Las Nocivas Telenovelas Mexicanas
Las Nocivas
Telenovelas Mexicanas
“Mi papá se convirtió en actor de telenovelas, y yo era una extra en una
escena de patinaje, no adicioné, fue puro nepotismo.”
Jennifer Anniston
México es reconocido como uno de los máximos exponentes de
las telenovelas en el mundo, el equivalente barato y sin mucha imaginación de
las series estadounidenses, repletas de clichés, mal escritas, mal actuadas y
pobremente producidas, las telenovelas se convirtieron, además de un producto
de un producto de exportación (desgraciadamente) y de un medio de exponer “la
cultura” nacional, en un medio de control y de pobre educación en el país,
gracias a la novela aprendimos que los ricos son malos y que los pobres son
buenos, que no hay que aspirar a la riqueza ya que eso hace que el pobre pierda
su nobleza, que una de las únicas maneras de ascender socialmente es a través
del matrimonio, generalmente de una chica de bajo nivel social con un hombre de
alto nivel, que los ricos son rubios y los pobres morenos, ¡Ah! Y que por
cierto, en México no existen los indígenas, como señala Enrique Krauze, si
juzgamos únicamente por la gente que aparece en las telenovelas (o en los anuncios panorámicos, o
en los comerciales), vivimos en Suecia, ya que no hay gente de color o indígena
en estas (mucho menos hablemos de gays o de gente obesa, que sólo aparecen como absurdas caricaturas denigrantes).
Resulta atemorizante en verdad que mucha de la “cultura” que
nuestros hijos absorben sea a través de la televisión y a través de las
telenovelas, que para ellos sus aspiraciones sean ascender socialmente mediante
la maldad, la tranza o mediante el matrimonio, que el cabello rubio es “nice”,
o que debemos ofrecer nuestro sufrimiento, nuestra necesidad, o nuestra pobreza
a dios, en el “cielo” todo nuestro “sufrimiento” se nos recompensará, pero aquí,
que nos lleve la fregada mientras.
No resulta sorprendente que este medio “populista” de hacer
historias en televisión, sea haya unido en matrimonio con la manera “populista”
de hacer política en nuestro país, que tanto las televisoras como los
gobiernos-partidos, hayan encontrado en esta unión, una abusiva manera de
controlar a las partes más indefensas de nuestra sociedad, conviviendo en
mantener a la sociedad lo más ignorante posible, con el fin de volverlos más
indefensos al manipulado mensaje de las televisoras, mejor una telenovela “esclavizante”, que un libro liberador,
mejor el equivalente televisivo a la comida procesada e industrializada, que la
comida natural y saludable.
Por todo esto tenemos a una pareja presidencial de
telenovela, un presidente que es un muy mal actor, “tieso”, sin emociones, eso sí,
“galán” e impecablemente peinado y vestido, de frases acartonadas dictadas a través
de un “teleprompter”, muy malo para
improvisar (los mejores actores improvisan, como los mejores músicos lo hacen
en el jazz, en el teatro y no se dejan restringir por la televisión), unido en conveniente
matrimonio con una “ex reina” de la telenovela, podemos hablar de mucha
publicidad en campañas y de lo que sea, pero mientras a aparezcas en la
televisión, no podrás tener mejor publicidad.
El PRI, el mayor nido de fraudes y conspiraciones del país
puede enorgullecerse de haber elaborado en contubernio con las televisoras, una
estrategia ganadora para traer al partido de la “dictadura perfecta” nuevamente
al poder, esta vez su estrategia tuvo mucho en común con las telenovelas,
jugaron con el lado femenino del electorado que veían en el presidente al “galán”
que querían ver todos los días “protagonizando” la telenovela diaria que es la
vida del mexicano, acompañado de la “reina de las telenovelas”.
El libreto es uno muy malo, y copia el neoliberalismo de
compadres de su predecesor no inmediato, Carlos Salinas de Gortari, sus “golpes”
mediáticos y sus reformas ideadas para conseguir una imagen de progreso en el
exterior, la impunidad ante los actos corruptos de sus compañeros de partidos y
su falta de agiles medidas económicas ante el desastre financiero que se asoma
del exterior del país.
Hablar de que podemos hacer en el presente sexenio es un
tema aparte que ya hemos platicado en otras ocasiones, el tema en cuestión aquí es que si bien, la telenovela además de
darnos imagen con el exterior, nos ha hundido en lo interior, y lo más preocupante
es que esta novela actual puede tener una segunda parte, y miren que las
segundas partes dicen que nunca han sido buenas, en Chiapas, precisamente la
tierra donde se hundió la imagen de progreso que Salinas quiso proyectar al
mundo, ahí se gesta la segunda parte de esta novela, nuevamente con un títere
de los medios, con un extenso manejo de imagen en los medios, el maquillaje
excesivo de la realidad de su tierra (siendo procedente del Partido Verde
Ecologista, esperaríamos que limpiará el famoso Cañón del Sumidero, pero no,
eso no es tan importante), la vestimenta y el peinado impecable y nuevamente,
el conveniente matrimonio con una “reina” de las telenovelas, la exitosa receta
no ha fallado, ¿Para qué cambiarla?
¿Queremos ver la misma telenovela, así de mala dos veces?
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