Perder Una Oreja Como Van Gogh

 


La Búsqueda de Un Buen Corte de Pelo y Algunas Sorpresas

Se dice que la operación estética de las orejas es de las más dolorosas que existen durante la recuperación. Imagínate perder una oreja. Imagínate a Van Gogh. Cuando salí de Monterrey para trabajar fuera, me encontré con el problema de que salía bastante tarde de la oficina. A esa hora ya no encontraba lugares en donde pudiera cortarme el pelo. Suelo cortarme el pelo seguido, casi cada mes. Me gusta llevarlo muy corto. Pienso que el pelo es mera vanidad. No me gusta la idea de dedicarle minutos todas las mañanas para peinarlo. Al año serían días dedicados a peinarse. Mi cabello es bastante rebelde. Por parte de la familia de mi madre, mis tíos parecían familiares de Albert Einstein, con el cabello alborotado y totalmente blanco. En la familia de mi padre, mis tíos tuvieron calvicie prematura. Pienso que en temas de cabello, heredé la genética de la familia de mi madre. Si empezara a quedarme calvo, optaría mejor por llevar el cabello rapado. En fin, no encontraba en donde cortarme el pelo y en una ocasión, cuando salía a comer, me encontré a una chica de la oficina en el elevador. Le comenté del poco tiempo de que disponía al salir en la noche y le mencioné que requería urgentemente un corte de pelo. Recuerdo que me dijo "¿Y porque no vas a la hora de la comida?". Por supuesto, esa era la solución. Me dediqué a buscar algún lugar abierto a mediodía, no había muchos, por cierto. Mucha gente cierra sus locales a esa hora para ir a comer, más en ciudades pequeñas. En Monterrey solía ir con una chica cerca de la casa, que por lo general tenía abierto su local a casi toda hora, incluyendo los fines de semana. Soy un cliente fácil y rápido. "Corta todo con la máquina, muy corto, por favor". Recuerdo encontrar un local abierto a mediodía cerca de dónde me estaba quedando a dormir. El local se veía acondicionado muy elegantemente y la chica que cortaba el pelo llegó en un auto enorme y esperé hasta que se acomodó su bata, cara y fina. Era como una rockstar del corte del pelo. Después le extrañó mi petición: "Corta todo con la máquina, muy corto, por favor". Supongo que pensó que sus estudios en moda de cabello eran sobrados para el tipo de trabajo que yo pedía. Puso cara de disgusto. No me sentí cómodo, además de que consideré excesivo el pago por el trabajo que había hecho. Tuve varias semanas en que me puse a buscar otro lugar a dónde ir a mediodía. Encontré otro local y acudí. Era un local pequeño y muy austero. Me siento más cómodo en la austeridad. Me senté y esperé a que la chica me pusiera la bata. Entonces me di cuenta que la chica que atendía tenía un ojo solamente. Alguna vez tuve un accidente en un ojo y me afectó la vista por unos días. Se pierde la percepción de profundidad y calculas mal lo lejos o cerca que están las cosas. Me aterró pensar si esa chica podía cortar bien el cabello. Me aterró pensar que pudiera yo resultar herido o perder una oreja o las dos por mi exigencia de encontrar quién cumpliera mi demanda de "bueno, bonito y barato". "Lo barato sale caro" dicen algunos. En plena época de pandemia, ella llevaba sus cubrebocas, así que también corría peligro de perder una oreja y no saber quién lo había hecho. Por lo menos Van Gogh lo había hecho él mismo. Por lo menos Van Gogh era un genio de la pintura. Respiré profundo, me armé de valor y dejé que la chica hiciera su labor. "Corta todo con máquina y muy corto, por favor". Le señalé. Debo confesar que la chica hizo excelente trabajo. ¿Cómo? No lo sé. ¿Cobro mucho? No.  Cuando alguien me da un excelente servicio, me vuelvo cliente leal y frecuente. Cada vez que requiero el corte, acudo con ella. Fue una grata sorpresa después de todo.

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