Aaron Dilloway-Modern Jester

Aaron Dilloway es un alma inquieta, desde sus inicios en Detroit con los Wolf Eyes, quienes contrario a lo que muchos creían, no eran una mera banda de noise, sino una banda fiera que disfrutaba de colisionar sonidos provenientes del mundo del hardcore punk, del techno, del dub y del free jazz, pero sabemos que los Wolf Eyes era una banda bastante sólida y cuando Dilloway salió, siguieron su camino, Dilloway siguió con su camino, conservando la alta edición de música a través de su sello Hanson Records, cuna de una gran producción de música noise en el vecino país del norte en los últimos 20 años (quien iba pensar que el noise como escena ya estuviera en su tercera década!), Dilloway es uno de esos personajes extraños, que más que músico se considera escultor de sonidos, recorre las calles grabando cuanto sonido llama su atención y después los transforma en su estudio casero, los altera, hace que muten, que se conviertan en algo más, Dilloway viajó a Nepal hace años y sus rondines por las calles y mercados de aquel país se convirtieron en minas de oro de dónde Dilloway extrajo una gran cantidad de sonidos que más adelanta plasmaría en muchas de sus obras.

Modern Jester aparece en el 2012, luego de casi 3 años en el tintero, o debería decir en la mezcladora?, Tremors abre el disco, con un desconcertante sonido que repite nerviosamente, ocultando su naturaleza sin identificarse del todo, Dilloway aplica técnicas similares al sonido, como esas que uso en sus inicios Steve Reich, creando un poderoso halo alrededor del sonido inicial, hinchándolo a través de ecos y distorsión, hasta volverlo algo inmenso, creando una abominación del sonido inicial, como científico que experimenta y ve como su creación se transforma en un monstruo ante sus ojos, por si fuera poco el espíritu inquieto de Dilloway se manifiesta, hace un lado la pieza de jalón y nos adentra en Eight Cut Scars (For Robert Turman) que arranca con un  loop insistente, abstracto e inquietante, que deriva en una maraña de sonidos que parecieran extraídos del celebre Metal Machine Music de Lou Reed, si ese discazo que hizo Reed en los 70s y que le valiera el odio de muchos y el respeto y admiración de muchos otros, Dilloway amaza portentosa dosis de sonido en una maraña casi impenetrable que aturde, inquieta y desorienta por igual, esta pieza en verdad se convierte en una prueba de resistencia, Dilloway buscando trascender la mera escucha, si Eno buscaba que su música desapareciera sutilmente en el ambiente, Dilloway exige la atención, quiere hacerse presente, exige una reacción del escucha, así sea de simpatía o de repudio hacia su creación.

Labyrinths & Jokes pareciera acercarse a la actual “evolución del noise” que gente como Daniel Lopatin, Carlos Giffoni o James Ferraro nos han traído, y Dilloway no parece corto de recursos para dar el brinco, su música en esta pieza transita sin dificultad a nuevos territorios, una pizca de melodía, su singular apego a la repetición, mientras que Body Chaos pareciera querer recordarnos su pasado con los Wolf Eyes, recolectando sonidos, amplificándolos, distorsionándolos y filtrándolos, como buscando darles vida a objetos inanimados a través de efectos, mezclando en ocasiones con cintas aceleradas, que entran y salen de escena, creando una fragmentada mezcla que desconcierta y mantiene el interés.

Look Over Your Shoulder es todo un viaje a través de los mismos intereses de Dilloway, desde el poderoso drone con que inicia la pieza, su uso y abuso de los recursos cacofónicos e hipnóticos de los “loops”, los ritmos “parcos” o minimales, sin duda herencias de su interés por el techno, originado en su natal Detroit, esta sin duda es junto a Body Chaos las piezas centrales del disco, dónde Dilloway verdaderamente esparce su maestría en manipulación de sonidos, con ruido apareciendo y desapreciando de manera inquietante y finalmente el caos sonoro, en una lucha genial que conceptualiza Dilloway uniendo el orden y el caos.

Shatter All Organized Activities (Eat The Rich) pareciera extraído de aquellas salvajes pesadillas sonoras que nos brindaban los Wolf Eyes, con sus descargas abrasivos y ritmos machacantes, capaces de moler los huesos y arrancar la piel, para después absorberlos con un agujero negro gigante y dejarnos en el limbo total por unos segundos, para después pulverizarnos con la descarga final, letal en una sola palabra.

Dilloway cierra el disco con un tema relativamente apacible, After The Showers pareciera ser una pieza casi ambient, pero bañada en distorsión y en ecos, ambient corrosivo, espectros eléctricos bailando a nuestro alrededor.

Dilloway nos trae una obra que tardó en llegar, con piezas que rayan en lo genial y otras que se quedan como meros bosquejos, interesantes eso si, pero que sin duda nos deja la impresión de que Dilloway es capaz de crear obras complejas y emotivas, llevarnos de una inquietante calma a un estado de euforia total.

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