AMLOPARDISMO


AMLOPARDISMO

Dispersión Caprina

Por: Erreh Svaia

El Gatopardo es una novela escrita por el italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa a finales de los años 50s y llevada a la pantalla grande por el gran director Luchino Visconti, el argumento de la novela en pocas palabras narra el fin de la hegemonía de un grupo en el poder en una provincia italiana y de como éste busca integrarse en el nuevo grupo por ascender con el fin de no perder su influencia, dando así nacimiento a la premisa un tanto incongruente en su semántica que dicta que: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”, bien podría aplicarse ésta singular máxima a lo que aparenta ser una nueva transformación dentro del nacionalismo revolucionario emanado de la Revolución Mexicana de 1910, a partir de ahí surgen grupos que consolidan el poder, fundan un partido en dónde convergen los diferentes grupos que previamente luchaban por prevalecer y se establece una suerte de partido hegemónico a la usanza de fascismo italiano o del estalinismo soviético que tanto admiraba Plutarco Elías Calles, el original hombre fuerte tras la revolución, el PRI, antes con otro nombre sufriría su primer transformación luego de que Calles fuera expulsado del país, tras utilizar a varios “alfiles” en la presidencia para el seguir siendo la sombra tras el poder, el último de ellos, Lázaro Cárdenas transformó al partido Primer Transformación), entendió que para liberar tensiones sociales y políticas era necesario “despersonalizar” al poder y mantener una línea partidista apoyada en personajes leales al “gran partido” que cambiarían cada 6 años, la “línea” se mantuvo en el ambiente nacional por décadas, pero llegó a momentos verdaderamente oscuros durante los 70s e inicios de los 80s, la llamada “docena trágica” rebasada por la irresponsabilidad política y económica puso al partido contra las cuerdas, siendo rebasado en su interior por una nueva corriente más orientada al centro derecha (Segunda Transformación), impidiendo que el sucesor a la presidencia, Cuauhtémoc Cárdenas no fuera electo como candidato presidencial en 1988, el rompimiento al interior del PRI se dio, y una nueva transformación operó al interior, para subsistir, el partido tuvo que romper con su naturaleza proteccionista y nacionalista, adaptándose a los nuevos tiempos de naciente globalización e integración, luego de la caída del bloque soviético, para adentrarse en la nueva dinámica global, el PRI tuvo que ceder parte de su poder con el fin de otorgar seguridad a los inversionistas extranjeros, invitados a participar en la dinámica del país mediante el TLC, los vientos democráticos entrarían por presiones exteriores y no por una vocación interior, y el proceso de entrada a los mercados globales resultaron en una apertura democrática y fragilidad al exterior que generó una nueva crisis económica y social, México se abría al exterior, pero iniciaba apenas su camino hacia la adaptación a esos cambios, la fragilidad de esos primeros años de cambio fue explotada por algunos que vieron la oportunidad de crear caos e incertidumbre que hicieron tambalear al país, el PRI se preparaba en aquellos años para su posible derrota política y optó por destruir lo que hasta entonces se conocía como la presidencia imperial (Tercera Transformación).

La historia posterior al 2000, con el triunfo del PAN en las elecciones presidenciales es más conocida, el debilitamiento de la posición presidencial fue evidente durante los gobiernos del PAN, y propició la oportunidad del regreso del PRI al poder en el 2012, pero para éste entonces una nueva versión de aquel viejo PRI Neocardenista, populista y caudillista ya comenzaba a dar señales de vida, primero dentro del PRD y después bajo el nombre de Morena (Cuarta Transformación), y sería aquí dónde personajes del viejo PRI, como el hoy presidente de una de las cámaras, Porfirio Muñoz Ledo (ex presidente nacional del PRI, aliado del PAN, miembro del PRD y hoy miembro de Morena) encontraría oportunidad para mantenerse dentro del poder) en dónde el nuevo PRI, representado por personajes como Manuel Bartlett, pieza clave del Salinismo, podría renacer, en dónde ex miembros del PRI y del PRD como el hoy presidente electo del país, Andrés López, encontraría oportunidad para ofrecerse como “verdugo” del partido que lo vio nacer políticamente, o mejor dicho, “verdugo” de la versión más reciente del partido, y proponente de un regreso a la esencia “nacionalista revolucionaria” de ese viejo PRI, dando espacio en Morena para la materialización de mitos y teorías de conspiración como el PRIAN (con personajes como Alfonso Romo, Tatiana Clouthier, Manuel Espino, Germán Martínez ex miembros del PAN, y gente como Bartlett y el mismo López, proveniente del PRI), hoy pareciera que acercándose a aliados políticos del nuevo PRI, como el PT, el PES y el PVEM, Morena también buscara hacer real la llamada “mafia del poder” dentro de su mismo partido, al final, todos aquellos mitos y profecías parecer estarse materializando, dentro del nuevo “partidazo” Morena, ejemplificando a la perfección ese término denominado “gatopardismo”, o capacidad política de las elites de adaptarse a los cambios para seguir vigentes, o de la asimilación de los viejos políticos a los cambios para conservar su influencia, el “cambiar todo, para que nada cambie”, una práctica que se vuelve ya por demás obvia, la llamada “Cuarta Transformación” pareciera referirse a un regreso a ese PRI hegemónico, corporativista y autoritario de la época Cardenista, sumado al caudillismo y al culto a la personalidad del periodo Callista, sumando al más reciente período de oportunismo ejemplificado por las alianzas del nuevo PRI con el PT, el PES y el PVEM, una “cuarta transformación” que se nutre de cada una de las etapas del PRI, y que nuevamente domina la escena política, que pretende imponer la agenda del “nacionalismo revolucionario”, establecer un pacto corporativista con empresarios y sindicatos e incluso establecer una llamada constitución moral, que habla de una versión nueva del PRI, mucho más peligrosa, que busca imponer un “cambio” con el fin de que la “dictadura perfecta” no tenga que cambiar.          

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