Semana al Límite
Semana al
Límite
Por: Erreh Svaia
Dispersión Caprina
“El mundo ha cambiado
de tener el determinismo de un reloj a tener la contingencia de una máquina de
pinball.”
Heinz R. Pagels
La semana pasada
fue de vivir al límite en verdad, entre huracanes (en el Golfo de México),
terremotos (en el sur del país) y mega apagones (en la zona norte del país),
eventos en su mayor parte naturales que dejan grandes lecciones y que nos pone
en perspectiva para recordarnos lo frágil que seguimos siendo ante los embates
de la naturaleza, o cuan dependientes nos hemos vuelto de la energía eléctrica;
en el Caribe y en el sureste de los EEUU se sintieron devastadores efectos de los huracanes Harvey e Irma que
hicieron sentir su presencia no sólo islas en el Caribe y ciudades en los EEUU,
sino que sacaron a la luz la ignorancia aún prevaleciente en gran parte de la
población, aquellos que siguen negando el cambio climático, y pagan las
consecuencias de eventos climáticos cada vez más extremos; aquellos que siguen
soñando con conspiraciones y hablan de ataques del mítico HAARP con el que se
supone nuestros vecinos del norte controlan desde Alaska, cual arma de guerra,
éstos fenómenos meteorológicos (curiosamente estos fenómenos atacan
principalmente a la Unión Americana, y no a objetivos más interesantes como
Rusia, Norcorea o Venezuela, de esas delicadas operaciones se encarga la ya
bastante escandalosa CIA) causando estragos en puntos supuestamente
estratégicos, en el caso de México con terremotos en la zona sur del país, curioso
y paradójico que éstos teóricos se encuentren en zonas del país que se niegan
rotundamente a aceptar inglés y computación como parte de la educación básica
en las escuelas de la región, una suerte de negación al futuro y a la
globalización, pero un gusto morboso por las conspiraciones que inundan el
entorno global, una Unión Americana duramente golpeada por éstos fenómenos
naturales y cuyo presidente se niega a reconocer el cambio climático, incluso
sacando a su nación del Acuerdo de París y retirando apoyos para víctimas de
éste tipo de siniestros naturales, cómo aprender de un problema cuando ni
siquiera se ha detectado y entendido, y peor aún, muchas veces se le dan
explicaciones irrisorias (castigos divinos, señales del fin del mundo,
profecías bíblicas, etc.) ajenas a la ciencia misma.
En México,
en una fecha cercana al 19 de septiembre, en que se conmemoran los 32 años del
gran sismo que significará una tragedia mayúscula en la historia del país, se
registra un nuevo sismo, el de mayor intensidad de acuerdo a estadísticas, de
los últimos 100 años, causando daños menores a comparación del de hace más de
tres décadas en la CDMX, aunque hubo graves daños y muertes en la zonas en
donde se registró el epicentro (Oaxaca y Chiapas), las pérdidas y daños no son
comparables a los del 85, es importante recalcar que las lecciones han sido
aprendidas respecto a temas de prevención, medidas de seguridad, leyes de
construcción, desarrollo de materiales resistentes a sismos y una prevaleciente
cultura al respecto, reconocer que la tragedia fortaleció a la CDMX y la hizo
salir con daños y pérdidas mínimas en un temblor de mayor intensidad y aunque
una vida siempre será valiosa, igual o más valioso será siempre tener la
satisfacción de haber evitado una tragedia que contaba con condiciones de ser
mayor, no por ello debemos olvidar que la tragedia ha sido mayúscula en las
zonas más débiles del país, aquellas en el sur en que las comunidades dispersas
hacen bastante complejo el proceso para dimensionar el verdadero tamaño de la
tragedia y la forma de llevar ayuda inmediata a las víctimas.
La
fragilidad de nuestra vida moderna no requiere mucho para ser puesta a prueba y
el domingo, una falla en una subestación de electricidad (generada por la falta
de mantenimiento en la instalación) dejó sin energía a gran parte del norte del
país, principalmente los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas,
rápidamente se corrió el rumor de una falla masiva que tardaría días en resolverse),
los amantes de las conspiraciones dirán que fue un pulso electromagnético
proveniente de Norcorea como represalia por la expulsión de su embajador, la
realidad es que la posible sobre demanda creada por las fallas en el centro y
sur derivadas del temblor pudieron causar una saturación y el corte del
servicio para evitar daños mayores, dejando en evidencia una infraestructura
que pide a gritos la atención para evitar tragedias mayores en un futuro, una
vida sin electricidad nos hace ver lo frágiles que somos, sin dinero en
efectivo por la interrupción de cajeros, inútiles sin electricidad, sin bombas
de gasolina y por consecuencia sin autos (pérdida de movilidad), sin semáforos,
sin venta de víveres, sin energía para los futuristas autos eléctricos, sin
semáforos en las calles, sin Internet y sin manera de recargar los teléfonos
inteligentes, que se han vuelto parte fundamental de nuestras existencias; todo
esto me deja pensando más y más en lo frágiles que nos hemos vuelto ante éstas
fallas en nuestra rutina diaria, no se necesita mucho para convertir nuestra
cotidianeidad en una anomalía y sumirnos en una compleja realidad con miras a
la supervivencia, ¿Estamos listos? ¿Estamos preparados? ¿Podemos sobrevivir sin
nuestras modernas comodidades? ¿Somos aún más frágiles e indefensos que
nuestros antepasados? Pareciera que sí, y eso resulta inquietante y nos obliga
a pensar en ¿Cómo robustecer nuestras vidas y nuestros sistemas para enfrentar
algo así, como mantenernos en comunicación e informados sin energía eléctrica,
cuando la comunicación es básica durante éstos fenómenos?
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