Ozzy Osbourne, Ordinary Man, 2020, Una Reseña
Ozzy Osbourne,
Ordinary Man, 2020, Una Reseña
Por:
Erreh Svaia
CRANEOSCOPIO
Lo primero que Ordinary Man, el nuevo disco del vocalista
Ozzy Osbourne nos dice, es que su olfato para detectar oportunidades, y su instinto
para aprovecharlas siguen intactos, lo cual no deja de resultar decisivo para
mantener vigente una carrera en el mundo del heavy metal ya cercana a los 50
años, su disco debut con los Black Sabbath, del que hablamos hace unas semanas
es un ejemplar punto de partida que se extiende hasta éste, su disco número 12
como solista, y primer álbum de estudio en casi 10 años, así que Ordinary Man
no es cosa ordinaria, ya que éste hombre que sirvió como fundador del heavy
metal, después como pionero del metal de los 80s, descubridor de personajes
como Randy Rhoads, Jake E. Lee y Zakk Wylde, y estrella pionera de los reality
shows muestra que pocos saben moverse de manera tan acertada en el negocio del
rock como él, adoptando una nueva banda que cualquier otro músico de rock
envidiaría, con el guitarrista y productor Andrew Watt, veterano de la banda
California Breed, con quienes compartiría escenario con personajes como Glenn
Hughes y Jason Bonham, Duff McKagan, veterano bajista de los legendarios Guns n
Roses y por si fuera poco el extraordinario baterista Chad Smith, de los Red
Hot Chilli Peppers, así que las expectativas al respecto no pueden ser otras
más que muy, muy altas.
La realidad es que desde el primer tema, Straight to Hell,
Ozzy va directo a al yugular, las guitarras de Watt consiguen converger de
manera exitosa la escenario de los riffs clásicos del ex compañero de Ozzy,
Tony Iommi con los BS, y el dinamismo de ex acompañantes de Ozzy como Randy
Rhoads y Zakk Wylde, lo que deja claro que Watt ha hecho su tarea como
productor, propiciando el ambiente perfecto para arropar a Osbourne con un
sonido inspirado en lo mejor de la carrera del veterano vocalista, por si fuera
poco, y como es de esperarse, McKagan y Smith conforman una espectacular
mancuerna como sección rítmica que permiten a Ozzy ejecutar las vocales con su
particular estilo y sonar tan clásico como moderno, en una de las mejores
piezas musicales que nos ha regalado en décadas, si a eso agregamos a un Slash
como solista invitado en ésta grabación en específico, tenemos los elementos necesarios
para una mezcla tan volátil, caustica y efectiva como pocas.
All My Life empieza a tender hacia el tipo de temas en los
que se ha enfocado Osbourne en la más reciente etapa de su carrera, una suerte
de actualización de las “power ballads” de los 80s, que ostentas partes lentas
y plácidas y después remata con arreglos más duros, aquí gracias a las
guitarras de Watt y el bajo de McKagan, en un tema que aunque no resulta
espectacular, consigue mostrar que Osbourne conserva su talento para explotar
su propio nicho en el cual nadie parece hacerle mella, mientras que al escuchar
Goodbye, uno entiende que la referencia a Iron Man no es intensional y busca
que Ozzy pueda fortalecerse acudiendo un poco a sus raíces, permitiendo aquí a
Smith mostrarnos su faceta más “pesada” y a Watt desplegar interesantes
texturas con su guitarra, e incluso permite a la banda explotarse al máximo al
final del tema de una estridente manera, que no deja de resultar fascinante.
La balada que da nombre al disco, es una pieza que me
resulta por demás interesante, Elton John aparece como invitado y parece hacer
una referencia al nicho que ha conseguido establecer Elton como baladista, que
ha influido fuertemente en otros personajes del mundo del hard rock y el heavy
metal, como Poison o el November Rain de los Guns N Roses, representados aquí
por McKagan y Slash quien nuevamente aparece como guitarra solista, y aunque el
tema no resulta nada espectacular, abona de igual forma al nicho baladista del
que Osbourne se ha apoderado desde el So Tired de inicios de su carrea (o incluso
el Changes que grabara con los BS), cediendo suficiente espacio al piano de Elton
y a la guitarra de Slash, como era de esperarse, en una balada que no aporta
nada nuevo, pero sigue la línea que Osbourne se ha marcado desde años atrás.
Hay temas poderosos en el disco que merecen ser mencionados,
como Eat Me, que si bien no resultan trascendentales, por lo menos si se
convierten en piezas que suman a la figura de Osbourne, mostrando a músicos
totalmente comprometidos con su visión que sin duda buscan sumar a la leyenda
de Osbourne, quien parece sumar a su mitología haciendo referencia al evento en
el que luego de morder una paloma en pleno escenario, fue mordido posteriormente
por un murciélago, o Today is The End, que parece aterrizar en el espacio de
metal moderno que surgiera a partir del “disco negro” de Metallica, en donde
parecieran unirse de alguna forma el metal de finales de los 90s, con el hard
rock de inicio de esa década, y aunque dudo que alguien se emocione de más con
Scary Little Green Man, no deja de ser una buena excusa para disfrutar de heavy
metal estridente y bien elaborado, aunque sin mayor trascendencia, aún y con la
aparición poco aprovechada del guitarrista Tom Morello.
Ordinary Man de ésta forma se convierte en un bienvenido
regreso por parte de uno de los miembros fundadores de lo que hoy llamamos
heavy metal clásico, dándose oportunidad incluso para experimentos como It´s a
Raid, una pieza brutal cercana al hardcore en el que aparece el rappero Post
Malone, y que por extraño que parezca, funciona y convence que Osbourne aún
puede rodearse del rock más duro y salir avante, Ordinary Man, no es el mejor
disco de la carrera de Osbourne, y aunque tiene temas destacables, la
espontaneidad con que se buscó grabar el disco (escrito y grabado en apenas 4
días) suma a lo impactante e inmediato del sonido, pero resta en el sentido de
que difícilmente será recordado como de los mejores en la carrera del vocalista,
cuya salud pudiera poner en tela de duda un disco más, y si Ordinary Man resultara
su despedida de los estudios, es una despedida en una estupenda forma que
muchos veteranos quisieran tener luego de 50 años de carrera.
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