Alimentación y Violencia: Azúcar, el Endulzante del Diablo



Alimentación y Violencia: Azúcar, el Endulzante del Diablo

“Mi doctor me dijo que dejara de tener cenas intimas para cuatro, a menos que me acompañen otras tres personas.”
Orson Welles  

De sobra es sabido que por más perfecto que sea un sistema, si le alimentamos basura, tendremos basura, la comida de nuestros días, dista mucho de la calidad y contenido nutrimental del pasado, hemos masificado, abaratado, perpetuado y esterilizado la comida a tal grado que se ha vuelto una versión muy distinta de los alimentos originales, tanto ha perdido sus propiedades originales que nos hemos visto obligados a añadir cantidades escandalosas de azúcar para mejorar su sabor, hemos convertido el azúcar en sinónimo de rico o sabroso, y no nos hemos dado cuenta en el problema en que nos hemos metido lentamente.

 Peor que muchas drogas, el azúcar se adentra silenciosamente en nuestros cuerpos, su sabor inmediato y magnificente nos vuelve presas fáciles, crea una cierta dependencia, que a pesar de las consecuencias en su consumo inmoderado seguimos prefiriéndolo por encima de otras opciones o sustitutos, convirtiéndose en la droga por excelencia, esa que no está prohibida (aún) y que nos da una enorme satisfacción automática, peor aún, se las damos a manos llenas a nuestros hijos, que no resulte sólo una coincidencia que el mayor consumidor de azúcar en el mundo, sea Estados Unidos de América con su amenazadora violencia doméstica y en escuelas desbordada a más no poder. 

Estudios realizados en varios países como Inglaterra y Estados Unidos han mostrado una asombrosa incidencia en casos en los cuales cuando mejora la calidad de la alimentación, los sujetos tienden a mostrar una convivencia mejor entre sí, con una marcada disminución de la violencia en los casos en que la ingesta de azúcar se disminuye drásticamente, siendo que en México somos uno de los países de mayor consumo de refresco de cola en el mundo, que no nos extrañen dos cosas, que seamos de los más obesos y que seamos sacudidos por una fuerte ola de violencia (algo similar pasa con nuestro más cercano competidor en eso de beber bebidas de cola, Estados Unidos de América, una coincidencia más) y no me refiero a la que han traído los carteles con sus guerras internas, sino a la violencia que más duele y cala hondo, la que se ha generado dentro de los hogares y dentro de las escuelas.       

En años recientes hemos visto el incremento en las incidencias reportadas de violencia intra familiar y de bullying en las escuelas, hay que aceptar que son situaciones no deseadas que siempre han sucedido, pero recientemente los casos se repiten con una frecuencia escalofriante, los resultados cada vez son más dramáticos y agreguémosle a la exposición que han tenido gracias a los medios y redes sociales, el escenario es nada menos que macabro, alimentemos el sistema con basura y el resultado será basura, sigamos alimentando a nuestras familias, a nuestros hijos con basura y con azúcar en exceso y suframos las consecuencias, empecemos a buscar los orígenes verdaderos de que es lo que está pasando, regulando, prohibiendo  y castigando sólo contenemos el problema, ganamos tiempo, pero no lo resolvemos del todo, hay que empezar a trabajar en programas de buena alimentación, educar a la población en esta materia, aprender a comer y a moderarnos, fortalecer la cultura de la educación física, impulsar la innovación y el desarrollo de nuevos productos que sustituyan el azúcar y empezar a hacer a un lado ese lastre del pasado que un día puede llevarnos a la muerte colapsando nuestros cuerpos y violentando nuestras mentes.          

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