Thurston Moore, By The Fire (2020), Una Reseña
Thurston Moore, By The Fire (2020), Una Reseña
Por: Rock n Roll
Animal
Thurston Moore no es ajeno a los discos solistas, desde
mediados de los 90s editó varios discos bajo su propio nombre, alejado de su
reconocida banda Sonic Youth, By The Fire es su grabación solista más reciente,
la número siete, en By The Fire posiblemente no hay grandes sorpresas,
conocemos bien el sonido de Moore, influido fuertemente por bandas como los
Stooges, los Modern Lovers, Television, Glenn Branca y los Neu!, y precisamente
éste es el universo en el que cada uno de los temas de By The Fire va haciendo
su aparición, con un Thurston Moore coqueteando con el mundo del pop, aunque
ingresando todo su bagaje proto punk, en parte conectado con lo que solía hacer
Kurt Cobain con Nirvana, punk ejecutando temas pop.
El disco abre con Hashish, que posee esas guitarras repiqueteando
de forma vibrante, así como el músico minimalista Glenn Branca les enseñara a
Thurston y a Lee Ranaldo en los 80s, cuando eran parte del ensamble de
compositor, las línea se repiten invocando al
minimalismo estadounidense antes de mutar en el rock cacofónico de
bandas como los Stooges y los Modern Lovers, con diminutos guiños al Bohanon
que tanto gustaba a Lou Reed, en By The Fire, Mooe parece obsesionado con la
repetición, más que en toda su carrera previa, lo hace de forma valiente
explotando sus fortalezas y sintiéndose bastante en medio del caos, y
precisamente eso se convierte en el principal atractivo del disco.
Para Cantaloupe los riffs brutales que Moore retoma de los
Stooges son evidentes, en lo que parece interpretar música para trúhanes que
pasean en autos atemorizando al vecindario, aunque las letras que Moore
interpreta, con la voz más profunda que le hemos escuchado, nos hablan de cosas
muy distintas, casi psicodélicas en un ejercicio que podría recordarnos incluso
al Stoner Rock de los entrañables Kyuss, me llama la atención que Moore canta
sobre “gardenias”, que precisamente era el título de una canción del disco Post
Pop Deression, que Iggy Pop grabaría con Josh Homme, ex integrante de los
Kyuss, ¿Todo está conectado?, Tal vez.
Para Breath, la introducción continua explorando territorios
que pudiéramos denominar psicodélicos, aunque el tema pronto se transforma en
un ejercicio al estilo Glenn Branca, en el que las notas se repiten de forma
infinita, incrementando su volumen e intensidad creando un poderoso nivel de
tensión, que fuera una de las características principales de las posmodernas
sinfonías compuestas por Branca, pero Moore se niega en todo momento a
permanecer quieto, y nuevamente cambia el ritmo y se adentra en el mundo del
Krautrock, apoyado fuertemente por la batería de su ex compañero de los SY,
Steve Shelley y por Debbid Googe de los My Bloody Valentine, formando una
rígida sección rítmica que permite a Moore y a James Sedwards intercambiar
líneas de guitarra, que podrían recordarnos los momentos más inspirados de los
SY.
Vale la pena aplaudir ejercicios como Siren, en el que Moore
se adentra en la dinámica de su banda y disfruta de un atractivo “jam” en el
que los músicos intervienen a favor del ritmo, como repitiendo un mantra, con
Moore cambiando la dirección en ocasiones, y permitiendo a su guitarra explorar
territorios menos formales, e incluso bastante peculiares como en Caligraphy,
bastante diferente al resto del disco, o Locomotives, canción central del disco
y en la que Moore da rienda suelta por completo a sus instintos más salvajes,
que pudieran recordarnos al SY más primitivo, cuando idolatraban más a los alemanes
de Can.
Hay momentos de singular belleza y reflexión, como en
Dreamers Work, con una fuerte inclinación al mundo del folk, y después saltos
cuánticos al rock más vanguardista en temas como They Believe in Love, que
muestran a Moore realmente comprometido con la experimentación y los sonidos de
vanguardia, en el que músicos como John Leidecker, de los Negativland se suman
al “jam” para añadir ruido blanco a la mezcla, y permitirnos apreciar al genio
creativo de Moore explotando de forma única, en territorios que solo feroces
experimentadores como los Faust o los Can se pudieran haber atrevido a
adentrarse, para después cerrar el disco con Venus, en la que Moore se decanta
por completo por el sonido más allá de la música, y los escuchamos ascender y
desintegrarse en el aire, para así concluir un disco excepcional, que deja en
claro que Moore aún tiene magia de sobra en su interior, y la llave para abrir
y desatar ese furioso fenómeno que se llamaba SY, cuando él lo desee.
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