Morbid Angel, Blessed Are The Sick, 1991
Morbid Angel, Blessed
Are The Sick, 1991
HYPERDRIVE
Por: Erreh Svaia
Si tuviese que elegir mi disco favorito de Death Metal, sin
pensarlo dos veces, mi respuesta sería el Blessed Are The Sick de los Morbid
Angel, disco que vería la luz en 1991, probablemente resultará sorprendente que
no mencione el The Bleeding de los Cannibal Corpse, los dos primeros dos discos
de Deicide (que me parecen soberbios), o el Coventant de los mismos MA, editado
en 1993, la realidad es que cuando tuve la oportunidad de escuchar el Blessed
Are The Sick, luego del Altar of Madness, la evolución musical de la banda me
resultó maravillosa, mientras que el Altars… me recordaba bastante a unos
Slayer, para el Blessed… la banda había mutado en algo muy diferente, los
ritmos eran notablemente más lentos, la música mucho más densa, parecía que se
habían propuesto adentrarse en esa dinámica bestial impuesta por los Obituary o
los Deicide, en los que era requisito que cada uno de los miembros de la banda abandonaran
su esencia human y se convirtieran en algo más, así David Vincent se convertía
en un verdadero demonio escupiendo veneno en cada palabra, los guitarristas Trey
Azagthoth y Richard Brunelle desataban tormentas eléctricas con una mezcla de
técnica y primitiva fiereza, mientras que Pete Sandoval se consagraba como uno
de los bateristas más creativos desde Dave Lombardo de Slayer, creando cambios
de tiempo suficientes para mantener al escucha siempre a la expectativa, en un
disco en el que de entrada, la banda lo dedicada a Mozart, y Azagthoth en
especial, reconocía la influencia de Eddie Van Halen, ¡Qué mejor!
De inicio, la lentitud con que avanzan los primeros riffs de
Fall From Grace muestran que éste disco es algo diferente, tanto Azagthoth como
Sandoval estupendos en la ejecución y despidiendo un tremenda precisión en cada
ritmo, segundos después el infierno se desata, con los peculiares riffs de
Azagthoth y Brunelle atravesándose de una manera fabulosa con los ritmos de
Sandoval y de Vincent en el bajo, en ocasiones frenados de manera brutal por
las guitarras de Trey que parecieran avanzar y retroceder de forma increíble
cambiando dirección en cuestión de segundos, mientras que Vincent descubre su
voz como un nuevo instrumento que añade aún más densidad a la de por si viscosa
naturaleza del sonido de éste disco, Brainstorm y la dureza de sus ritmos, que
aceleran y se frenan, con guitarras que entran y salen en un espectáculo de
varias pistas que obliga al escucha a poner atención al máximo para no perder
ningún detalle de éste circo de ejecuciones asombrosas, con los solos de
guitarra de Azagthoth caminando esa línea entre la guitarra ultra moderna de un
Van Halen y los toques neo clásicos de un Randy Rhoads.
Rebel Lands muestra la misma osada formula de temas
anteriores, con Sandoval jugando un papel protagónico en los inesperados
ritmos, en ocasiones pesados y que anclan a la banda en cuestión de segundos, y
después poniéndonos en suspenso casi elevando el tema hacia las alturas,
mientras Day of Suffering podría sonar un tanto más tradicional, con un ritmo
pausado que permite a la tenebrosa voz de Vincent tomar el protagonismo,
permitiendo a Vincent aquí y en el tema que da nombre al disco, convertirse en
un maestro de ceremonias justo en el centro del huracán, dirigiendo la horda de
demonios que los instrumentos de sus acompañantes son capaces de invocar, para después
proseguir con otra de mis favoritas, Thy Kingdom Come, que pareciera resumir
todas las direcciones abordadas a lo largo del disco, revelando un especial cuidado
por melodías hasta cierto punto memorables, que pienso marcaban la pauta para
la popularidad que lograrían con su disco siguiente, el Covenant, el disco más
vendido en la historia del Death Metal con casi 130,000 unidades.
Hay uno que otro guiño a su intenso pasado, como la
imparable Unholy Blasphemies, o la espectacular Abominations, con ejecuciones
impresionantes en todo momento y con Azagthoth y Brunelle intercambiando líneas
de guitarra como si fueran lenguas de fuego en medio de la tremenda precisión
de la sección rítmica de Sandoval y Vincent, cuyo bajo es fundamental para el
sonido casi reptante que la banda consigue a lo largo del disco, el cual cierra
con The Ancient One, cuyas guitarras dejan bien clara la referencia hecha por
Azagthoth a Eddie Van Halen y con un Sandoval demostrando su capacidad como uno
de los mejores bateristas del género, cerrando el ciclo de un disco que trasciende
el género, en la opinión del que aquí escribe, un disco que a diferencia de
otros, parece no envejecer y sonar tan actual hoy, como hace casi 30 años de cu
concepción.
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