Pinch & Shackleton-Pinch & Shackleton
“Dosis masivas”, es una composición de palabras que he escuchado mucho últimamente, es el último recurso, es el ataque máximo y sumamente arriesgado con la esperanza de una respuesta positiva, el para “salvarlo tenemos que matarlo”, por otro lado que sucede cuando recibimos una dosis masiva de sonidos ultra bajos? Por un lado nuestro interior vibra, el sistema interno por completo se altera, ese sonido tan contundente y compacto a la vez que transforma el concepto musical, de algo que es meramente de escucha a algo que se convierte en contacto físico, una marea constante que nos golpea, que trata de movernos, de sacudirnos, y es que haciendo una analogía con la termo dinámica sabemos que está funciona en orden con variables como la temperatura y la presión, sonidos “bajos” graves que congelan la sangre, algo sólido que se niega a cambiar su estado, que no nos hace viajar, pero que es tan necio que trata de movernos, hablemos de dubstep, si ya saben, ese genero que en verdad sabe jugar con la presión, que juega peligrosamente con claustrofóbicos patrones rítmicos, dándonos el equivalente sónico a disparar dentro de un elevador, el dubstep se hace presente aquí.
Sam Shackleton, esa elusiva figura que rara vez da entrevistas, que pone como protagonista de su carrera a la música (como debe ser, que más?), Shackleton es un veterano de la escena dub inglesa, de ese extraña generación de músicos amantes del dub, pero que no quisieron caer en un mero revival de la música de Jamaica, que quisieron crear su propia versión y la fusionaron con los ritmos fríos del techno, los espacios del ambient e inclusive con el sonido expansivo de la música industrial, territorio en el que se manejan gente como Justin Broadrick, Kevin Martin o Mick Harris, escena de donde Shackleton se desliga, se va a Berlín sediento de la onda electrónica que ahí se maneja y en dónde trae a la vida una fusión muy al estilo de los legendarios Can, pero muy adaptada a nuestro tiempo, partes de dub, partes de industrial, partes de ambient, partes de techno y partes de música étnica (derivado de la obsesión de Shackleton por coleccionar percusiones primitivas) se fusionan en su música, una grana amalgama de sonidos y tonalidades.
Shacleton con el tiempo se ha dio convirtiendo en uno de los gigantes del genero, y en este Pinch & Shacleton, se fusiona musicalmente con otro grande del genero Pinch, para traernos este disco / colaboración (Ford and Lopatin, Lou Reed y Metallica, Massive Attack y Burial, se está convirtiendo este año en el año de las colaboraciones? O es la necesidad de repartir los costos y reducir el riesgo en las grabaciones en esta nueva era digital?) cabe mencionar que poco conozco de la obra de Pinch, aunque las referencias que he recibido de su música siempre han sido buenas y lo que he escuchado de él me lleva a pensar que una mejor colaboración no pudo haber surgido (considerando el background de Pinch con la música étnica y su fusión con la electrónica moderna), calro), no así con la obra de Shackleton, que me es familiar y que he seguido, esa mezcla de bajos poderosos, percusiones tribales, ecos prominentes y la frialdad del techno amalgamadas en ese delicioso dubstep que rara vez suena al resto del dubstep,
Cracks In The Pleasuredome abre con bajos de alto calibre, de forma estelar la textura ambient comienza a envolvernos y es cuando esos ritmos peligrosos y contenidos comienzan a tomar forma, una música capaz de engañarnos y hacer que se confunda con el mismo ritmo de nuestro corazón aclarando nuestros ritmos internos de estrepitosa manera, avanzada la pieza los sintetizadores comienza a tomar el protagonismo, mientras el medio oriente se hace presente a través del sampleo de voces y cantos, una nueva clase de espiritualidad digital con todo lo herético que pueda sonar la frase.
Talvin Sing y su tabla pareciera materializarse en Jellybones, mientras que Shackleton y Pinch agregan generosas, “masivas” dosis de ruido y ecos, más tribalismo para la nueva era, pero como olvidarnos del bajo reptante que de alguna manera consigue salir a la superficie en una pieza que increíblemente tiene éxito en sus dos empresas, contagiarnos con el ritmo y a la vez compartirnos una experiencia casi espiritual a la que nos podrían inducir a través de esos aires enrarecidos. (E.S.P.-ritual).
Agradezcamos a los dos protagonistas de esta aventura musical por la contundencia de la percusión con que abre Torn and Submerged, ya que no sólo nos golpea, también nos muele a golpes, y después nos desorienta con sus sintetizadores sumergidos en reverb, Rambo regresó a Vietnam y esta sediento de venganza.
Dos titanes del género en una colaboración a la que no se le ve en ningún lado el “parche”, perfectamente bien acoplados y concentrados en sumar un total, total que nos golpea y amenaza con moler nuestros huesos a golpes, sino desintegrarlos y pulverizarlos en baños de ecos y distorsiones.
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