La Conspiraci贸n de la Compasi贸n: El Jaque Mate a la Masculinidad T贸xica en el Cine de Superh茅roes



Un fantasma recorre el universo de los superh茅roes, el fantasma de la vulnerabilidad. La gran controversia desatada por James Gunn no es, en esencia, sobre un nuevo traje o un cambio de actor para Superman. Es una conspiraci贸n mucho m谩s profunda y silenciosa: el calculado rechazo al arquetipo de macho alfa, a ese monolito estoico y violento que Zack Snyder tall贸 y que Henry Cavill encarn贸 con una perfecci贸n casi inhumana. Cavill, sin duda, parec铆a nacido para el papel, pero su Superman era una estatua griega; imponente, pero fr铆a. La elecci贸n de David Corenswet obedece a un manifiesto radicalmente distinto, uno que susurra compasi贸n.

Gunn, en un movimiento de audacia creativa, necesitaba un actor que pudiera personificar una masculinidad evolucionada. Y lo encontr贸 en un lugar inesperado: la pel铆cula de terror Pearl. All铆, Corenswet, frente a la hipn贸tica Mia Goth, interpreta a un hombre que, antes de ser brutalmente asesinado, tiene un momento de honestidad desgarradora: le confiesa a su futura verdugo que ella le asusta. ¿Puede existir una audici贸n m谩s elocuente para un nuevo tipo de h茅roe? En esa confesi贸n reside el n煤cleo del Superman de Gunn, un abismo de diferencia con la impasible fortaleza de Cavill. La esencia de este nuevo Hombre de Acero se forja en el equilibrio entre la fuerza y la amabilidad, la empat铆a e incluso la inseguridad. Su hero铆smo no nace de la dominaci贸n, sino de la compasi贸n. Su superpoder m谩s revolucionario podr铆a ser, precisamente, la inteligencia emocional.

Y es aqu铆 donde la trama se complica y se vuelve fascinante. Los h茅roes de DC, en su mayor铆a, han sido retratados como gigantes emocionales torpes. Pero las grietas en el viejo modelo ya son visibles. Matt Reeves nos entreg贸 un Batman, interpretado por un febril Robert Pattinson, que se alejaba de la brutalidad imponente de Ben Affleck para mostrarnos a un justiciero que pod铆amos catalogar, sin temor, como f铆sicamente fr谩gil. Un hombre roto buscando un prop贸sito en la venganza. Y no hablemos del Spider-Man de Tom Holland, que abraza con orgullo el concepto original del personaje: el adolescente debilucho, nervioso y superado por las circunstancias.

Preveo el grito en el cielo de ciertos espectadores. "Woke", aullar谩n, sintiendo c贸mo estas "nuevas" tendencias amenazan su fr谩gil masculinidad. Acusar谩n a Superman, Batman y Spider-Man de ser una afrenta. Sin embargo, olvidan convenientemente que Marvel, desde su g茅nesis, ciment贸 su 茅xito en personajes con tintes progresistas y profundamente humanos. Reeves y Gunn no est谩n inventando nada, simplemente est谩n reconectando con una conciencia que siempre estuvo ah铆, una que ha encontrado eco en una audiencia fatigada de la hipermasculinidad de titanes como Cavill, Affleck, el Thor de Chris Hemsworth o el Wolverine de Hugh Jackman.

Pero el golpe de gracia, el jaque mate a esa masculinidad rancia, est谩 por llegar. Y vendr谩 de la mano del chileno Pedro Pascal, quien se enfundar谩 en el traje de Reed Richards para The Fantastic Four. Para muchos, el carism谩tico Pascal y su bigote no encajan con la imagen del genio cuadrado y emocionalmente inflexible de los c贸mics. Y ese es, precisamente, el punto. Pascal ha sido convocado para demoler ese arquetipo. Su misi贸n es inyectar compasi贸n, vulnerabilidad y una profundidad insospechada en el l铆der del primer equipo de la historia del c贸mic. En sus manos est谩 la tarea de transformar al Reed Richards hiperracional y distante en un hombre complejo, cercano a su familia, quiz谩s con ecos de ese otro superh茅roe imperfecto y paternal que fue Mr. Incre铆ble.

La reacci贸n de los autoproclamados "guerreros culturales" es predecible. Ver谩n esta evoluci贸n como un atentado, un arma de "correcci贸n pol铆tica" dise帽ada para diluir la esencia de lo masculino. Pero es una visi贸n miope. La verdadera fuerza no reside en la supresi贸n de las emociones. El ser humano evoluciona, y la inteligencia emocional se ha convertido en una herramienta de supervivencia indispensable para las nuevas generaciones.

Estas din谩micas no son ajenas al g茅nero; son un regreso a sus ra铆ces m谩s complejas y fascinantes. Son un eco de esas historias que nos mostraban a un "invencible" Iron Man derrotado por el alcoholismo. Son la continuaci贸n de la genial cr铆tica generacional de Stan Lee, que concibi贸 a los Cuatro Fant谩sticos como una familia disfuncional: una mujer que luchaba por no ser "invisible" en un mundo de hombres, una mole de piedra atormentada por su monstruosidad, y un genio el谩stico cuya mente brillante lo aislaba del mundo. Quiz谩s la 煤nica coherencia era Johnny Storm, cuyo car谩cter explosivo era la met谩fora perfecta de su poder.

No olvidemos la lecci贸n m谩s reciente y contundente: Ryan Reynolds fracas贸 estrepitosamente con un h茅roe "perfecto" como Linterna Verde, solo para encontrar un 茅xito estratosf茅rico en la gloriosa imperfecci贸n de Deadpool. El futuro no pertenece a los dioses de piedra, sino a los h茅roes que sangran, dudan y sienten. Y ese futuro, para el alivio de la cultura popular, ya est谩 aqu铆.

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