La Traición Musical: Cómo Joker 2 Silencia su Propia Revolución



Desde su título, Joker: Folie à Deux, la cinta ya presenta un desafío intrigante. La "locura compartida" sugiere una conexión entre los personajes principales, pero también podría ser una referencia a una relación aún más compleja: la que se forma entre director, guionista y espectador. El viraje mayor de esta secuela no está en los personajes, sino en su aparentemente novedoso formato: un musical. Con la incorporación de la actriz y cantante Lady Gaga como Harley Quinn, un personaje inmortalizado por Margot Robbie, las opiniones de críticos y fanáticos se han polqrizado desde el comienzo. Aunque Todd Phillips intenta evitar repetir la fórmula ganadora de la primera película, la inesperada combinación de géneros ha dejado a muchos bastante confundidos.

El Joker de 2019 se lanzó en medio de un ambiente político turbulento y la inquietante llegada del aún desconocido Covid, con figuras como Donald Trump y Boris Johnson liderando una oleada populista que se asemejaba al caos que encarna el propio Joker, ademas de una llamativa tendencia por el cabello extravagante. La película se convirtió, a pesar de las expectativas de Phillips, en un símbolo para sectores radicales de la nieva derecha o "alt right", en especial para los llamados incels, jóvenes alienados que encontraron en el Joker una representación de su frustración con el sistema. Este malentendido sobre el mensaje original de la cinta claramente dejó su huella en Phillips, y la secuela parece ser una respuesta precisa a ese fenómeno.

En lugar de profundizar en el oscuro retrato de los marginados, Phillips y Joaquin Phoenix han suavizado el enfoque. La primera entrega tenía tintes de Fight Club, explorando la alienación masculina y el nihilismo violento. Ahora, Folie à Deux cambia de rumbo, introduciendo elementos musicales y dando mayor protagonismo a la contra parte femenina, Harley Quinn. El giro hacia un tono más ligero y artístico podría interpretarse como un intento de desactivar la intensidad subversiva que caracterizó a la primera cinta.

La inclusión de Harley Quinn en el centro de la narrativa podría parecer una decisión estratégica. En política, figuras como Marine Le Pen suavizaron la imagen de sus movimiento de derecha radical al colocarse como rostros visibles, pero ¿es esta la dirección adecuada para el Joker? Es posible que la ultraderecha masculina que se apropió del personaje en 2019 vea este cambio como una traición, alejándose de la franquicia por completo. Este intento de redención, sin embargo, podría ser lo que el personaje menos necesitaba para efectos meramente cinematográficos.

El componente musical en Folie à Deux es quizás el aspecto más desconcertante. La idea de un musical basado en una historia tan oscura no es algo tan novedoso; se ha hablado de un Fight Club musical durante años. Sin embargo, la ejecución aquí parece limitar la anarquía del Joker en lugar de expandirla. Los números musicales, lejos de ser un estallido de locura, parecen contener la energía destructiva del personaje en un formato más controlado, menos aterrador y másaccesible, en teoría. El resultado es una película que parece domesticar la esencia subversiva que hizo de la primera cinta un éxito tan polémico.

La conexión entre el Joker de Phoenix y Taxi Driver de Scorsese fue uno de los pilares que sostuvieron la película de 2019. Ambas historias presentan a personajes masculinos alienados y peligrosos, sin buscar redimirlos. Sin embargo, en Folie à Deux, parece haber un deseo de redención para el Joker, una búsqueda de colocarlo en un molde más aceptable. Esto contradice la naturaleza del personaje: el Joker es, por definición, irreparable, una fuerza caótica que no busca redención, sino simplemente ver el mundo arder, cómo muchos otros, hoy en día.

Lady Gaga, en el papel de Harley Quinn, es un factor intrigante. Conocida por su capacidad de transformación, Gaga aporta un magnetismo que prometía revitalizar la franquicia o distanciarla de sus raíces oscuras. La química entre Phoenix y Gaga es un elemento fundamental para determinar si esta película puede resonar con los fanáticos de la primera entrega o si caerá en un intento fallido por agradar a una audiencia más amplia. Las reacciones iniciales han sido mixtas; algunos ven a Gaga como una renovación necesaria, mientras que otros temen que diluya la crudeza que caracterizó a la primera película.

Phillips parece haber caído en una trampa autoimpuesta: en su esfuerzo por innovar, ha llevado la historia del Joker a un territorio en el que pierde su esencia e intensidad. La tensión entre lo que el público esperaba y lo que se ha entregado ha creado una polarización quizá irreparable. Y aunque la originalidad es bienvenida, este cambio de tono tan radical y la introducción de elementos musicales podrían no ser lo que el personaje requería para evolucionar.

Joker: Folie à Deux parece haberse enredado en sus propias ambiciones. El intento de suavizar al Joker a través de un musical, en lugar de continuar el legado de caos que le precede, podría haber diluido el encanto y poder del personaje. Phillips, al querer evitar repetirse, ha tomado una ruta que, audaz, que ha perdido de vista lo que hizo que el Joker original fuera tan inquietante. Tal vez, la verdadera locura no esté en los personajes de la película, sino en el atormentado y mal ejecutado proceso creativo que los llevó hasta aquí.


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