Painkiller: El Renacimiento de los Titanes del Ruido



Hace 30 años, el compositor y músico de jazz, John Zorn, quedó fascinado con el sonido de la banda Napalm Death. El disruptivo grupo de grindcore había evolucionado desde una base hardcore para convertirse en una banda con un sonido pesado, fugaz y ultra moderno. Para Zorn, un conocedor del jazz de vanguardia, escuchar a Napalm Death era como volver a escuchar a los músicos de free jazz de los 60s. Una explosión brutal de energía irrepresible que provocaba casi un éxtasis al escucharlos. Zorn los había descubierto en Nueva York, durante sus excursiones a las tiendas de discos de música hardcore. Admirador de la cultura japonesa y visitante asiduo de Japón, Zorn se encontraría un día con la banda y con Mick Harris en Tokio.

Zorn se volvió fan del grupo y del movimiento grindcore, al grado de que convenció al baterista de la banda, Mick Harris, a participar en un par de proyectos con él. Uno de ellos incluía al veterano productor y bajista Bill Laswell. La experiencia de Laswell era vasta; había producido discos para un número importante de artistas, muchos de ellos inclinados a la experimentación. Laswell era un bajista temerario que había participado en la banda de jazz extremo Last Exit, junto al guitarrista Sonny Sharrock y el saxofonista Peter Brötzmann. Harris era un gran fan de esta banda. Tocar junto a Zorn y Laswell era un sueño para él.

Painkiller publicaría un par de discos, haría varias presentaciones y se convertiría en una agrupación inusual que se sentía cómoda en presentaciones vanguardistas en Nueva York o en festivales de metal pesado a lo largo del globo terráqueo. Harris en la batería aportaría su velocidad asombrosa de ejecución. Laswell, con su oído prodigioso, daría fondo al sonido, mientras que Zorn se encargaría de lo instintivo e intenso. Así, Painkiller se convertía en el puente peculiar entre el jazz y la música extrema.

Pero el hecho de que Painkiller fuera solo un proyecto temporal estaba muy presente en los tres. Harris, inquieto, dejaría a Napalm Death y se lanzaría en una carrera como solista, inesperadamente asumiéndose como artista electrónico bajo el alias de Scorn. Laswell se concentraría principalmente en sus proyectos de producción para artistas situados en lugares totalmente dispares del espectro musical. Zorn, por su parte, se alejaría de los escenarios por un tiempo, dedicándose de lleno a la composición y a administrar su sello discográfico, altamente experimental, Tzadik.

Pero todo parecería indicar que a Painkiller aún le quedaban muchas horas de vida. Zorn quería regresar a tocar música extrema. Laswell, luchando valientemente contra una fuerte enfermedad, estaba decidido a volver a los experimentos. Lo difícil, al inicio, fue convencer a Harris, quien había dejado definitivamente la batería, de incluir en el grupo los desarrollos electrónicos con los que había experimentado tras la pausa del grupo. Al inicio, Harris se sentía fuera de la dinámica original de Painkiller; sin embargo, la insistencia de Zorn y Laswell terminó por convencerlo.

Samsara es un nuevo comienzo para la banda. Un disco grabado de forma peculiar, con Harris en el Reino Unido, entregando los ritmos electrónicos base del disco. Zorn se encargaría de trabajar encima de esos ritmos, agregándose a la mezcla desde un estudio en Nueva Jersey. Finalmente, Laswell grabaría sus líneas de bajo desde un estudio móvil. Samsara no suena para nada al Painkiller de los 90s. Painkiller no suena al "grindjazz" de antaño; la banda ha evolucionado de una forma tal que es imposible clasificarlos.

Los ritmos electrónicos a cargo de Harris son poderosos, modernos y abrasivos, una máquina imparable desde el inicio hasta el fin. Zorn es un auténtico guerrero con su saxofón alto, enfrascado en una feroz batalla contra los ritmos de Harris. Zorn añade el elemento humano e intenso al disco. Su saxofón es un instrumento insistente y letal a lo largo del grupo de grabaciones. Laswell, en el centro de las acciones, añade las profundas vibraciones de su bajo, que otorgan un elemento casi mágico y místico al sonido de la banda.

Samsara es caos puro realizado de forma casi mágica por estos tres demoledores talentos a distancia. Aunque es complicado que veamos a estos tres músicos ejecutar estos temas en un escenario a corto plazo, para oídos muy experimentales el disco es simplemente espectacular. Harris es una bestia detrás de sus conjuros electrónicos, Zorn es brutal e intenso como pocos, con unos pulmones extraordinarios, mientras que Laswell suena titánico, golpeando duro esas cuerdas de acero como nadie más podría hacerlo. Samsara es el triunfo del ruido ensordecedor. Da gusto saber que estos tres titanes están de vuelta.

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