El Mundo Arde una vez Más: Sodom está de Regreso



En tiempos donde las agresiones militares se multiplican y el caos parece sistemático, pocos discos resuenan con tanta pertinencia como The Arsonist, el explosivo nuevo álbum de Sodom. Una banda que ya grabó su nombre en la historia con dos misiles sónicos mayúsculos: Persecutionmania y Agent Orange, piezas fundamentales del thrash alemán en una era dominada por titanes enormes como Kreator, Destruction y Tankard.

Han pasado 16 discos desde entonces. Pero en su decimoséptimo lanzamiento, Sodom suena tan salvaje y vital como en sus mejores años. The Arsonist no reinventa la rueda: la destroza, la quema, y sobre sus cenizas levanta un nuevo monumento al thrash más oscuro y brutal. Las influencias son claras —Venom, Slayer— pero el instinto de ataque sigue siendo propio. A veces rozando ese espacio entre el thrash metal y el death metal de bandas como Sepultura o Exhorder, otras, inhalando el aliento negro del black metal que ellos mismos ayudaron a incubar.

El disco abre con una declaración de guerra: Battle of Harvest, una entrada demoledora. La producción, afilada y dinámica, permite que cada golpe de batería y cada riff se disparen sin piedad. Nada suena viejo, aunque todo remite al ADN más puro de Sodom.

Trigger Discipline es una descarga de precisión letal. Cuarenta años no han domesticado la rabia de Tom Angelripper. Al contrario. Aquí ruge como si acabara de salir del infierno, flanqueado por solos endemoniados y una batería que no suelta el pedal. Es un tema que fácilmente podría figurar en el catálogo más agresivo de Slayer.

The Spirits That I Called es otra joya. Un corte que recuerda a los mejores momentos de Kreator: memorables, intensos, inquietantes. Witchhunter, por su parte, rinde tributo al legado de Venom con una ferocidad que demuestra por qué Sodom fue esencial en el nacimiento del black metal.

Si hay un tema para enmarcar, ese es Gun Without Groom. Puro instinto, puro metal. Un recordatorio de que, aunque muchos den por “tradicional” a Sodom, están entregando uno de los mejores discos del género en la última década. Y si alguien lo duda, Taphephobia rompe con la rutina: cambios de ritmo, atmósferas inesperadas y frescura a raudales. Justo antes de que Sane Insanity cierre el círculo con una brutalidad sin concesiones.

¿Sorpresas? Pocas. ¿Relevancia? Absoluta.

The Arsonist no es un giro. Es una reafirmación. Una quema controlada de todo lo innecesario, para volver a encender lo esencial: el miedo, la furia, la tensión. En un mundo que se cae a pedazos, Sodom sigue tocando la banda sonora del colapso. Y pocas veces el thrash sonó tan vivo, tan necesario, tan jodidamente incendiario.


Comments

Popular Posts