Peter Van Huffel´s Gorilla Mask-Bite My Blues (2014)



Peter Van Huffel´s Gorilla Mask-Bite My Blues (2014) 

“Fue cuando descubrí que podría cometer errores, cuando me di cuenta que estaba por descubrir algo nuevo”
Ornette Coleman

Peter Van Huffel podrá ser un monstruo feroz al en el saxofón, muy al estilo del gran alemán Peter Brotzmann aka “Machine Gun”, podrá ser un demonio de la velocidad como cuando John Zorn tocaba con los abominables e increíbles Naked City, en dónde también militaba el ex baterista de los Napalm Death, Mick “El Tornado Humano” Harris, pero Van Huffel tiene algo más que al Bro o a Zorn les ha faltado en ocasiones, una sección rítmica demoledora y soberbia, típicamente hardcore punk, gracias al bajista Roland Fidezius y al baterista Rudi Fischerlehner, y son precisamente ellos, quienes junto al ya mencionado Van Huffel, los que hacen a este trio, denominado Gorilla Mask, algo tan especial y tan necesario de poder escuchar y apreciar.

La combinación entre el jazz y el rock, cuando se hace con fiereza es algo que sin duda llama poderosamente mí atención, desde el brutalmente sólido Tribute To Jack Johnson del gran Miles Davis, hasta los trabajos del Bro con Last Exit o con su hijo Casper Bortzmann, hasta esos ya mencionados trabajos de John Zorn con gente como Harris o Mike Patton, o los tremendos italianos Zu, trabajos con los que me he quedado enganchado trabajos sin concesiones y primera piedra de todo un movimiento agresivo de rock inteligente, experimental y cerebral que penetró rápidamente en las zonas más salvajes del mundo el rock como el punk, reflejándose en trabajos de bestias sónicas que reconocen ese legado como los Black Flag, los Minutemen o los Sacharine Trust, para mí, por alguna razón el hardcore punk y el free jazz siempre han ido muy de la mano (¿Alguien recuerda lo que tocaban los Bad Brains antes de irse de lleno por el mundo del hardcore punk?)

Basta escuchar la manera de empezar de este disco, a tambor batiente y con un bajo imponente abriendo la tierra a su paso y preparando la cancha para el saxofón de Van Huffel, que realmente nos saca de balance al darle un nuevo sentido al contexto casi punk de la sección rítmica, bajo el cual resulta sorprendente la incursión de un instrumento más asociado al jazz, siendo que muchos podríamos  esperar aquí el arribo de la retorcida guitarra de Gregg Ginn, quien pareciera ser una importante influencia para Van Hufflel más que John Coltrano o Eric Dolphy, aunque el trabajo de Ornette Coleman definitivamente es una importante referencia aquí.

Precisamente la labor casi heroica de sobrevivir entre los dos monstruos rítmicos ya mencionados pareciera ser el objetivo de Van Huffel, quien aquí suena como un forajido que es por momentos atrapado y destripado, aplastado por estas dos fieras sueltas y furiosas, capaces de recordarnos el hardcore punk más explosivo y agresivo mezclado con caóticos acercamientos a la música ardiente del free jazz por parte de la batería, la cual se niega por momentos a seguir una ruta simplista y dota de complejidad por momentos el ataque.

Pieza tras pieza la banda va sonando más y más integrada, unidos por sangre y telepatía pura, por momentos haciendo serías desviaciones en improvisadas melodías que amenazan con introducirse en nuestra mente y aferrarse a ella, ritmos que machacan el cerebro y líneas de saxofón disonantes y disruptivas que nos llevan a través de este mundo caótico, como si el País de las Maravillas se hubiera convertido en una verdadera pesadilla musical, con tres barbaros que torturan con singular falta de piedad sus instrumentos.


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