Balances y Contrapesos
Balances y Contrapesos
Dispersión Caprina
Por: Erreh Svaia
Básicamente, si nos enfocamos en Venezuela, hace poco más de
20 años teníamos un sistema político tradicional, meramente bipartidista, el
cual aparentemente no estaba resolviendo de manera integral las demandas de la
población, en un país petrolero entonces rico, el equilibrio entre la justicia,
la economía y política no se estaba dando y favorecía a unos cuantos,
impidiendo que las leyes y la abundancia económica permeara a todo estrato
social, el resultado, además del descontento social fue la llegada de una nueva
dinámica política proveniente de fuera de esas estructuras políticas
tradicionales, la llegada de personajes ajenos a los círculos políticos
conocidos, cuyo activo más grande no era precisamente el de tener las
respuestas adecuadas o las capacidades requeridas para resolver la problemática
en cuestión, sino el simple hecho de decirse diferente a lo que había en ese
momento.
El tiempo nos dice que el resultado, a casi 20 años después,
es el de un país empobrecido, con una democracia, una oposición, una
alternancia y un sistema de poder sin límites, sin divisiones o contrapesos,
una pequeña élite militar en el poder que soporta a un déspota dirigente y a su
esposa a cargo del sistema judicial, una concentración de poder más allá de lo
posiblemente imaginado en una democracia real, que seguramente no fue lo
prometido al inicio, como alternativa a la política tradicional, y si se hizo,
probablemente la gente molesta no pensó en las consecuencias que tal
"cambio" podía traer, la equivocada idea en aquel entonces fue
"No podemos estar peor", y 20 años se encargaron de demostrar que si
se podía.
En México y en los EEUU ya se avanza hacia esos territorios
políticos, con supuestos mandatarios emergidos de círculos ajenos a la política
tradicional bajo promesas de cambio radical, posiblemente incluso, sembrados
ahí con el fin de generar discordia, en los EEUU, Trump ya enfrenta los aún
existentes límites de poder, y ha ido perdiendo poco a poco la batalla, primero
perdiendo a sus colaboradores más sensatos, después viendo cómo sus promesas de
campaña se desintegran al contacto con la realidad, su artificialmente
fabricada reputación de hábil negociador y de disruptor de la política
tradicional se ha venido abajo, lo que finalmente empieza a mermar su fanatizada
base de seguidores, la alternancia, la división de poderes, los contrapesos y
las instituciones autónomas de aquél país, aunque puestas a prueba como nunca,
parecen contener e incluso mermar los delirios autoritarios de Trump.
En México, tal división de poderes, contrapesos e
instituciones autónomas aún están en desarrollo y se antoja difícil pudieran
contra a un huracán como Trump, o a nuestro "Juan Trump", como ha
sido denominado el presidente Andrés López en los círculos globales, el país
cuenta con escasos meses para que las estructuras de contención sean
dinamitadas, empezando por la aniquilación de las divisiones del poder, la
muerte por inanición de las instituciones autónoma, la subordinación total de
los gobiernos estatales, la destrucción sistemática de la oposición, la
profundización e inclusión en la vida civil del país de los mandos militares,
el regreso del corporativismo más tóxico y la acentuación del capitalismo
"de cuates", además de la creación de una enorme red clientelar como
no la hemos visto en el país.
Cuando hemos buscado respuestas a nuestros tropiezos
económicos y políticos, no pensamos objetivamente y normalmente tememos tomar
la responsabilidad de lo que está pasando, dejamos de analizar de forma crítica
la situación y optamos por poner el poder en manos de alguien más en lugar de
asumir el rol de cada quién, rechazamos profundizar en la división de poderes,
ahondar en la alternancia, fortalecer a las instituciones para que tengan más
autonomía y seguimos pensando en héroes que nos van a venir a salvar, tenemos
la respuesta y nosotros mismos la hacemos a un lado pensando que "no
podemos estar peor", si podemos, y estamos a unos meses de que empiece,
estos 60 días han sido parte de la "doctrina de shock" para causar
confusión y desgaste, ya lo dijo López, el gobierno, como él lo quiere ver,
empieza a operar en seis meses, ahí empieza la debacle real.
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