Pasi贸n Futbolera
Pasi贸n Futbolera
Dispersi贸n Caprina
Por: Erreh Svaia
Comparto la opini贸n del escritor Jorge Luis Borges que
dec铆a: “El f煤tbol es popular, porque la estupidez es popular”, de igual forma comparto
otras cosas, como su desprecio por el nacionalismo rampl贸n, dos cosas que debieron
hacerlo una persona poco apreciada en su natal Argentina, en su lugar, Borges
prefer铆a dedicar su tiempo a una partida de ajedrez, actividad que aunque a un
nivel de principiante, me gusta practicar con mis hijos, y al igual que Borges,
cuando jugaba la selecci贸n nacional argentina, buscaba refugio en lugares d贸nde
no se hablara de f煤tbol, cuando hay un juego, prefiero disfrutar de la soledad
de las calles de la ciudad, mientras la gente se amuralla en sus hogares o en
los bares de la localidad, y es que el f煤tbol despierta en realidad las peores
pasiones, gente deja sus trabajos, sus familias, se abandona a la violencia y al
fanatismo embriagados por el juego de 22 hombres tras un bal贸n, en un sue帽o
guajiro de cada semana en el que se sienten directores t茅cnicos y reprueban las
decisiones de quienes verdaderamente lo son, el f煤tbol nunca fue un deporte de
mi agrado, no lo es, y dudo seriamente que alg煤n d铆a lo sea, para mi el f煤tbol
es una plaga tan mala como las telenovelas, una adicci贸n peligrosa que desata
el fanatismo y libera falsas ilusiones, festejamos cuando nuestra selecci贸n le
gana a la de Nueva Zelanda o a la de Uruguay, y nos hace sentir superiores a
pa铆ses con niveles de vida, de educaci贸n y de productividad a帽os luz por encima
de nosotros, festejamos los triunfos futbol铆sticos por encima de Holanda o B茅lgica,
sin darnos cuenta el enorme triunfo como sociedad que el pa铆s ha tenido a nivel
global, poco nos importa estar atrasados en muchos aspectos, mientras seamos capaces
de derrotar a Suecia o a Noruega, por otro lado, estamos siempre con nuestra
selecci贸n nacional, gane o pierde, estamos siempre con nuestro equipo gane o
pierda porque “los colores del equipo se llevan en el coraz贸n”, claro, la
selecci贸n nacional “somos todos”, aunque los que jueguen sean s贸lo 11 y el
resto estemos tumbados como costales de papas en un sof谩, inactivos.
El f煤tbol exalta el nacionalismo m谩s rancio, esa sensaci贸n
de que por anotar un gol somos mejores que otro pa铆s, superiores, “campeones del
mundo”, enajenados, v铆ctimas de una manipulaci贸n total de las pasiones, de la
peor propaganda nacionalista posible, de ese “pan y circo” que manten铆a felices
y contentos a los romanos mientras sus ciudades ard铆an o se consum铆an por la
decadencia, y por si fuera poco, hoy en d铆a, esa pasi贸n futbolera parecer铆a
permearse a otras 谩reas de nuestra vida cotidiana, a otra faceta que tampoco
resulta otra actividad del todo noble, la pol铆tica, con la que nos apasionamos,
nos emocionamos porque “gana nuestro partido”, porque “nos ponemos la camiseta”
de nuestro partido, y eso nos hace superiores a los dem谩s partidos, partidarios
y votantes porque gan贸 “nuestro candidato”, porque llevamos esa pasi贸n futbolera
a los quehaceres pol铆ticos y creemos que los pol铆ticos de izquierda odian a
muerte a los de derecha y viceversa, y nos comprometemos m谩s con los partidos
de lo que los mismos pol铆ticos est谩n comprometidos con 茅stos, y creemos que los
pol铆ticos de verdad “aman” los colores de su partido y los defender谩n con su vida,
cuando en la realidad, s贸lo son oportunistas dispuestos a traicionar dichos ideales
cuando se les presenta una mejor oportunidad, los futbolistas hacen lo mismo,
s贸lo los fan谩ticos se casan y se enamoran de los equipos de f煤tbol y de los
partidos pol铆ticos, s贸lo los fan谩ticos hablan de odio, amor, querer, o “ganamos”
cuando de pol铆tica o f煤tbol se refiere, que sus equipos o sus candidatos ganen
les crean una falsa ilusi贸n de superioridad que los convierte en hazme re铆r
cuando sus “铆dolos” los decepcionan y los obligan a ponerse creativos para
justificarse ante los dem谩s.
"Dios mueve al jugador, y 茅ste, la pieza. ¿Qu茅 Dios,
detr谩s de Dios la trama empieza el polvo y tiempo y sue帽o y agon铆as?"



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