Low, Double Negative, 2018 (ESP)
Low, Double Negative, 2018
Por: Erreh Svaia
Rock N Roll Animal
Fenómenos musicales del tipo de éste Double Negative son
raros en la vida, momentos en los que una banda arroja por la venta todo lo que
sabemos sobre ella y decide “desaprender” para aprender algo completamente
nuevo, claro, Double Negative sigue sonando a algo parecido a un disco de Low,
tanto como el Kid A de Radiohead se parecía al OK Computer, nada y todo, tanto
como el disco de debut de los Velvet Underground se parecía al tercer disco de
la legendaria banda liderada por Lou Reed.
De inicio con un nombre como Low, lo primero que me viene a
la mente es aquél enorme disco experimental de David Bowie con Brian Eno
grabado en Berlín en los 70s, y la referencia no es tan lejana y de hecho me
hace bastante sentido, ya que en Double Negative, éste trio de “slowcore”
oriundos de Minnesota realmente proceden con una regeneración completa de su
ser, por supuesto que la base de Alan Sparhawk en guitarras, Mimi Parker en la
batería (ambos en voces) y Steve Garrington en el bajo se mantiene, pero la
banda ha optado por usar sus instrumentos de una manera muy diferente a la que
nos tenía acostumbrados, el Kid A no es una referencia tan distante, el Low de
Bowie tampoco, incluso el Metal Machine Music de Lou Reed tampoco sería tan
disparatado mencionarlo.
En Quorum, el primer tema, la genial transformación de la
banda es palpable de inmediato, la evolución sonora de mera música hacia sonido
puro (o el ruido blanco, incluso) que siempre me ha resultado interesante se
hace presente, un Alan Sparhawk sonando como el Phil Collins que siempre
quisimos escuchar como heredero de Brian Eno o Peter Gabriel (con baterías
titánicas y minimalistas incluidas), la banda abrazando fuertemente una notable
inclinación hacia la forma libre, hacia lo abstracto que hace de ésta pieza
algo intrigante y excitante a la vez, dando paso de inmediato a la monumental
Mimi Parker y su etérea voz, en Dancing and Blood.
Al llegar a Fly, uno podría notar a momentos esos coqueteos
con el concepto de “desintegración” aplicado a la música al que el genial
William Basinski nos introdujo ya desde hace algunos años, o incluso una cierta
fascinación con el caos al estilo de unos My Bloody Valentine se vuelve también
perceptible aquí, al tiempo que la banda se sumerge en una anarquía sónica que
se niega a caer en una forma o etiqueta conocida, perfectamente respaldados por
la surrealista producción de BJ Burton, quien consigue darle algunos
interesante giros a los temas, dando algún “respiro” ocasional al escucha, al
que no le queda otra que doblegarse ante la extraña belleza de cada uno de los
temas, con un Tempest rayando en lo más hermoso que seguramente habremos de
escuchar éste año.
Sería difícil argumentar que un tema como Always Up no es
esencialmente congruente con el sonido reconocido de la banda, con esas
radiantes vocales, pulsantes ritmos de una timidez apabullante, de una
naturaleza que se rehúsa a respetar un contorno y que desborda cualquier forma
amable o entendible para mezclar una suerte de realidad con otros contenidos
oníricos, que se antojan imposibles para cualquier otra banda de abordar de esta
manera tan generosa y tan metódicamente concebida, adentrándonos de lleno en
Always Trying to Work It Out, otra joya de subyugante belleza iconoclasta, de
la cual resulta imposible escapar, que nos invita a evitar buscar una
explicación final y casi nos obliga a permanecer y disfrutar lo desconocido y
lo inexplicable, aún bajo el riesgo de ser devorado por una fiera sónica
aguardando al final de la luz para sacar sus filosas garras de ruido blanco que
me traen a la mente las fabulosas construcciones sonoras de un Ben Frost, a
quienes los Low parecerían rendir una suerte de tributo con éste tema.
Aunque por momentos pudiéramos sentirnos ante una presencia
casi deshumanizada de la música, la genialidad de los Low es precisamente
llenar éstos amplios espacios sonoros de una espiritualidad más allá de lo
religioso, casi como unos Swans de Michael Gira, pero de una dimensión
distinta, alterna en la cual la gravedad no existe y la banda parece flotar y
surfear en las mismas ondas sonoras que producen como en por Sucker, para
después romper con esa sensación de flotar y chocar de lleno contra el piso
como en Rome (Always in TH Dark), un tema que apuesto a que Peter Gabriel
moriría por cantar, aunque dudo tenga el coraje para hacerlo (tal vez Robert
Plant, fan de la banda lo hará nuevamente).
Disarray se encarga de cerrar este hermoso y enigmático
disco, sin duda un evento magno en la producción musical de éste año, un disco
que llega como posiblemente la más grata sorpresa en lo que va del año que se
encarga de poner a los Low nuevamente en la auténtica vanguardia musical, que
sin duda marcará la pauta para muchos a tratar de imitar, dudo que puedan
hacerlo de ésta manera, con tan rebosante dosis de talento, por lo pronto,
flotemos con Low, sin temor al aterrizaje.
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