El Tigre de Gucci, los Juegos del Hambre y la Muerte de la Sutileza
El sector de lujo y la industria de la alta moda se est谩n desangrando y buscan desesperadamente un torniquete. La producci贸n masiva redujo costos en el mundo de la moda, pero esto no se reflej贸 en el precio al consumidor y este ahora se siente estafado. El lujo supremo, ese altar dorado donde los privilegiados adoraban en susurros, se estrell贸 contra un muro. China, el drag贸n que alimentaba esta org铆a de opulencia, cerr贸 el grifo, dejando joyas, alta costura y accesorios acumulando polvo en boutiques relucientes. Los titanes de la industria sudan fr铆o bajo sus trajes a medida, murmurando sobre un "reinicio" en septiembre, como si fuera un error de software que se soluciona reiniciando.
Pero esto no es una actualizaci贸n. Es un terremoto, y el suelo se agrieta bajo sus suelas Louboutin. Bienvenido al caos, no est谩s solo viendo el espect谩culo, est谩s en primera fila de un circo donde los payasos est谩n armados y el maestro de ceremonias perdi贸 el guion hace tres actos.
Los n煤meros no mienten, gritan. LVMH y Kering, los colosos del lujo, reportaron ca铆das brutales en el segundo trimestre de 2024, con el gasto en lujo de China desplom谩ndose un 20% a帽o contra a帽o, seg煤n McKinsey. Las casas legendarias como Chanel, Dior, Herm猫s cambian directores creativos como cartas de Pok茅mon, esperando que un rostro nuevo seduzca a las masas de vuelta a sus mostradores.
Aqu铆 entra Demna Gvasalia, el provocador que convirti贸 a la controversial Balenciaga en una f谩brica de memes con bolsos de basura de $2,000 y campa帽as que rompieron internet por las razones incorrectas. Tras una d茅cada revolviendo el avispero en Balenciaga, dio el salto a Gucc, un movimiento que sacudi贸 la industria como un martillazo en cristal de Baccarat.
¿Gucci, el basti贸n del glamour sofisticado y ligeramente perverso, contratando al tipo que vend铆a zapatillas que parec铆an masticadas por una cortadora de c茅sped? Es como contratar a Banksy para restaurar la Capilla Sixtina. La reacci贸n fue instant谩nea y visceral.
Los fieles de Gucci, esos que abrazan sus bolsos monogramados como talismanes de estatus, gritaron traici贸n digital. En X, las opiniones estallaron como fuegos artificiales defectuosos: "Gucci est谩 acabado", llorique贸 un usuario con foto de perfil en un yate. "Demna lo va a convertir en un mercadillo de ropa urbana", se burl贸 otro desde su penthouse minimalista.
Pero aqu铆 est谩 el giro perverso: tal vez Gucci necesita esto. La marca ha estado viviendo de cinturones con logo y de la nostalgia segura de los sue帽os bohemios de Alessandro Michele, mientras el mundo segu铆a girando hacia el abismo. La llegada de Demna no es una traici贸n; es un c贸ctel Molotov envuelto en seda italiana.
¿Su primer golpe maestro? Un cortometraje enigm谩tico titulado "El Tigre",
protagonizada por Demi Moore con toda la gloria que le dej贸 La Sustancia. Dirigido por Spike Jonze en colaboraci贸n con Halina Reijn, la mente detr谩s de la inquietante Babygirl. Porque, ¿para qu茅 desfilar en una pasarela cuando puedes lanzar un sue帽o cinematogr谩fico que deje a todos rasc谩ndose la cabeza mientras vac铆an sus billeteras?
"El Tigre" no es solo una pel铆cula; es un manifiesto envuelto en terciopelo negro. Es Demna burl谩ndose de la obsesi贸n de la industria por el glamour predecible, destripando los estereotipos de "La Familia" Gucci, herederos con fondos fiduciarios, t铆as exc茅ntricas coleccionistas de arte, patriarcas sombr铆os que susurran en boardrooms forrados de m谩rmol, todos envueltos en las prendas de la pr贸xima temporada como mu帽ecas rusas de lujo.
Programada para debutar en marzo de 2026, esta colecci贸n no se trata de ropa; es una vibra, una declaraci贸n, un dedo medio elegantemente manicurado al statu quo. Demna no sigue las reglas antiguas. Ni siquiera reconoce que existen.
Spike Jonze, con su talento sobrenatural para convertir lo mundano en surrealista, es el c贸mplice perfecto. Imagina Being John Malkovich cruzado con un anuncio de Gucci dirigido por David Lynch despu茅s de una noche de insomni, todo espejos deformados, pavor existencial y bolsos que cuestan m谩s que un auto.
Mientras tanto, Glenn Martens, la mente fragmentada detr谩s de Maison Margiela y Diesel, grita al vac铆o con la desesperaci贸n de un profeta no escuchado. "La industria de la moda se ha convertido en 'Los Juegos del Hambre'", declar贸 en la Semana de la Moda de Mil谩n, con la voz cargada de ese agotamiento existencial que sientes tras horas de scroll infinito en TikTok.
No se equivoca. Las redes sociales han transformado la alta moda en un coliseo digital donde los dise帽adores no solo crean vestidos—luchan por likes, retuits y esos momentos virales que duran menos que un suspiro pero valen m谩s que el oro.
El 煤ltimo truco de Martens lo demuestra con claridad brutal. Olv铆date de la exclusividad silenciosa de un desfile tradicional de Margiela, donde los rostros de las modelos se ocultan para centrarse en el arte puro. Esta vez, se fue full Willy Wonka, esparciendo cabinas en forma de huevo por Mil谩n como una b煤squeda de tesoros para la generaci贸n que naci贸 con un smartphone en la mano.
Escanea el c贸digo QR, gana una prenda de la colecci贸n. Es absurdo, es desesperado, es brillante. El p煤blico se lo trag贸 como zombies consumistas, persiguiendo bot铆n gratis mientras los influencers lo grababan todo para monetizar el FOMO. Pero Martens no sonre铆a. "No soy MrBeast", murmur贸, como si decirlo en voz alta pudiera exorcizar el demonio de la relevancia impulsada por algoritmos.
Tiene raz贸n para estar inquieto. El trabajo del director creativo sol铆a ser sobre visi贸n pura; ahora es sobre m茅tricas de engagement y KPIs que suenan como nombres de drogas sint茅ticas. Demna, siempre el agente del caos, parece estar hecho para prosperar en esta distop铆a digital, mientras Martens llora la muerte del misterio como quien lamenta un amor perdido.
Y luego est谩 el fantasma elegante de Tom Ford, que alguna vez llev贸 a Gucci a la gloria antes de abandonar la moda por el cine. Su obra maestra de 2016, Nocturnal Animals, un descenso lynchiano al enga帽o y la venganza, demostr贸 que puedes contar una historia devastadora sin coser una sola costura.
"El Tigre" de Demna parece un gui帽o directo a ese legado, una se帽al de ne贸n que dice que el futuro de la moda no est谩 en la pasarela, sino en el encuadre. La vieja guardia puede aferrarse a sus perlas de Mikimoto, pero aqu铆 se trazan las l铆neas de batalla del futuro: aferrarte a la tradici贸n y morir lentamente, o abrazar lo absurdo y tal vez, solo tal vez, sobrevivir al apocalipsis.
Entonces, ¿cu谩l es la lecci贸n en este teatro del absurdo? La alta moda se est谩 devorando a s铆 misma con la elegancia de un banquete franc茅s, y todos estamos invitados a la mesa. Las l铆neas entre arte, comercio y espect谩culo se han difuminado en un caleidoscopio grotesco que har铆a llorar de envidia a un filtro de Instagram.
El Gucci de Demna apuesta por la provocaci贸n sobre el prestigio, mientras las cacer铆as de huevos de Martens gritan la desesperaci贸n de un hombre atrapado en un sistema que odia pero que lo necesita para sobrevivir. Esto no es solo una crisis econ贸mica; es un ajuste de cuentas existencial.
La industria ha estado funcionando con los vapores et茅reos de la exclusividad durante d茅cadas, pero el mundo es demasiado ruidoso, demasiado r谩pido, demasiado hiperconectado para que esa farsa siga funcionando. El emperador no solo est谩 desnudo; est谩 haciendo un livestream de su desnudez mientras vende NFTs de su ropa invisible.
Ya no somos meros espectadores en esta 贸pera bufa, estamos dentro del desastre, c贸mplices con cada like, cada share, cada vez que vemos el reel y le damos de comer a la bestia. O al tigre.
El espect谩culo apenas comienza, y todos tenemos asientos en primera fila para el fin del mundo tal como lo conoc铆amos. Que comience la funci贸n.



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