Futuro, Presente y Pasado





Futuro, Presente y Pasado

Por: Erreh Svaia

Dispersión Caprina

El futuro del mundo está en Asia, y no precisamente en el país que muchos quisieran estar pensando: China, no, China no es el futuro del mundo, aunque está profundamente relacionado con éste, el futuro del mundo está en países como Singapur, Corea del Sur, Taiwán y Vietnam, países con una población robusta y dinámica, que han hecho uso provechoso del pragmatismo y del reformismo para encaminar a sus economías hacia la innovación, la educación, el crecimiento y el libre comercio, países que han sabido usar la innovación para sobre compensar su falta de recursos y que de ésta manera “cuesta arriba”, han desarrollado particulares habilidades para proyectar sus economías hacia una abundancia insólita en el resto del mundo, la punta de lanza sigue siendo Singapur, un modelo profundamente pragmático que llevó a una humilde isla de pescadores, a convertirse en el “hub” de comercio asiático por excelencia, con niveles de vida para su población muy superiores a los de los EEUU, China o la Unión Europea, le siguen de cerca Corea del Sur, que ha hecho de la educación la principal palanca del desarrollo, además de Taiwán y Vietnam, con éste ultimo como una curiosa adición a los ya reconocidos “tigres asiáticos”, fieles comunistas con una intensa pasión por el libre comercio que han hecho de éste país, un oasis para la innovación, la tecnología, las manufacturas y el comercio en general, mientras China pareciera no perder la pista de lo que sucede en éstos países, se atreve a experimentar con sistemas económicos híbridos principalmente en sus costas dentro de el contexto “socialista chino”, consiguiendo muy peculiares resultados gracias a su inmenso mercado interno y vocación innovadora.       

El presente del mundo está hoy en África, en países como Etiopía y Botsuana que han logrado florecer de manera admirable en medio de un continente aún convulso, cuando hace menos de 20 años Etiopía, probablemente la nación más antigua del mundo, era azotada por una brutal hambruna, que la convertía en uno de los países más pobres del mundo, la solución fue la continuidad, evitando las inclinaciones extremistas del pasado, se buscó atraer inversión extranjera con el fin de impulsar la infraestructura del país y el resultado fue un completo éxito, con sus crecientes parques industriales y desarrollos energéticos sumados a el poderoso sector agrícola consiguieron cambiar radicalmente la historia de éste país, convirtiéndolo en un interesante caso de estudio y ejemplo más reciente de como políticas moderadas con miras al futuro y la apertura a la inversión extranjera han rendido vastos frutos, en el caso de Botsuana, más eventos inusuales (harmonía étnica, crecimiento sostenido, estabilidad), para un país africano, se dan con singular frecuencia, un país con una poderosa y estable democracia (que curiosamente concede a sus presidentes períodos de más de 10 años), una de las más longevas en África (desde los 60s), un enfoque particular en el bienestar de la población (derecho de los trabajadores, derechos humanos, estado de bienestar), y un férreo ataque a la corrupción (que afecta en gran parte a otros países de éste continente), en un camino que otros pujantes países como Costa de Marfil y Namibia parecen seguir, dejando atrás a previas estrellas como Sudáfrica, que no han podido encontrar esa estabilidad y harmonía tan requerida y tan probadamente exitosa en éste continente.    

El pasado tristemente parece estar en América y en Europa, que poco a poco van dejando su lugar como motores del mundo, una América cada vez más dividida entre las naciones que la conforman y al interior en su sociedad, extremos ideológicos que siguen dividiendo a los países y sus poblaciones entre la izquierda y la derecha, con pocos ejemplos de tan necesaria moderación y estabilidad como Chile, Panamá o Uruguay, con desafortunados roces entre bloques de países que han ido moviéndose a través de posiciones extremas como el llamado Socialismo del Siglo 21, el llamado Capitalismo de “cuates”, y la extrema derecha estrenada con Trump y con Jair Bolsonaro en Brasil, una América violenta, armada hasta los dientes que empieza a rivalizar con el Medio Oriente en su tasa de homicidios y crímenes violentos, esto al tiempo que Europa cada vez se estanca más, abandonada por los EEUU de Trump, amenazada por la Rusia de Putin, presa cada día más del nacionalismo que pone a la Unión Europea contra las cuerdas, un retroceso que tristemente pone al viejo continente frente a su pasado belicoso y monumentalmente violento.      
  

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