La Madurez y el Fin del Engaño.
La Madurez y el
Fin del Engaño.
El nacionalismo es una enfermedad infantil, es el sarampión de la
humanidad.”
Albert Einstein
Nunca ha sido de todo mi gusto el futbol, mi padre lo
practico casi de manera profesional, pero lo dejó a un lado por tener una
profesión, hablamos de una época en que los futbolistas no ganaban los sueldos
millonarios de hoy en día, así que para sacar adelante a una familia, era mejor
ser ingeniero, abogado o doctor, pero a pesar de esto, la afición de mi padre
por este deporte nunca ha menguado, los tiempos cambiaron y ser futbolista se
convirtió en una profesión bastante remunerable, mi padre intentó por todos
medios que el gusto por el futbol despertase en mí, me forzó a pertenecer a
equipos infantiles, en los cuales, nunca destaque mucho, aunque le echaba
ganas, recuerdo incontables regalos que consistían en tachones para futbol,
balones y uniformes de diversos equipos, y un sin fin de invitaciones
obligatorias a juegos, recuerdo pasar esas interminables tardes en medio de
multitudes alcoholizadas, inclemente sol, intensas lluvias y posteriores
vientos helados sin poder correr a guarecerme, recuerdo las ganas de orinar y
la indicación de mi padre de esperar a medio tiempo, el cual al llegar
provocaba unas verdaderas aglutinaciones espantosas en los baños.
Pero habrá gente que ame el futbol y que estos
inconvenientes no le signifiquen gran cosa en contra, y su gusto no mengue en
lo más mínimo, de adolescente lo practique y me resultó más grata la
experiencia, siempre me gustó más jugarlo que verlo, definitivamente, y el
mundial que se llevó a cabo en el país (primero en realizarlo dos veces) en el
año de 1986 fue una muy grata experiencia, pero mis decepciones con el futbol
no terminaron ahí, los equipos locales y la situación general del futbol en el
país simplemente acabaron con cualquier disfrute que yo pudiera sentir por el
deporte.
Pero hoy en día, mi percepción ante el futbol es otra, una
muy distinta, una que toma en cuenta el aspecto social de los países y de la
manera en que los gobernantes usan el futbol, al igual que la religión y el
espectáculo en general para distraer a la gente, para usarlos y manipularlos,
hemos visto como en los 70s, el gobierno mexicano anunciaba “la entrada del
país” al primer mundo (junto con unas olimpiadas y a meses de duras y
sangrientas represiones a la sociedad), o como suavizaron la dureza de las
dictaduras militares en Argentina el mundial del 78, este año, Brasil repite la
estrategia mexicana de hace cuarenta años, usa el mundial de futbol para
anunciar al mundo “el milagro brasileño”, la sociedad se levanta y el gobierno
de Dilma Rousseff, la mujer de las guerrilla, reprime con la fuerza militar que
conoció del otro lado, al pueblo, que le reclama los gastos exorbitantes para
la preparación de este certamen, ¿Quieren otro ejemplo de propaganda y futbol?
¿Qué tal el mundial del 2018 otorgado a Rusia? ¿Acaso podríamos afirmar que
Putin querrá usarlo para hacerse propaganda? No seamos tan mal pensados por
favor.
El mundial de futbol siempre ha servido para temas
propagandísticos, al igual que las olimpiadas (¡Saludos a Sochi!), el futbol siempre
fue una herramienta para que los países de pasado colonialista aliviara un poco
su nostalgia, Francia, Inglaterra, España, Portugal, Bélgica y Holanda,
buscando aliviar un poco esa sed de conquista y dominio que les pudo haber
quedado, caso aparte Alemania, quienes no comparten en gran escala este pasado
colonialista, pero siempre han tenido ese deseo de destacar y mostrar
superioridad a toda costa (Deutschland uber alles!), algo similar sucedería con
los países del fallecido bloque socialista, como la difunta URSS, China o Cuba,
quienes preferían usar las Olimpiadas para promocionarse.
Resulta llamativo pensar que el futbol sea tan popular en
países de América Latina y África, dónde el futbol se explota con tintes
nacionalistas, como en México, en dónde consigue exaltar los ánimos más que
cualquier abuso por parte del gobierno, nos reunimos sin pensarlo dos veces
para festejar un triunfo de la selección y amamos con locura la camisa verde,
pero para unirnos y protestar, ahí nos vale reverenda madre.
¿Por qué será que países con avanzadas economías, sistemas
de bienestar, sociedades altamente educadas, y con sistemas de salud
envidiables, el futbol no les resulta tan atractivo? Austria, Suiza, Suecia,
Finlandia, Noruega, Islandia, Nueva Zelanda o Canadá, nunca les veremos
destacar en un mundial de futbol, porque su gente exige educación, exige salud,
exige empleo y exige crecimiento, y no se le distrae con futbol tan fácilmente,
la gente en esos países quieren ser doctores, ingenieros y abogados, no futbolista
y vemos que países como Brasil están despertando a esta madurez, y esperemos
que como país, los mexicanos empecemos a salir de esa niñez que idolatra al
futbol y maduremos a exigir lo verdaderamente prioritario para el desarrollo y
el progreso.
Esto no significa que debemos satanizar la práctica del
futbol o de cualquier deporte en general, el deporte es fuente de salud, de
bienestar, de disciplina, de enseñanza sobre el trabajo en equipo y de sano
esparcimiento, lo que hay que cuidar es no ser manipulados o distraídos por la
maquinaria de comercialización y propaganda que se mueve tras de las
organizaciones que manejan este deporte, no comprar el nacionalismo inmediato
que provoca el futbol, ya que como decía Einstein: “El nacionalismo es una
enfermedad infantil, es el sarampión de la humanidad”, que el futbol no sea el
agente propagador y que vayamos madurando como sociedad.
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