Trampas del Orgullo





Trampas del Orgullo

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Por: Erreh Svaia

En algún momento rumbo a las elecciones de Julio del 2018, recuerdo personas que me solicitaban les informara abiertamente por quién iba yo a votar en las elecciones, mi respuesta siempre ha sido la misma desde hace años, “el voto es secreto”, los ataques del tipo “te da pena decir por quién vas a votar”, no se hicieron esperar, mentes infantiles que no entienden la naturaleza secreta del voto y menos del juego infame del que los hicieron parte, sin que se dieran cuenta.

Suponiendo que todos mantuviéramos nuestro voto secreto, sin compartirlo con nadie, la posibilidad de influir en el voto de los demás disminuye, revelar mi voto de manera abierta implica el deseo de querer influir de manera directa en el voto de los demás, y eso es básicamente ponerme al servicio de algún partido político o de un candidato en especial, muchos cayeron el año pasado, y lo siguen haciendo, en la trampa del “orgullo”, recuerdo que decían “por primera vez me siento orgulloso del candidato por el que voy a votar”, bien por ellos hasta ahí, revelar el nombre en primer lugar, implica buscar influir en el voto de los demás, y eso está mal.

En segundo lugar, declarar abiertamente tu voto, genera otra situación, te compromete frente a los demás, te pone en una situación cerrada en la que prácticamente se da un fenómeno de complicidad, se forma un vínculo que desgraciadamente después será difícil de romper, y por lo tanto, se transformará en una barrera que impedirá generar una crítica hacia el candidato votado, eso es parte de lo que hemos vivido en la política en años recientes, no cabe duda que muchos políticos, de todos los partidos existentes han incurrido en actos reprobables y que requieren un castigo, no cabe duda que los mismos partidos políticos, todos, se han convertido en una vergüenza para la democracia nacional, no por nada estamos en una etapa en que el sistema partidista como tal, está en sus peores momentos.

Cuando uno va a hacer una dieta, o a iniciar un régimen de ejercicio, es muy común el consejo de “declarar los principios”, es más difícil romperlos o retractarnos cuando hemos “declarado” nuestras intenciones ante alguien más, y eso es debido a que hemos comprometido nuestra propia libertad, por el eso convengo en que el voto debe ser secreto, y se vale equivocarnos respecto al candidato por el que hemos votado, eso es independiente de nosotros los votantes, podemos ser engañados, claro, una vez, no varias, y si es así, tenemos el derecho a reclamar, a exigir y demandar al candidato en funciones el buen desempeño de la labor encomendada, pero por nuestra naturaleza, cuando hemos declarado previamente nuestra intensión de voto, nos convertimos en cómplices, desaparece la capacidad de crítica y nos encerramos en nuestro error, poniéndonos a la defensiva y buscando justificar el mal desempeño de nuestro candidato elegido.

Se vale equivocarnos, se vale decir no sabía lo que pasaría, pero lo que no se vale, es haber revelado nuestra intención de voto, haber declarado a los demás por quién votaríamos, con la intención clara de influir, y después admitir que no sabíamos lo que pasaría, eso es un abuso, eso es un engaño y es una infamia en la que muchos cayeron pensando que era un motivo “de orgullo” revelar su voto, cuando en realidad cayeron en una trampa psicológica que hoy los tiene amordazados y secuestrados, que al día de hoy les impide ejercer la generosidad de reconocer un error.

El voto es secreto, y no debe ser revelado, esa es la fuente de poder de nuestra capacidad critica y de exigencia, se vale equivocarnos, nadie sabe el futuro, lo que no es válido es cometer un error y haber influido en los demás para que también lo cometieran.     

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