 por m谩s de una d茅cada. Pocas fotos suyas existen, en 2009 dej贸 su maison sin nota ni despedida. Se evapor贸, convirtiendo la salida en performance suprema: el creador se borra para que la prenda hable. El ego muere y la obra respira. Piensa en J.D. Salinger encerrado en New Hampshire, o Banksy sin rostro: el gran vac铆o que amplifica la voz.
La paradoja corta como navaja: rechazar el show forj贸 el espect谩culo definitivo y lo volvi贸 legendario. Entrevistas negadas que nutr铆an m谩s el mito, fotos eludidas que inflaban valor en mercado de atenci贸n. En la era de Instagram, donde dise帽adores se venden como logos vivientes e influencers dictan la cultura, su silencio resulta obscenamente efectivo. Anonimato como sello indeleble. El hombre que quiso desaparecer se hizo eterno al lograrlo. Piensa en Morrissey cuando anuncia una esperada gira y despu茅s misteriosamente la cancela.
Margiela vio el presente como tirano que devora historia para vomitar novedades huecas. Prendas como actos 茅ticos: ¿qu茅 m谩s tiramos? Tradiciones, saberes, vidas. La moda era un frente visible de guerra contra el desecho programado, el olvido como una f谩brica. Hoy, se habla de la sostenibilidad como un sticker verde en logos, Margiela gan贸 este juego hace treinta a帽os, neg谩ndose al ciclo de "producir-consumir-destruir". Reparar sobre comprar, viejo sobre nuevo, memoria sobre hype. Un abrigo usado no era basura: lienzo para quien ve belleza en lo roto, verdad en lo remendado. En esta era de fast fashion que envenena r铆os, su legado grita: la verdadera rebeli贸n es perdurar.




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