Acid Mothers Temple & The Melting Paraiso U.F.O.-Son Of A Bitches Brew
Para empezar desde que vi la portada salté de gusto, en lo personal los Acid Mothers siempre me han resultado por demás interesantes, para cualquier lado que la loca cabeza de Kawabata Makoto se dirija, y esta vez, mira que meterse con la música de Miles Davis, del gran Miles Davis, no cualquiera, Son Of A Bitches Brew, el tema que da nombre a este disco, arranca con las ya acostumbradas inmersiones en el rollo psicodélico-electrónico de los Acid Mothers Temple & The Melting Paraiso U.F.O., aunque esta vez el rollo jazzy se hace más presente que nunca, una lejana trompeta tratada con ecos suena en la mezcla, y somos invadidos por largas dosis de ruido electrónico y de un bajo y un teclado eléctrico que van creando la base principal del tema, poco a poco la batería comienza a hacerse más y más presente, estableciendo un ritmo sobre el cual la trompeta y el teclado nos presentan aquel encanto extendido en homenaje al encanto musical que nos presentaba Davis, suficiente recordatorio para un servidor de la magia de un buen ritmo, un teclado eléctrico inquieto y una buena trompeta que cruce el firmamento, Makoto siempre ha sido inquieto con su música, le gusta sacudir al escucha, que cuando uno se sienta más confiado y confortable, algo nos sacuda y nos mantenga siempre alertas, siempre mezclando lo que podría parecer ordinario con lo extraordinario y en esta ocasión es un “baño” de sonidos electrónicos los que nos mantienen alerta y a la expectativa, y los que casi al final de la pieza toman el papel principal, recordándome mucho a los legendarios Gong (con quienes estos Acid Mothers ya han tocado y grabado)
Helen Buddha; Miss Condom X sigue la misma línea del primer tema, con esa trompeta lejana y llena de ecos que nos recordara esos espíritus errantes que gritaban por la noche anunciando la muerte de alguien, mientras que el teclado se ha vuelto más laxo, esta es una pieza con más espacio, que Makoto y compañía dan oportunidad de respirar y de hincharse poco a poco, en ocasiones liberando un caos hasta cierto punto controlando e invadiendo estas texturas en plan jazz cósmico con tratamientos abrasivos de sonido.
Fellatioh´s Dance Also Bitch´s Blow posee una singular cadencia, probablemente la más intense de todo el disco, aquí en lo particular el sonido de la trompeta brilla más y más, el bajo retumba con mayor poder y el teclado se dedica a subrayar cada paso del singular grupo, una pieza tan brillantemente cósmica y alucinante que nos trae de inmediato esas enorme piezas de Davis, Harbie Hancock o Julien Priester en los 70s, que se alejaban del jazz, se convertían en un fenómeno más allá de lo terrestre y se alzaban a muchos kilómetros de nuestras cabezas, allá en el cosmos.
Water Babies Kill Kill Kill es inquietante, más cósmica que las anteriores gracias a su uso extensivo de sintetizadores, los cuales parecieran imponerse por puro volumen al resto de la instrumentación, la cual en momentos pareciera funcionar en ciclos alrededor del sonido del teclado y las trompetas, un extraño efecto circular como de torbellino sónico nos envuelve, nos transporta y nos lleva directo a otra dimensión, Maroto escribiendo una carta de amor a dos de sus grandes ídolos, Miles Davis y Stockhausen, curiosamente, el mismo Davis (en su etapa eléctrica y más salvaje) era seguidor de Stockhausen y de su música “espacial”, lo cual resulta más grato, ya que este disco nos da oportunidad de ver una generosa mezcla de la música de ambos artistas y de cómo pudo haber sonado un Miles Davis verdaderamente obsesionado con Stockhausen, finalmente ya para terminar esta pieza, pareciéramos escuchar la guitarra cósmica de Makoto metiendo algo de desorden, prendiendo más fuego a la pieza, la cual termina convirtiéndose en un portento de jazz-noise-live improv-cómsico.
Theme Form Violence Jack Johnson es genuinamente un documento de intensidad y violencia, la guitarra de Makoto severamente tratada para sonar monstruosamente abrasiva, mientras el acompañamiento jazzy prevalece, lo que nos pone en una situación privilegiada de poder sentir esa contundencia de ritmos y ser atacados a la vez por descargas sónicas prodigiosas, bendita imaginación japonesa capaz de materializar semejante monstruo musical en la mente del buen Kawabata, quine sigue demostrando que su mejor instrumento es su inmensa imaginación, mira que traernos como pudo haber sonado Miles Davis con una obsesión más acentuada en Stockhausen, no cualquiera.
Desde los nombres sabe uno que son chidos. Rock on.
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