La Era del Cuau (In The Year of the Cuau)
La Era del
Cuau (In The Year of the Cuau)
Por: Erreh Svaia
Dispersión Caprina
Cuando Barack Obama surgió como candidato por el Partido Demócrata
de los EEUU en el 2007, parte de su campaña se basó en crear la percepción en
el votante de que él era la gran esperanza, el candidato capaz de hacer el
cambio, muchas de las percepciones que vendió a los estadounidenses, las vendió
en “plural” como suelen trabajarlo los populistas, cuando en realidad se refieren
solamente a ellos mismos, aunque el populismo norteamericano en aquellos años
era muy diferente al populismo de origen latino que hoy en día percibimos en
Donald Trump, Obama manejo una campaña populista en la cual se denominaba como
el candidato capaz de llevar al país al mismísimo paraíso, y esa misma promesa
incumplida acumuló un descomunal descontento que se reflejó en la versión más
extrema del populismo que hayan conoció los EEUU, Donald Trump, que rebasó
incluso al Partido Republicano convirtiéndose en un candidato que solamente uso
al partido como una plataforma personal, el desastre populista de dimensiones
descomunales provocado por Trump, sólo se explica por las enormes ilusiones
generadas por Obama y la enorme decepción causada por quien se creía que como
un “mesías” mágicamente cambiaría el destino de los EEUU, al final, Obama no
fue tan mal presidente, pero el peso de la desilusión pudo más y terminó
aplastado por el enojo que provocó.
En Brasil, luego de tres intentos para llegar a la
presidencia, Luiz Inácio Lula da Silva llegó a la presidencia en el 2003, da
Silva se convirtió en la gran promesa para el pueblo Brasileño, un hombre salido
de la clase obrera y encumbrado en las estructuras sindicales, postulado por un
partido de izquierda radical (el de los Trabajadores, de espíritu Marxista) y
que prometía llevar a Brasil a convertirse en el gran gigante de América del
Sur, tras dos términos, la promesa de Lula no acababa de convertirse en
realidad, y requirió de una sucesora, al igual que su amigo Tabaré Vázquez (al
más puro estilo del Zar ruso Vladimir Putin) en Uruguay (que usó a José Mújica),
Lula se valió de un personaje salido de la guerrillas marxistas, Dilma Rousseff
para transferir el poder, jugar un truco a la constitución, y después buscar
regresar a éste, pero nuevamente, el peso de las promesas pudo más que los
buenos deseos, el castillo de naipes de da Silva se vino abajo y Rousseff a
pesar de apoyarse en un Mundial de Futbol (caracterizado por una rampante
corrupción detrás) y una visita Papal, no fue capaz de retornar la batuta a su
patrón, Dilma perdió el poder antes de tiempo, y el sueño de Lula se convirtió
en la pesadilla que hoy conocemos y que lo llevaría a perder su libertad, el
populismo de Lula fue apenas moderado con lo que parece estar por venir, el
haber jugado con la esperanza del pueblo brasileño implicó graves consecuencias
y hoy en día, el candidato con mayores posibilidades de llegar al gobierno de
ese país, no es otro que Jair Bolsonaro, conocido simpatizante de la ultra
derecha y que ha manifestado su aprobación al respecto de la dictadura militar
que vivió ese país por más de 20 años, Bolsonaro de ultra derecha, paradójicamente
no es el resultado de los “avances” de la ultra derecha en Brasil, por el contrario,
Bolsonaro es el resultado de lo mucho que avanzó la izquierda, y también de lo
mucho que ésta decepcionó, tantas fueron las promesas de Lula de llevar al país
al primer mundo, que la decepción causó una radicalización opuesta en el
votante que ante la desesperación, recurren al extremo opuesto para tratar de “castigar”
al gobierno, sin comprender que el castigo lo sufrirán ellos mismos.
Las promesas insostenibles se han convertido no sólo en un
peso aplastante para muchos de aquellos que las usaron de forma indiscriminada
para atraer al votante, para “venderse” como la gran esperanza, para ofrecer
cosas que de antemano sabían serían irrealizables, pero las consecuencias no
sólo han sido en algunos casos como del de da Silva, trágicas para ellos,
también lo han sido para el mismo pueblo cegado por la búsqueda de venganza y
castigo, en ocasiones podría resultar difícil identificar el escenario y
empezar a ver lo que podía suceder después, pero en México ya estamos en la
etapa en que la “gran esperanza” ha sido electa, y muchas de sus promesas
comienzan a verse más claras después de los excesos de las campañas, la
realidad se convierte en el cristal que nos da la claridad y que puede ser el detonante
de un gran descontento, que termine cegando al votante y lo conduzca a tomar
decisiones irracionales, para muchos, esto es parte de los sucedido en el mes
de Julio que trajo como resultado el triunfo electoral de Andrés López (luego
de tres campañas sucesivas igual que Lula), para mí no, para mí la gran
promesa, como en su tiempo fuera Vicente Fox, es Andrés López, un hombre que al
igual que Trump rebasó a su partido original (el PRD) y creó un nuevo partido
(Morena) como plataforma para un proyecto personal, agrupando todo tipo de
personajes en ambos extremos del paisaje ideológico, monumentales promesas de “cambio”,
de “transformación” y fuertes dosis de “esperanza” fueron diseminadas durante
su campaña que lo llevó al triunfo, y la peor consecuencia de todo esto no es
precisamente su próxima administración, la consecuencia e impacto mayor será si
López no consigue cumplir sus promesas y justificar la esperanza depositada en él,
es entonces cuando el votante encolerizado se vuelve un peligro y las decisiones
se tornan de naturaleza irracional.
Personajes netamente populistas y de ideologías netamente
mercenarias como Cuauhtémoc Blanco, Patricio Zambrano y Layin parecieran seguir
esperando el momento en que la desesperación del votante les haga presas y
ellos puedan surgir como la opción para los que sienten que ya no tienen “opción”,
lo peor estar por venir si el gobierno por entrar de López no cumple sus
promesas, porque entonces se abre la puerta para que ante la “imposibilidad” de
resolver la situación, que los medios amarillistas” se han encargado de
exacerbar, tomemos medidas desesperadas e irracionales, la vara se ha colocado
muy alta, y la colocó el mismo López, lo que podría seguir sería tener nuestro
propio Donald Trump, nuestro Bolsonaro o nuestro Rodrigo Duterte, personajes
verdaderamente nefastos que serían la clara señal de que no hemos sabido dar
buen uso de la democracia y que la hemos convertido en una maquina para auto
destruirnos, Cuauhtémoc Blanco, o su representante, quien realmente está detrás
de él, se va revelando poco a poco como un peligro real, emocionalmente
inestable, manipulable, poco preparado, en un país fanático (a extremos casi religiosos)
del fútbol, y supuestamente enojado con los “políticos tradicionales”, sumado a
un presidente electo que se antoja frágil de salud, Blanco, que se vislumbra
como punta de la disidencia dentro del frente que encabeza Morena, parece ser
una señal muy clara de que tan mal pudieran ponerse las cosas en el país.
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