El Hombre y el Santo
El Hombre y el
Santo
“Mucha gente genuinamente no quieren ser santos, y es probable que
algunos de los que consiguieron o aspiraron a la santidad, nunca sintieron en
realidad mucha tentación de ser seres humanos”
George Orwell
Para mi padre, mi madre fallecida es una santa, y estoy
seguro que debe serlo, ya que soportarnos a mi padre y a mí toda una vida no es
cosa fácil, se los aseguro, para la iglesia católica, mi madre también es una
santa, ya que si fue al cielo, eso lo hace santa, aunque ni ustedes ni yo
tengamos la oportunidad de comprobarlo, adicional a esto, aunque por ir al
cielo sea santa, no es una “santa oficial” hasta que no lleva a cabo un proceso
de canonización, entonces se convierte en una “santa oficial”, algo que en
estos días puede suceder más rápido de lo que se imaginan, ya que gracias a los
cambios de protocolo realizados por Juan Pablo II, en estos días es más
sencillo y rápido ser santo, ojalá tuviéramos más Juan Pablos II entre los
burócratas, seguramente muchos tramites tardados y tortuosos se realizarían de
manera más eficiente y sencilla.
Karol Wojtyla es un hombre admirable para mí, subrayo,
hombre admirable, no santo, no deidad, no lo que sea más allá de un hombre, tan
admirable como Mandela o José Mújica que tras salir de prisión perdonaron a sus
verdugos y se dedicaron a perdonar y a construir una unidad, no a dividir un
país y buscar venganza, de la misma manera Wojtyla perdonó a su agresor en
prisión, cosa no menos que admirable, Wojtyla es tan admirable como Lech Walesa
o Gandhi, ya que empujaron fuertemente a la debacle de imperios o gobiernos
opresivos, Wojtyla, al igual que su compatriota Walesa fueron piezas claves
para la caída del comunismo no sólo en Polonia, sino en toda Europa, algo tan
comentado que incluso se habla de la iglesia católica financiado al libertador
sindicato Solidaridad, si, ese encabezado por Walesa, cierto o no, por lo menos
es un hecho que Wojtyla les apoyo mínimo de manera moral, Wojtyla surgió como
un Papa procedente de un país que sufría bajo el yugo comunista, en una época
en que el comunismo se había convertido en una amenaza para el mundo y como
suelen decir. “Para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo”, por lo que
un Papa polaco para buscar contrarrestar
el dominio comunismo resultaba algo, literalmente: “Caído del cielo.”
Como hombre, mi admiración eterna a Wojtyla y muchas de sus
acciones ejercidas en vida, por otro lado, su reciente canonización me resulta
incómoda, bajo la aclaración que un santo no es sinónimo de perfección, sino
que es un hombre común con defectos superados a través de su fe, y que bajo las
mismas “simplificaciones a procesos” establecidas por JP II, su vida no
requería ser analizada de manera detallada, la canonización prácticamente queda
en manos del Papa en funciones, quitándole relevancia a una vida de perfección,
que concuerdo, nadie es perfecto, da al concepto “santidad” un mejor nombre, en
lugar de ser un nuevo concepto bajo el cual, las fallas o defectos de
cualquiera pueden ser ocultados, denostando fuertemente dicho nombramiento o
envestidura, como quieran llamarle, esta simple apertura a “todo vale” y
“cerremos los ojos”, simplemente aumenta más mi incomodidad, no sé nada sobre
el otro Papa canonizado, y en tiempos pasados, sin tantos medios de comunicación,
estos aspectos podían ser más fácilmente ocultos, pero afrontémoslo, fue
durante el ejercicio de JP II que los escándalos de pederastia se alzaron “por
los cielos”, en un mundo donde debería ser una cualidad de un candidato a la
“santidad” el sentido de responsabilidad, ¿Porque hablamos de alguien siendo
canonizado por su ignorancia? Para la iglesia el hecho de que JP II ignorara
voluntaria o involuntariamente las múltiples acusaciones a nivel mundial contra
sacerdotes pederastas lo exime de su responsabilidad, ¿No debe asumir alguna
responsabilidad como líder?
Si la respuesta es no, entonces, ¿Qué acción tomó
el con los responsables directo? Siendo la pederastia un crimen atroz, ¿Hay
alguien en prisión por estas conocidas acusaciones?
Los estándares para la santidad desgraciadamente han sido
puestos a niveles muy bajos por el mismo JP II, un “santo” ya no vale lo mismo
que valía antes gracias a él, como hombre hay mucho que aprenderle y mucho que
admirarle, si con todas sus virtudes y defectos, como “santo”, habrá mucho que
cuestionarse sobre el título que el mismo ayudó como Papa a degradar.
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